Soy mamá de una chica trans. Me llevó casi un año entender lo que le pasaba a mi hija. Acostumbrarme a una nueva imagen, dirigirme a ella de otra manera, con otro nombre, verla con ropa diferente y caminar por la calle tratando de no enfurecerme ante las miradas que, confieso, aún es un gran trabajo en proceso. Mi hija había vivido como un chico gay durante tres años hasta que conoció el colectivo trans y se dio cuenta que esa incomodidad que aun sentía ahora la entendía, su identidad era otra. Tiempo atrás había captado algunas señales como la de pintarse los ojos o las uñas, ropa ajustada y pasaba horas mirando series de Dag Queen. No le di importancia hasta el día que me dijo que no se sentía acorde a su sexo que le asignamos al nacer y que iba a comenzar su transición.
Desde ese momento me convertí en mamá de una chica trans de 20 años. Lo primero que me pasó fueron mil dudas, miedos y no saber qué hacer. No fue fácil, es como que la cabeza te explota en mil pedazos y de ahí a volver a rearmarte. Es todo un proceso. ¡Se me abrió un mundo totalmente nuevo y desconocido! Afuera hay mucha desinformación y discriminación, es muy difícil ser fuerte porque te rechazan y en ese camino tenés que estar dispuesta a conocer a nuevas personas y también perder gente, incluyendo a quienes querés, sin embargo nada se compara con poder salir a la calle sin sentir pena, tomar a mi hija de la mano y acompañarla a donde quiera llegar. Como mamás y papás es importante que tengamos presente que con cuestiones de identidad la primera que excluye es la familia.
Soy de otra generación. Cuando mi hija nació no pensé en esta posibilidad, pero como mamá entendí que todo lo que ella pudiera vivir durante su proceso sería diferente si sabía o no acompañarla. Lo único importante que podemos hacer como familia es que cuando nuestros hij@s lo expresan puedan ser escuchad@s, acompañad@s y respetad@s. Lei que las familias tenemos un efecto “eco”. Somos capaces de cambiar la dinámica de la calle en la que vivimos, de nuestras amistades o compañeros de trabajo. Si contamos nuestra historia es muy difícil que nos cuenten un chiste homofóbico o que hablen mal de la diversidad sexual cuando estamos ahí. Ese es nuestro poder transformador. Nosotros desde nuestras experiencias podemos informar, mostrar un mundo que existe aunque no lo vivas en tu familia. La familia debería ser una fuente de apoyo, seguridad y estabilidad para sus miembros y en el caso de l@s hij@s trans, un espacio donde puedan vivir plenamente con su identidad sentida.
Durante estos años aprendí que no existe un origen concreto para la identidad de género, ni es la familia lo que determina. Como no es una enfermedad ni algo que haya que curar, no hay necesidad de identificar cuál es la causa. Lo que sí es claro que no tiene que ver con la conformación familiar ni con las conductas del entorno. Ante el miedo de que podamos sentir las mamás y/o papás lo único que pienso es que si bien puedo estar angustiada por el sufrimiento de mi hija, no hay nada peor que no vivir en la verdad o siendo algo que no sos. Esa es la clave.
Es tan hermoso ver a mi Gala brillar sintiéndose orgullosa de ser quién es y vivir en libertad que hoy entiendo el duro camino recorrido como un regalo de la vida.