El acto por los 27 años del atentado a la AMIA, que se cumplen este domingo, fue virtual y tuvo como centro el discurso del presidente de la entidad mutual de la comunidad judía argentina, Ariel Eichbaum. Fue un discurso notable tanto por lo que dijo como por lo que no dijo, silencios que son señales políticas muy fuertes. El más notable fue la total ausencia de toda mención a la amañada causa por el memorándum con Irán, que coincidió con la audiencia de enorme importancia en la que declaró la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La causa, en la que se inventó que el gobierno anterior al de Mauricio Macri traicionaba a la patria, se está cayendo a pedazos. Otro hecho significativo fue el rechazo total a otro invento macrista, el juicio en ausencia de los terroristas, que Eichbaum consideró directamente inconstitucional.
El acto empezó puntualmente a las 9.53, hora del atentado del lunes 18 de julio de 1994 que dejó 85 muertos, con el sonido de una sirena. Completamente virtual y transmitido por un canal de Youtube, la ceremonia comenzó con testimonios de sobrevivientes del estallido en la calle Pasteur. Se escuchó a empleados de la AMIA como Raquel Fainstein, Silvia Bernstein y Javier Waldman, a vecinos como Fanny Sterembaum, Hela Schreiber y Adriana Sibilla, y a gente que causalmente estaba en el barrio, como Silvio Duniec, Juan Carlos Espada y José Gallardo. Luego, también como es tradición, se leyeron los nombres de todas las víctimas. El audio fue de un acto presencial, anterior a la pandemia, con un sonido roto y urgente, y el público diciendo “presente” a cada nombre.
Y luego vino el verdadero centro del acto, el mensaje de fondo. Eichbaum arrancó condenando al terrorismo fundamentalista, que causó “un atentado que marcó el país para siempre”. El presidente de la AMIA exigió que los responsables sean capturados y castigados por “este crimen de lesa humanidad” que constituye “una herida que no cicatriza”. Y señaló que la impunidad no puede aceptarse “como algo natural”, que hay que combatir “la indiferencia cada vez mayor”, porque es “un imperativo moral”.
Llevados al terreno moral, se podría esperar algo similar a una autocrítica recordando el activo rol de las instituciones principales, AMIA y DAIA, en cubrir al gobierno de Carlos Menem de todo rastro de complicidad o al menos de desidia. El entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, tuvo largos años de complicaciones legales graves por su notable rol en el encubrimiento y el armado de causas del juez Juan José Galeano. Pero el objetivo de Eichbaum tenía en mente otros “hechos concretos y recientes que aumentan nuestro escepticismo”. El dardo se dirigía al Tribunal Oral Federal 3, que a fin de año liberó a Carlos Telleldín de los cargos de haber vendido una Trafic en la que se armó la bomba del atentado.
Eichbaum consideró “que había pruebas”, sin demorarse en considerar el grado de contaminación de una causa básicamente armada por Galeano, un juez que también fue procesado por encubrimiento. El presidente de la AMIA prefirió decir que “confiamos” en que la Cámara de Casación revise la causa y “haga lugar a la condena”. Las críticas continuaron con el reclamo de que se nombre de una vez un juez a cargo de la causa y un palo a los fiscales, que “¿hace cuánto que no producen alguna información? ¿En qué gastan su tiempo y sus recursos?”
Y entonces vinieron los dos hechos centrales. El primero fue lo que los ingleses llaman “un elogio con cachetazo”, que en este caso fue destacar que Argentina considera a Hezbolá un grupo terrorista sólo para exigir que se haga lo mismo con Hamás. El concepto puede llamar la atención, hasta que se recuerda que es un pedido standard de lo más granado de la derecha israelí, tema de plataforma electoral. El segundo hecho fue tomar distancia tajante de la DAIA criticando la idea de hacerle un juicio en ausencia a los iraníes acusado de organizar el atentado, la “solución” propuesta por el macrismo cuando era gobierno. Eichbaum fue muy claro al explicar que esa idea no sólo no existe en nuestra tradición legal, sino que directamente contradice “nuestra Carta Magna”.
Del otro invento macrista, la causa por el memorándum de entendimiento con Irán, que buscaba interrogar a los acusados en ese país, no hubo ni una palabra. En contraste, la DAIA, la organización más social y política de la comunidad, avisó que no iba a estar presente “en protesta” por el posible cierre de la causa. Es una señal muy clara de que la AMIA no quiere involucrarse más en políticas que la enfrenten con gobiernos. Lo que explica también el silencio sobre otro invento que generó tantísimas teorías conspirativas, el suicidio del fiscal Alberto Nisman.