Miami ha sido y es la cuna de la enésima cruzada contra Cuba. Su alcalde, el republicano Francis Suárez, declaró que no deberían descartarse los bombardeos sobre la isla. Lo dijo sin sonrojarse el martes 13 en una entrevista con Fox News. El senador de su mismo partido, Marco Rubio, criticó con ironía al movimiento Black Lives Matters porque éste cuestionó al bloqueo de Estados Unidos Invitó a sus miembros a emigrar hacia la mayor de las Antillas. Otro que jugó fuerte es Carlos A. Giménez, representante en el Congreso de doble rasero. Defensor de las políticas represivas de Donald Trump en la frontera con México que ahora busca “una manera de financiar” a la oposición del gobierno de Miguel Díaz Canel. Los tres tienen un origen común: son cubano-americanos. Como el grupo que pretende juntar más de cien embarcaciones para montar una provocación en aguas internacionales a 15 millas del malecón habanero. Saldrían este lunes, si reúnen a su armada Brancaleone y se los permite el tiempo. En un video de Instagram anticiparon: “no vamos a entrar a Cuba, no somos Rambos, no somos suicidas”. Un tal Osdany Veloz ofició de vocero.
Como los señores feudales de la Europa Medieval, buscan ingresar triunfantes al Santo Sepulcro que parece haberse mudado a La Habana. La iglesia Católica de Miami los estimula entre crucifijos y relicarios. Esta semana se congregaron en la Ermita de la Caridad del Cobre. Le pidieron a la Virgen que “salvara a Cuba” mientras la colectividad cortaba la autopista Palmetto, que cruza la ciudad de norte a sur. Este piquete generó un problema para el gobernador de Florida Ron DeSantis, prematuro presidenciable republicano para las elecciones de 2024.
Es el mentor de la ley antidistubios del Estado sureño, la llamada HB 1 que endurece las penas contra las movilizaciones callejeras. Se aprobó después de que el Black Lives Matter (BLM) tomara varias ciudades del país cuando la Policía de Mineápolis, Minesota, asesinó al afroamericano George Floyd. Ahora debería aplicársela a los que agitan contra Cuba, dicen quienes le reprochan su doble estándar. Se lo recordó uno de los miembros del movimiento BLM. Tiffanny Banks declaró: “Cuando intentamos hacer lo mismo de una manera muy pacífica, DeSantis vino a buscarnos”.
Suárez, el joven alcalde que heredó el mismo cargo de su padre Xavier (lo ejerció tres veces en la década del ’80) fue quien llegó más lejos en sus amenazas contra Cuba. Entrevistado por la cadena ultraconservadora Fox News pidió que el gobierno de Joe Biden considerara soluciones punitivas al estilo Libia, Panamá y Yugoslavia. “Lo que estoy sugiriendo es que esa opción es una que debe explorarse y una que no puede simplemente descartarse”, comentó.
Por ahora Washington solo decidió mandar dinero a la oposición agitadora que intenta desacreditar al gobierno cubano. El colombiano-estadounidense Juan Gonzalez, principal asesor de Biden para América Latina reconoció que le están dando “20 millones a actores demócraticos” y “especificamente a aquellos actores democraticos que están difundiendo información, que están comunicando, que se están organizando”, lo que prueba la injerencia de EE.UU. El funcionario lo contó desde la misma Casa Blanca en una conferencia de prensa.
La sugerencia militarista del alcalde Suárez ratifica que Miami es el epicentro de una serie de conspiraciones y decenas de atentados contra Cuba desde hace seis décadas. Se convirtió en la capital doliente de una invasión fracasada en Playa Girón en 1961, en la guarida de Luis Posada Carriles después de que planeara la voladura del avión de pasajeros de la aerolínea Cubana en 1976 y de los ataques con bombas en la isla que mataron al turista italiano Fabio Di Celmo en 1997.
Tratándose de Suárez, la propuesta de una solución militar es una provocación que denota el sentimiento que domina en Miami. Si el funcionario propuso ataques aéreos para rendir al gobierno de la isla, el instagramer Veloz está intentando reunir un centenar de lanchas y botes en Governement Cut. Un acto de propaganda bilingüe destinado a la comunidad anticastrista y a los nostálgicos de la Brigada 2506. Aquella que organizó la CIA y que fue rechazada en la costa cubana en abril del ’61.
Suárez suele hablar frente a ese auditorio en estos días de agitación. “Si dios quiere, un día como éste vamos a poner una estatua como esta en Cuba”, arengó a metros de un monumento que homenajea a “los mártires de Bahía de Cochinos”. El nombre con que la contrarrevolución cubana llama a la gesta de Girón. Fidel Castro comandó en persona la defensa de Cuba y en 66 horas su ejército de la Sierra Maestra rechazó la invasión. A esa operación le pusieron un nombre de Walt Disney: Pluto. Los mercenarios que sobrevivieron se rindieron o fueron muertos. En el lugar se recuerda el hecho con un gran cartel que dice: “Playa Girón: primera derrota del Imperialismo en América Latina”.
La nerviosa actualidad de Miami, como se ve, no pasa solo por el rescate de los últimos cuerpos de las víctimas fatales del derrumbe en la Champlain Towers South el pasado 24 de junio. Mientras las calles de la capital cubana recobraron de a poco la tranquilidad, con marchas incluidas de apoyo al gobierno – este sábado y muy temprano, hubo un gran acto en el Malecón donde se hicieron presentes el presidente Díaz Canel y Raúl Castro-, en la Pequeña Habana, al otro lado del estrecho de Florida, sigue el frenesí de pedidos intervencionistas a Biden. Como si Estados Unidos no hubiera aplicado esa política a lo largo de seis décadas. Con un bloqueo que Naciones Unidas rechazó en 29 votaciones sucesivas y que Trump llevó al punto más alto, con 243 medidas contra la economía de la isla en cuatro años.
Pero ahora la vedette de las nuevas injerencias sobre Cuba es la llamada guerra de cuarta generación. Las fake news que no necesitan transporte aéreo ni anfibio para dar en el blanco. Según el analista español de redes sociales Julián Macías Tovar, la filosa campaña actual partió de dos cuentas de twitter. Una operó desde Miami y la otra de Buenos Aires. Son la de un activista cubano llamado Yusnabi y la del argentino Agustín Antonetti que vomitan tuits de a racimos. A este último lo denunció en televisión el gobierno cubano. Algunos medios lo presentan como un jovencito de 20 años pero tiene su cuenta en twitter desde septiembre de 2011. Si fuera así, la abrió a los 10. Al ritmo que lleva en once años (más de 36 mil tuits) bate récords sobre fake news dedicados a Cuba a tiempo completo. Integra la Fundación Libertad, un think tank de la derecha con sede en Rosario y anfitriona de Mauricio Macri, Sebastián Piñera y Mario Vargas Llosa en una entrevista muy publicitada de 2018.
Así se lleva adelante la guerra híbrida contra Cuba. Desde las computadoras o celulares. Pero también vale como recurso publicitario un rascacielos como el Paramount Miami Worldcenter Tower. Sus 36 pisos sirvieron de escaparate para que flameara una bandera cubana con la palabra libertad. Una libertad que está presuntamente garantizada en EE.UU. El país con la más alta tasa de presos por 100 mil habitantes del mundo (655 a julio de 2020). Uno de cada cuatro detenidos en el planeta - con y sin condena- está arrumbado en una cárcel del sistema penitenciario estadounidense. Y hay presos políticos como en la mayoría de las naciones, sin distinción posible entre gobiernos.