Habían prometido partidazo y eso fue lo que entregaron. Boca vencía a San Lorenzo hasta los 90 minutos de la final del Apertura, pero las azulgranas no lo habían dado por perdido aún: en ese suspiro final, Sindy Ramírez marcó el 1-1, estiró el desenlace espectacular hasta los penales y allí las de Boedo vencieron por 3-2 para gritar que son las nuevas campeonas del fútbol femenino semiprofesional.
Carolina Troncoso, veloz atacante xeneize, firmó con su nombre el único gol que ofreció Boca en la final. A los 18 minutos, las Gladiadoras sellaron con su grito la hegemonía con que arrancaron el juego en Morón. La jugada empezó con una imprecisión de San Lorenzo -otro signo de ese arranque-, que perdió la pelota tras un lateral, porque enseguida las campeonas apuraron un pelotazo para la corrida de Troncoso, que venció los dos cierres defensivos azulgranas y también a su arquera para poner el 1-0.
Después del gol, sin embargo, el vértigo y la superioridad xeneize no volvieron a traducirse con la misma precisión y la claridad posicional que habían tenido al comienzo. Las Santitas, con algo de su capitana Eliana Medina -que le metió un lindo caño a Fabiana Vallejos- y de Débora Molina, su goleadora, lograron ganar algo de confianza para mostrar ese juego que las había llevado hasta la final.
En el segundo tiempo, con los ingresos de Nicole Hain por Macarena Sánchez y de Rocío Vázquez por Sabina Coronel, San Lorenzo siguió en esa sintonía de recuperación, más allá de que continuó siendo el conjunto dirigido por Christian Meloni el único que merodeaba el área rival con sed de gol.
A los 12 minutos de la segunda mitad, de hecho, las conducidas por Nicolás Basualdo hicieron intervenir por primera vez a Laurina Oliveros, custodia del arco xeneize. En lo que insinuó un arranque encendido de Vázquez, la mediocampista fue la que armó la maniobra ofensiva y abrió para su capitana hacia la derecha, pero finalmente Medina sacó un remate sin mucha potencia que, aunque inquietó, no le supuso mayor dificultad a la arquera de Boca. Pero ese avance silencioso de San Lorenzo sobre territorio xeneize también era fruto de un sacrificio más invisible, de todo el equipo de Boedo. Cecilia López fue signo de esa labor minimalista, conteniendo a la indescifrable y poderosa Yamila Rodríguez, a quien le ganó seis duelos directos en la noche en Morón.
La jugada que ante la UAI Urquiza les había permitido abrir el marcador tras un juego también difícil, aquella vez a los 39 minutos del segundo tiempo de la semifinal, esta vez no llegaba para San Lorenzo. Pero las azulgranas salieron a buscar el empate. Y se le vinieron encima a Boca, con más alma y personalidad que juego. Con la zaguera uruguaya Sindy Ramírez pisando el área como la nueve más voraz. La igualdad llegó cuando el reloj decía que se cumplían 90 minutos: un desconcierto en el fondo de las Gladiadoras hizo que se enredaran en el área y vieran a las de Boedo tenderles la red, cuando Eli Medina cedió rápido para Ramírez, que no perdonó.
El grito afónico que llegó hasta Boedo y volvió a Morón como un eco, encontró a las de de azul y rojo -anoche de negro- más confiadas y en plena magia para los penales. Boca llegó a esa definición conmovido por el impacto y por una decisión de Meloni cuando se iba el partido, porque el DT xeneize sacó a Oliveros y metió a Dulce Tórtolo, depositando en ella toda su esperanza para los penales. La colorada arquera vaya si cumplió: hizo su gol, como Eliana Stábile, y atajó los penales de Hain y Molina.
Pero Fabiana Vallejos, Clarisa Huber y Yamila Rodríguez erraron los suyos. Y antes habían convertido la capitana y la goleadora de la noche que vistió a Morón de azulgrana. Por eso cuando Karen Puentes -que fue la última que pateó- convirtió el 3-2 que cerró la serie, desató la emoción de hinchas y jugadoras de San Lorenzo, ese que fue el primer equipo en firmar contratos en este nuevo tiempo semiprofesional, ese que fichó a Maca Sánchez, goleadora y pionera de la lucha por el fútbol rentado, ese que sólo perdió contra Boca en esta nueva era y que fue el único capaz de destronarlo, ese que ahora es el nuevo campeón.