"Siento que vengo de una escuela que me construí a mí mismo", lanza Panchopepe, un artista plástico que se mueve entre las aguas de la acidez y la ternura. En su cuenta de Instagram sorprende y conmueve a sus miles de seguidores con dibujos, pinturas y viñetas gráficas que capturan escenas de la vida cotidiana, a veces bordeando lo existencial o lo político, pero siempre con humor e ironía.
Lo suyo, en primer lugar, es el terreno de la pintura. El paño y los pinceles. De hecho, publicó dos libros de pinturas: ¿Para qué sirven las personas? (2017) y El lubre (2019). "Me parecía una apuesta buena mezclar la pintura con el humor", dice sobre su estilo. "Caloi hacía mucho eso: tenía esa cosa muy humorística y graciosa sumado a una pintura y un dibujo técnicamente bellísimo."
"Siempre me pareció muy potente lo que podía generar un pequeño dibujo", dice y menciona como referencias también a Quino, Simon Hanselmann y la clásica tira Calvin y Hobbes. "Después, la parte de la pintura fue apareciendo más lento y de manera más progresiva. Nunca me imaginé que iba a ser pintor, me parecía que era algo imposible de hacer en esta era", cuenta el también admirador de las obras de Van Gogh y Picasso.
Ahora se encuentra trabajando en un libro que recopilará una selección de viñetas humorísticas, poéticas y experimentales que publica todas las semanas en sus redes. Se va llamar Aguas tostadas. "Son como mis aguafuertes", dice este artista que también toca la guitarra, escribe canciones y dicta talleres de pintura para jóvenes y adultos.
Panchopepe –seudónimo de Francisco Ferreras– maneja al menos dos registros plásticos: la pintura y la viñeta humorística, que funciona muy bien en el universo de las redes sociales. A veces conviven o se funden entre sí, y otras veces están bien disociados. Porque el dibujante, por momentos, se pone detallista con el lápiz y barroco con los acrílicos; y otras veces simplemente recurre a una idea gráfica sencilla, directa y concreta: "Me gustaría hablar toda la película", le dice un personaje a otro en el cine.
"A veces es un dibujo muy sencillo y otras veces hay una fuerza en mí que lleva a pintar de determinada manera; en definitiva todo se trata de una pequeñísima expresión humana momentánea", explica sobre la línea difusa que separa la pintura del humor gráfico. "Todo lo que hago está atravesado por el momento que está sucediendo", dice.
--Y en ese "momento que está sucediendo", ¿aparece la idea?
--A veces no tengo idea, no es que estoy buscando algo para transmitir. Simplemente me pongo a dibujar y cada vez que lo hago me pasan cosas interesantes. Estoy abierto a encontrar lo que carajo sea, porque la mayoría de las veces no me siento a dibujar con la idea terminada en mi cabeza. Y aparece una idea porque me sacude ahora y algo me hace mover, pensar o reír.
--Y en el sacudón mismo del hacer, ¿cuál es el desafío del dibujante?
--La observación es una de las cosas más importantes para pensar. Tanto desde la parte más práctica o técnica, para ver cómo es una mano que agarra una taza, hasta la observación más abstracta de la realidad. Por eso una obra solamente virtuosa y sin algún sustento desde la abstracción, más allá de la figuración, se termina cayendo por algún lado. Aunque a veces un frasco bellísimamente pintado te puede volver loco...
La comunicación y los vínculos en tiempos de hiperconexión también son temas recurrentes en su obra. La imposibilidad de decir algo, los malentendidos o el juego de palabras son recursos que le interesan. "Te algo", le dice, con cara inexpresiva, un personaje a otro que recibe el mensaje con exceso de amor. Esa tira llegó a la tapa del nuevo libro del psicólogo y comunicador Iván Chausovsky, #Aforrismos. A un clic del amor (2021).
En las páginas de la revista Crisis, Panchopepe desarrolla su costado más político o social. Ahí le tocó dibujar la sonrisa falsa de Macri, la Comarca Andina en llamas o escenas varias de la contaminación ambiental a causa del extractivismo. "Es complicado, desafiante y muy enriquecedor trabajar ahí", dice. "Sobre todo porque tengo muy poco tiempo para resolver un dibujo. A veces me cuesta encontrar el tema, sobre qué hablar. Pero en Crisis me dan tres o cuatro temas para resolver, sobre conflictos horribles de nuestro mundo", cuenta.
--¿Es importante tomar una posición previa sobre lo que dibujás?
--Sí, ni hablar. Mi obra siempre estuvo atravesada por la política y nunca me molestó decir lo que pensaba. De hecho, siempre me pareció valioso hablar sobre ciertas cosas. En un chiste muy sencillo puede haber un gesto político enorme.
Notas y tonos
Francisco Ferreras nació en 1989 en Puerto Madryn, donde vivió hasta los 18 años. "Mi viejo era un melómano total. Y tenía un programa de radio en la década del noventa en el que pasaba música que no sonaba en otras radios", cuenta. "Entonces, desde pendejo mamé mucha música y también empecé a tocar."
Ahora, en su vida en Buenos Aires, sigue siendo tan curioso con la música como siempre. Y eso también lo hizo rodearse de artistas musicales, además de tocar la guitarra y hacer canciones. "Y naturalmente fue apareciendo la conexión con gente que me pedía dibujos y tapas. De hecho, creía que me iba a dedicar a la música pero cuando apareció el dibujo y la pintura, me fui más para ese lado", revela.
Y tira una primicia. "Tengo dos proyectos de discos para sacar. Uno es una deformidad llamada Ciggarrillos, de experimentos con mi amigo de casa Julián Tunni, que es una de las personas que más admiro personal y musicalmente", adelanta. "Y el otro son covers también un poco deformes, de músicas que me gustan de amigues y desconocidos. Está todo tocado y mezclado (un poco mal) por mí, por lo que es bastante caótico, pero siento que tiene un sonido muy único y, sobre todo, lúdico."
En su cuenta de Instagram le comentan sus dibujos desde el uruguayo Leo Masliah hasta Juliana Gattas, Semilla Bucciarelli o Juana Molina. Con Juana, además de dibujarla, construyó una relación virtual especial basada en su profunda admiración. "Juana Molina es lo mejor que hay", resalta.
"Tengo dos hermanos mayores y el del medio compró un disco de Juana hace como 15 años y desde ahí la empezamos a escuchar. Nos flasheó mucho, sobre todo sus últimos tres discos, que son increíbles. Un día la dibujé y le encantó. Y me da likes, me comenta y yo me muero de amor. Marcó un camino desde su originalidad y su sinceridad. Hace algo que le pasa a ella y que solo ella puede hacer."
--Es fiel a su yo creativo, ¿no? Algo que está bueno trasladar a todo lo que uno hace…
--Siempre pensé en esto: la originalidad reside en la sinceridad. Simplemente hay que sincerarse con uno mismo y bajar lo que uno tiene. Y eso va a ser original. Si querés sonar como el Duki, estás en cualquiera. La fórmula es uno.