La dramaturga y directora Lorena Romanin supo conquistar al público con su obra Como si pasara un tren, uno de los títulos más convocantes del circuito teatral independiente de los últimos años. Y, de manera inevitable, algo de ese éxito ayuda a contagiar entusiasmo frente al próximo estreno de Ana y Wiwi, su primera propuesta pensada para las infancias y una de las principales novedades de estas vacaciones de invierno.
Escrita y dirigida por Romanin, la pieza pensada para niños y niñas desde los 3 años podrá verse desde este sábado, con funciones de jueves a domingos a las 17 en la sala A del Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Interpretada por Luciana Grasso, Mariano Mandetta y Jorgelina Vera, la puesta cuenta con la actuación especial de la titiritera Daniela Fiorentino y con la música original en vivo de Yacaré Manso.
Ana, una nena de 10 años, es la protagonista de esta historia. Ella acaba de perder a su mamá, y pasa los días acompañando a su padre que trabaja como capataz en el campo. La rutina es triste y monótona hasta que un día ambos asisten al parto de una vaca y al nacimiento de Wiwi, una hermosa ternera que se convierte en una compañía inseparable para Ana. Pero la alegría no dura mucho, porque la dueña del campo busca llevarse al animal para venderlo.
“Creo que es un proyecto que va a funcionar muy bien para toda la familia, y me pregunto cómo vivirán determinadas escenas los chicos y las chicas. Estoy súper entusiasmada con ese encuentro porque es una obra particular que tiene momentos intensos”, cuenta la dramaturga acerca del material donde se combinan escenas emotivas y alegres. “No se puede hacer una obra sin tomar un riesgo, y menos yo que estoy incursionando en un tipo de teatro en el que no suelo trabajar. Estoy re contenta con eso”.
En su doble rol de autora y directora, Romanin se ha enfocado en trabajos destinados a un público adulto, y con un eje puesto en las relaciones afectivas. Y algo de ese espíritu se recupera en esta ocasión, aunque con el plus de un contenido apto para los más chiquitos. “Mi interés por el teatro infantil surge a partir de ser mamá. De todas maneras, trabajé esta obra como cualquier otra obra mía. Daniela Fiorentino, que es una titiritera con muchísima experiencia trabajando con público infantil, me ayudó mucho a armar esta puesta, porque las obras que hago yo son más cerradas, y en este caso tenía que pensar cómo vincular a los actores y actrices con los espectadores”, sostiene la directora que confiesa que hay algo de autobiográfico en lo que ocurre en escena.
“Las obras aparecen en mí a partir de imágenes. Y en este caso, Ana y Wiwi apareció yendo por la ruta, donde el paisaje y la presencia de un gaucho me llevó a pensar en una historia que ocurriera en el campo. De chiquita, yo iba mucho al campo porque mi papá trabajaba ahí, y eso también influyó. Por otro lado, también quería hablar del maltrato animal que es algo que está muy naturalizado”.
Pero si ya es una novedad comunicar para otras edades, la autora decidió añadir a su dramaturgia la dificultad de una puesta donde el texto es mínimo y la acción dramática se centra en la gestualidad y los movimientos. “A mí me gusta mucho escribir diálogos, entonces que los personajes casi no hablen fue el desafío más grande porque eso me llevó a hacer otro tipo de dirección. Me parecía interesante encarar este proyecto así, pensando en la posibilidad de poder llevarlo a otros países en los que no se hable español. En un momento pensé que hubiera un narrador o una voz en off, porque tenía mucho miedo de que no se entendiera nada (risas), pero me parece que está buenísima la experiencia de trabajar con poco texto. En ese marco, la estética, la música y el código de actuación tienen que sumar y ser perfectos”.
Después de seis temporadas consecutivas en cartel con una historia que funciona y gusta como es el caso de lo ocurrido con Como si pasara un tren, Romanin sabe que no puede esperar los mismos resultados pero anhela que esta nueva historia pueda transitar un largo camino. “Una de las cosas que me gusta tener en cuenta al momento de hacer, es que se puede fallar. Cada obra es un riesgo, y está bueno que lo que se hace sea honesto. Esta es una propuesta que viene muy angelada, pero tengo que esperar a ver qué les pasa a les niñes. Es un espectáculo distinto y tenemos muchas ganas de hacerlo. Yo creo que tiene futuro”.