Desde Santiago, Chile
Un fantasma recorre a la derecha chilena: el del anticomunismo reactivado por la figura de Daniel Jadue, quien competirá en las primarias de la izquierda este domingo con Gabriel Boric, militante de Convergencia Social, parte del conglomerado Frente Amplio surgido tras las protestas estudiantiles del 2011. Jadue, quien acaba de ser reelecto como alcalde de Recoleta, lidera desde el año pasado todas las encuestas, siendo la última la de la consultora Criteria con un 18% frente a los 13% de Joaquín Lavín, de la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido surgido del pinochetismo en los años ochenta. Este último también competirá en las primarias de la derecha junto a los ex ministros del presidente Piñera, Sebastián Sichel, Ignacio Briones y Mario Desbordes. El arquitecto y sociólogo Jadue ha llamado la atención por su gestión alcaldicia al crear desde ópticas y farmacias hasta inmobiliarias populares, con precios por debajo del mercado. Pero también por un discurso que ha vuelto a poner en valor los derechos sociales, la redistribución del ingreso, el rol de los medios y el impuesto a los superricos. Durante estos meses se le ha dedicado columnas contra su programa económico, le han preguntado si es contradictorio que un comunista tenga un auto deportivo Mini Cooper o le “descubrieron” un anuario escolar donde sus compañeros del colegio alemán se burlaban de su supuesto antisemitismo. Por cierto: Jadue es de origen palestino, en su adolescencia militó en la OLP y no oculta sus críticas a la política exterior de Israel.
El historiador chileno Marcelo Casals es autor de papers y libros como “El alba de una revolución. La izquierda y la construcción estratégica de la ´Vía Chilena al Socialismo´". 1956-1970” (2010) y “La Creacion de la Amenaza Roja” (2016). Voz experta sobre para entender las raíces de este terror que genera en el oficialismo chileno la posibilidad real que Jadue sea el candidato presidencial para las elecciones del 20 de noviembre en Chile.
El PC chileno y sus anticuerpos
—¿No resulta desproporcionado que acusen al PC chileno de faltas cometidas por el partido en otros países, siendo que históricamente en Chile ha sido un partido que ha abierto caminos para los trabajadores y que no ha tomado la opción de la violencia en democracia?
—Esa es parte de la complejidad del asunto. El PC chileno es un partido local, con su propia trayectoria que, como dices, se ha caracterizado por la inclusión institucional, el respeto a los marcos constitucionales y el apoyo a la lenta democratización del sistema político chileno. También aspiró a representar a la muy real clase obrera organizada del siglo XX en sus intentos por hacer frente a la expoliación oligárquica. Pero también es un partido que hizo suya la legitimidad revolucionaria socialista del siglo XX en su codificación soviética, y moldeó su retórica, imaginario y visión de mundo a partir de esa experiencia. Por eso es diferente y por eso su mera existencia causaba y causa tantos anticuerpos. Por supuesto, eso no alcanza para endilgarle la responsabilidad de los desvaríos autoritarios o la paranoia estalinista de los socialismos reales (aunque eso no los exime de la crítica legítima que se les pueda hacer por lecturas de las cuales los mismos comunistas se arrepintieron después). Hacerlo implica creer que el mundo es plano, y que un comunista de aquí y un comunista de allá son siempre lo mismo, sin que exista un proceso de adaptación local y articulación con tradiciones específicas de ideologías de circulación global. Lo podría entender -aunque no justificar- como arma de política contingente. Como elaboración intelectual o académica es, por supuesto, pobre y malintencionada.
—De todas formas parece haberse cristalizado un sentimiento o una actitud de apoyo al PC sobre todo el poblaciones y pueblos pequeños, quizá como reacción a este anticomunismo de las elites.
—Yo no reduciría el anticomunismo a las “élites”. No al menos históricamente. En momentos de radicalización y polarización aguda, hubo fracciones relevantes de sectores medios y aún populares que se plegaron a este tipo de narrativas. Pensemos en las “Ligas Patrióticas” de principios del siglo XX -que también las hubo en Argentina- o en el apoyo social al golpe de Estado de 1973 y a la dictadura militar en sus primeros años, que hizo del anticomunismo una especie de ideología oficial de Estado y que logró captar una adhesión importante. Y aún hoy. Tengo vecinos de cierta edad y del muy clasemediero barrio de Santiago en el que vivo que para el estallido social de octubre del 2019 me comentaban temerosos las consecuencias de las protestas de “los comunistas”. En todo caso, tienes razón. Al mismo tiempo hoy es el momento de mayor relevancia pública y prestigio político del PC desde la Unidad Popular. Por lo mismo, existe también cierta ridiculización general de las expresiones anticomunistas más grotescas, lo que por supuesto les resta efectividad
“Los ataques se van a multiplicar”
—En Chile los medios masivos cuestionan a Jadue en lo personal, preguntándole incluso por qué tiene un auto supuestamente “caro”. ¿Qué piensas al respecto?
—Es parte de la lucha política contingente, y no su parte más luminosa. En elecciones competitivas y polarizadas, ataques como ese se van a multiplicar. Algunos de ellos buscan conectar con algunos de los tópicos históricos de las narrativas anticomunistas, como el hecho de que los líderes comunistas en realidad abrigarían intereses egoístas para transformarse en castas, por lo que su preocupación por el bienestar popular sería mera hipocresía. Algo así, por cierto, podría decirse de ciertas experiencias socialistas, pero en ningún caso del comportamiento de los líderes del PC chileno. También han innovado en los ataques. Daniel Jadue es a la vez un destacado miembro de la comunidad palestina chilena, que a su vez es una de las colonias más grandes fuera de Medio Oriente. Su apoyo a la causa palestina le han granjeado incluso acusaciones de antisemitismo desde la derecha en el Congreso Nacional en virtud de lo que aparecería en… su anuario del colegio. Ese es el nivel. Pero en fin, sin ser la mejor cara de la política, no es extraño que estas cosas sucedan dadas, nuevamente, las particularidades históricas e ideológicas del PC chileno, y su auge político y electoral desde octubre del 2019 en adelante.
—¿Cómo ves la evolución del PC en cuanto a sus posturas políticas pero también en cuanto a su relación con el electorado chileno?
—El PC viene saliendo de varias décadas de relativa irrelevancia política durante la transición a la democracia, y que empezó a romper a partir de su acercamiento a la Concertación y los pactos electorales que le permitieron volver al Congreso Nacional hace algo más de una década. Paradójicamente, hoy su crecimiento se da en buena parte por su crítica y diferenciación con la transición llevada a cabo por la Concertación, y en particular ante la mantención de los aspectos centrales del modelo económico neoliberal en esos años. El estallido social del 2019 puede leerse -entre otras cosas- como una reacción popular ante la mercantilización de aspectos vitales de la vida social (pensiones, vivienda, salud, etc.) o la sub-financiación de sus sucedáneos estatales. Fue en ese contexto que las viejas críticas de la izquierda dentro y fuera de la Concertación lograron mayor legitimidad y han sido las que han captado mayor apoyo electoral. A todo eso se le suma un fuerte ambiente antipartidos que también genera réditos, pero que al parecer no ha afectado mayormente al PC. En fin, creo que la popularidad de Jadue puede marcar la proyección hacia el futuro de una línea más “dura” del PC, reacia a aproximarse al centro y con aspiraciones de gobierno propias, ya no ocupando un rol subordinado en algún bloque más amplio. Es una apuesta grande, que creo que la definirá en cierta medida el posible impacto de la reedición de los imaginarios anticomunistas y, por supuesto, la capacidad del propio PC y sus aliados por alejar esos fantasmas.