Por la entrada a Luján desde la Ruta 6 se ven puestos de venta: "conos de papa-frita", naranjas "a buen precio". Ya con las cúpulas de su emblemática Basílica de fondo, la ciudad muestra un movimiento atípico. Sus negocios abiertos, mucha gente en las calles --todos con barbijo-- y tránsito moderado, hablan del nuevo estatus: desde el martes 13 Luján es una “ciudad protegida” frente a la pandemia de coronavirus. Ya suman 31 las localidades con ese rango en la provincia de Buenos Aires.
"Aquí está inmunizado con primera dosis el 98 por ciento de los inscriptos al plan de vacunación, y ya se vacunó al 83 por ciento de la población objetivo", explica el intendente Leonardo Boto en la entrevista con Página/12. Se refiere a los mayores de 18 años con factores de riesgo, más docentes, personal de salud y de seguridad.
La ciudad es cabecera de un partido que cuenta con más de 130.000 habitantes, entre las localidades de Carlos Keen, Jáuregui, Olivera, Open Door, Cortinez y Torres. Forma parte del tercer cordón del área metropolitana: "Es el final del conurbano o el comienzo del interior del país", define Boto. Y la composición socioeconómica incluye un alto porcentaje de adultos mayores, junto a sectores medios y trabajadores del agro, la industria y el comercio.
Junto al sector agropecuario que consolida su devenir en "400 años de historia" está "el turismo de fe". Su característica más resonante, el motor que dinamiza su perfil. Aunque la industria autopartista, textil y alimenticia siguieron funcionando desde que las aperturas lo permitieron "un tercio de la economía se mueve por el comercio y el turismo de fe", explica Boto. Alrededor de la Basílica hay un alto nivel de economía informal: pochocleros y santeros que complementan el circuito de restoranes y hoteles. "Un año sin visitantes fue dramático para Luján", lamenta Boto.
Sobre la calle San Martín, la gran plaza frente a la Basílica está vacía. Parece más grande, iluminada por el sol del mediodía. Apenas la recorren unas pocas personas. Frente a la Basílica hay una docena de puestos de santeros. Muy pocos frente a los 117 que se instalaban en tiempos previos al coronavirus. Romina atiende el puesto de su familia. "Lo peor fue cuando se empezaron a contagiar todos, y se moría la gente, hubo muchísimos casos", cuenta. Ella no se contagió, sus padres tampoco. "Pero no vinieron más a atender. Aunque ya tienen las dos dosis", agrega.
"En cuarentena la Basílica estaba cerrada, después volvimos. Pero tuvimos que dejar de salir de nuevo, en la segunda ola", grafica Romina sobre las medidas. "Y volvimos de nuevo", se alegra. Usa uniforme, guardapolvo blanco, pechera azul. De la Sociedad de Santeros. Además de los 117 puestos de santeros, en la plaza falta otra cantidad similar de puesto de juguetes, flores, gorros, comidas. Romina los extraña, pero reconoce que ante "la incertidumbre del contagio", lo mejor son las medidas.
La salud pública
Luján reportó 650 contagios por semana, en el pico más alto, este mes de mayo. La estrategia de protección ajustó entonces los mecanismos de la cuarentena: se volvió al confinamiento. Pero se intensificó la vacunación. "El flujo de vacunas se aseguró hace un mes", explican desde el municipio. Eso permitió llegar a 1.600 aplicaciones por día, en todo el distrito. Y lograr el nuevo estatus: tener a toda la población inscripta, vacunada.
Se trabaja con un comité de crisis que fue ampliado desde abril, para implementar protocolos que permiten llevar adelante las actividades de manera segura. Con un sistema de salud pública fortalecido desde el año pasado --de 8 camas de terapia se pasó a 35--, y un alto nivel de vacunación, la ciudad de la virgen patrona de la Argentina, de los caminos, del campo, de los ferrocarriles, y de la Policía Federal, logró controlar la segunda ola pandémica, bajar el nivel de letalidad y acortar la permanencia en terapia sobre todo en los jóvenes, que reportan las internaciones más prolongadas.
