La nueva ley de biocombustibles aprobada en el Senado en las primeras horas de este viernes implica una parcial marcha atrás en el régimen de promoción sancionado en 2006. La norma establece nuevos porcentajes de cortes obligatorios en los combustibles. En la nafta, se mantiene el corte del 12 por ciento con el aporte en partes iguales de bioetanol elaborado a base de caña de azúcar y de biomasa derivada del maíz, aunque se atribuye al gobierno la posibilidad de una reducción de 3 puntos en el caso del maíz. El corte obligatorio de biodiesel de soja en gasoil se reduce del 10 al 5 por ciento, con una eventual rebaja adicional hasta el 3 por ciento.
La ley recibió 43 votos a favor y 19 en contra. A nivel regional, la iniciativa impulsada por el oficialismo contó con apoyo en las provincias ligadas a la producción hidrocarburífera, ya que permite el reemplazo de parte de la producción de biocombustible por combustible fósil. En cambio, cosechó un fuerte rechazo por parte de las provincias en donde el sector del bio es más fuerte, como Córdoba y Santa Fe. En cambio, el sector azucarero apoyó la norma, ya que le mantiene el piso de su inserción en naftas.
El sector
El régimen de promoción nacional de 2006 estableció por quince años una mezcla obligatoria de biocombustibles del 5 por ciento de bioetanol en naftas y 5 por ciento de biodiesel en gasoil a partir de 2010 y luego se incrementó hasta el 12 y 10 por ciento, respectivamente. Además, se establecieron una larga serie de beneficios impositivos a los productores de biocombustibles. El impacto fue notable: en diez años, la producción de biodiesel se duplicó y el bioetanol se multiplicó por cinco. El régimen promocional expiró el pasado 12 de mayo y fue prorrogado de forma provisoria en dos oportunidades.
El sector se compone de 36 empresas que producen biodiesel y 19 empresas de bioetanol. En biodiesel, hay grandes empresas integradas, ligadas a las cerealeras y con perfil exportador, junto con pymes que venden al mercado interno. Más de la mitad de la producción tiene destino de exportación. En bioetanol, las empresas son medianas y están orientadas al mercado doméstico. El sector emplea a unas 4500 personas de forma directa.
La ley
La nueva ley tendrá vigencia hasta 2030. Mantiene el mercado de bio para la caña de azúcar, lo cual para el gobierno tiene sentido porque le permite a ese sector despachar la parte de su producción que supera a la demanda tradicional en el mercado interno. A la vez, le da un horizonte algo mejor dada la creciente retracción en su uso en la alimentación.
En cambio, la discriminación de la ley en contra del maíz y la soja respondería al fuerte desarrollo de mercado exportador de estos cultivos. Tanto el maíz como la soja se venden en forma de poroto, harina o aceite y la Argentina es el tercer y primer exportador mundial, respectivamente.
Sin embargo, en el segmento del biocombustible el mercado externo es bastante menos grato, ya que se han registrado problemas desde 2016 por la aplicación de medidas antidumping tanto en la UE como en EEUU contra el biodiesel argentino. Encima, las perspectivas no son muy alentadoras, ya que Europa puso un techo a los bio que reduce las mezclas actuales para 2030 y en Estados Unidos podría pasar algo parecido. Por ello, las empresas productoras de biodiesel se enfrentan a la norma actual, que les restringe el mercado interno.
El régimen que ahora comienza mantiene la imposibilidad de que las grandes expresas vendan al exterior y al mercado interno de forma simultánea y además define que para el abastecimiento local tendrán fuerte prioridad las empresas pymes: las firmas que accedan a la promoción no podrán producir más de 50 mil toneladas de biodiesel y 90 mil metros cúbicos de bioetanol por año. Las grandes aceiteras plantean que esa limitación "prohíbe la venta a las empresas que hicieron mayores inversiones".
Desde el sector del biocombustible también se aprovecha el argumento ambiental, ya que el retroceso de la mezcla en principio implica un aumento de las emisiones de gases efecto invernadero derivada de la utilización del combustible en los motores. De todas maneras, hay informes que advierten que el efecto positivo de los bio es reducido por el consumo de combustible necesario para la producción agrícola, por ejemplo, en la producción de fertilizantes y para el uso de la maquinaria.