El sistema de salud se sostiene en la gestión pública. "Acá nadie va al privado, todos al público" confirma Romina. Lo explica "por la calidad humana, que se necesita en estos días". Desde la intendencia confirman que el Hospital Nuestra Señora de Luján impuso una férrea disciplina para controlar casos, realizar testeos y acompañar los dispositivos en lugares alejados del centro. Los operativos barriales de vacunación y detección de casos se suman a dos grandes centros de vacunación. Y funcionan para todo el partido.
Este jueves, en la plaza del barrio San Cayetano, el operativo incluye vacunas del calendario y controles sanitarios, también castración perruna. El nuevo estatus lo permite. Unas treinta personas esperan para castrar a sus mascotas. Son más que en tráiler de vacunación antigripal. Alma tiene 10 años, usa barbijo y trajo "los cachorritos de Pepa" para dar en adopción. Su mamá está en el tráiler de castración, con Pepa. En otro sector de la plaza hay un Punto Ciudadano para hacer tramites: ANSES, PAMI, UPCN: el Estado, descentralizado, en acción.
Alma usa barbijo: "Me da un poco de miedo el virus ¡mirá si te contagiás!". En la escuela "la seño usa máscara". Ellos usan barbijo, "menos en gimnasia". Le gusta usar barbijo. "Somos poquitos, por la burbuja. Tenemos miedo, pero nos cuidamos" dice.
La respuesta de la población a la campaña sanitaria "tuvo que ver con el miedo" sostiene Romina, la santera. "Por eso ahora la gente se vacuna, y se cuida. Está bien ahora", insiste. "Hubo conciencia en la gente --señala el intendente--, se entendió que nadie es enemigo de nadie". Con ese espíritu trabajó el comité de crisis. En diálogo con el comercio --dos tercios de la estructura se mueve por empresas familiares y por pymes--, y con Defensa Civil.
"Hoy en el centro de aislamiento no tenemos gente, gracias al trabajo que se desarrolla en todo el partido", señala Adrián Feijo, responsable de Defensa Civil. El área tuvo a su cargo el año pasado, cerrar y controlar el movimiento en las entradas de cada localidad, en este partido cruzado por tres rutas nacionales: 5, 6 y 7. Solo Luján tiene más de veinte ingresos. Fue importante para el control del tránsito, explica Feijo, la red de comunicación con los parques industriales y los comercios. "La comunidad reunida en su defensa. Prendió esa idea. Y la ciudad se protegió", sentencia Feijo.
El centro de vacunación
Lina tiene 20 años. Sale del centro de vacunación del Polideportivo con su certificado. Le tocó Sputnik. Estudia fonoaudiología en la UBA. "Ahora virtual", puede hacerlo desde su casa, eso le gusta. También le gusta la respuesta que dio la ciudad de "cuidarse y cuidar al otro" dice. "Creo que hay una nueva conciencia, que surgió con esto", reflexiona. Sin embargo, en la misma vereda, un matrimonio de personas mayores, Celia y José, habla con Raúl, otro vecino. Son jubilados. Vinieron a ver cuándo les toca la segunda dosis. Reclaman que se vacune a los jóvenes y que los jóvenes no se cuidan. "Algunos toman mate de a uno, pero otros… ¡se pasan el mate!" dice Celia, molesta. Pero admite: "igual podemos salir, y venir acá a preguntar todo, es importante esto".
"Hay un poco más de conciencia" aporta ya en la cola del ingreso Gerónimo Otranto. Es músico, toca la guitarra. Está contento. Hoy se vacuna. "Estar protegidos es cuidar al otro, eso se fomentó y la gente se lo tomó en serio. Al menos en las burbujas donde me encuentro", señala. Piensa en sus padres y en sus abuelos. Valora los controles: "el PCR exprés, la difusión de los cuidados". Y exclama: "¡Es una pandemia, no es una pavada!".
Cuando Gerónimo llegue a la mesa del triage, lo atenderá Mariana Cáseres, coordinadora del centro. De lunes a lunes y por turnos, se vacuna a 150 personas por hora. "Más la demanda espontánea", aclara Cáseres. Su púbico favorito son los adultos mayores: "todos muy agradecidos". "Los jóvenes tienen más presión, algunos se desmayan, les baja la presión", cuenta.
Con más de 100.000 personas vacunadas, el partido de Luján se mantiene en Fase 3: actividades al aire libre, comercios hasta las 20, y aforos del 30 por ciento para teatros y cines. Ahora la estrategia es llegar a los más jóvenes, explican en el municipio.
En la plaza de la Basílica, un joven pasea a su perro. Tiene 26 años. No usa barbijo. "Es que salí a pasear al perro, y pensaba no hablar con nadie", le dice a este diario. Su perro se llama Ciro, él es Nicolás. "Toda mi familia se vacunó, yo lo voy a hacer, pero no me apuro. La pandemia nos hizo frenar --dice--, nos hizo ver que no controlamos todo, se vive el día a día, cambió todo". Se despide rápido. Se tapa nariz y boca con la bufanda y agrega: “Está buenísimo ser una cuidad cuidada”.
Susana y dos amigas vienen de la Basílica. Caminan rápido. Son la únicas tres turistas visibles este mediodía. "Vinimos a mostrarle a ella" le dice a este diario, y señala a una de sus acompañantes que usa barbijo animal print. "Ahora vamos a comer acá cerca, hay un restorán tradicional muy lindo" cuenta. No ignora el estatus de ciudad protegida, y añade: "nos vamos enseguida, vinimos un ratito, hay que seguir cuidándose".
"Conciencia y respeto por el cuidado colectivo”
La pandemia fue hostil en Luján, tercer cordón del área metropolitana. "Acá repercute lo que ocurre en CABA" explica el intendente Leonardo Boto. "Los picos de contagio del invierno pasado pesan en la memoria de los lugareños. También la segunda ola, que en abril tuvo su mayor impacto en la región", refiere sobre el historial epidemiológico que jugó a favor del cambio del estatus sanitario. "Fuimos bajando el nivel de casos, de la mano de la vacunación --afirma Boto--, y el descenso fue brusco y rápido".
El sistema de salud, que en Luján es municipal, dio respuesta inmediata. Hay centros de atención primaria en cada localidad y un hospital central. "Buscamos fortalecer el Hospital Público y pasamos de 8 camas de terapia a 36. Había 5 respiradores propios, hoy son más de 35", señala. Por la gestión entre salud de Provincia y Nación, la municipalidad aumentó la capacidad de atención e intensificó vacunación y controles.
"Hubo conciencia y respeto. La gente lo aceptó, a pesar del cansancio social, porque quienes más sufrieron el paso del tiempo fueron los rubros del comercio" advierte el intendente. Para lograrlo "buscamos estar cerca de los vecinos, para ir sobrellevándolo, y aprender a convivir con el virus --detalla--. Armamos un circuito de cuidado de las personas que se vincula con el cuidado colectivo. Con Defensa Civil, en diálogo con el comercio y las entidades bancarias, y definimos estrategias para llevar adelante las actividades de forma segura".
La receta incluye "un cierre total inicial, y desde ahí planificar aperturas, para todo, hasta en los oficios religiosos. Primero al aire libre, luego con aforos". En la ciudad de la Virgen, desde la misa a la confesión "todo fue respetando las necesidades sanitarias que tenemos como comunidad" comparte Boto. Incluso se modificaron actos como el uso del agua bendita, o recibir la comunión: "hoy la hostia se entrega en la mano” describe. Frente a su escritorio, la imagen de María custodia ese despacho.