A finales del siglo XIX comienza la proyección y ejecución de una de las grandes obras de la ciudad de Salta: el hoy Palacio Legislativo. Con el afán de dejar atrás el pasado colonial y situarse sobre renovados símbolos de la modernidad, los gobernantes de aquella época comenzaron a desarrollar grandes obras arquitectónicas en esta dirección.

Nacida como Casa de Gobierno de la provincia, su construcción comenzó en 1892 y se extendió hasta 1902. Sucesivos presupuestos, gobiernos y arquitectos fueron transcurriendo hasta finalizar la obra. Literalmente, una construcción que empezó en un siglo y terminó en el otro.

Una de las primeras imágenes del Palacio Legislativo. 

Dirá la revista Caras y Caretas el 22 de marzo de 1902: "La provincia necesitaba para asiento de sus autoridades un palacio en armonía con los gustos de la época (...) El edificio, uno de los más notables de la ciudad, se alza en un extremo del histórico campo donde Belgrano ganó la célebre batalla", haciendo referencia a la Batalla de Salta.

La arquitectura como forma de mirar el mundo

Aquella casa de gobierno fue pensada con la mirada propia de los grupos que ostentaban el poder y el saber validado. Es por esto que la fachada será compuesta por tres grandes arcos y sobre ellos, molduras que representan la justicia, la ciencia y el trabajo, lemas fundamentales de la logia masónica argentina.

Jose de Guardia de Ponté es investigador y director de El Portal de Salta, página web que recopila valiosa información histórica sobre la provincia. “La parte de abajo del palacio es diferente a la parte de arriba, tanto en sus molduras como en su tamaño. Al pasar varios arquitectos, cada uno quería poner su impronta", contó. "Al mismo tiempo el palacio está lleno de simbolismos. Por ejemplo, hay mucha simbología masónica, adentro y afuera del palacio. También hay simbología del mundo antiguo y del mundo moderno. Los pisos del palacio eran un gran tablero de ajedrez, y tenían una pequeña línea roja que lo delimitaba”, en representación de la modernidad. En tanto, en relación al mundo antiguo “el simbolismo es que el sol, en el solsticio de verano, entra justo por una puerta y se proyecta por la otra. Ahora esto no sucede porque se construyeron edificios... pero hasta estaba determinado el solsticio de verano”, comentó el investigador salteño.

Otra de las características del Palacio, son dos grandes leones alados que se encuentran custodiando la entrada del edificio. Particularidad que se incluye en todos los city tours de la capital salteña.

Según Julio Fernández, jefe de Ceremonial del Palacio Legislativo desde hace 36 años, hay varias versiones sobre estas figuras. “Algunos dicen que los leones son representantes del mal. Dicen que están parados como guardianes salvando de que el mal no entre, y otros te dicen que es para que el mal no salga”. Pareciera ser que versiones tan contrapuestas, tienen que ver con la circunstancia y punto de vista del que vaya a usar la teoría.

Mitos en el palacio

Fernández comentó que a partir de un proyecto que impulsó, "llamado ’Diputados por un día’, en el año 93, empecé a trabajar en la recopilación de todo lo que fueron los presidentes de la cámara de todos los años, entre otras informaciones. En esa búsqueda choqué con que no hay muchos registros. Solo hay anecdotarios de transmisión oral”.

El archivo que estaba en el subsuelo se perdió por completo en la época del proceso, tanto como la biblioteca que funcionaba dentro del Palacio Legislativo. Desapareció todo”, agregó Fernández.

La falta de fuentes escritas en muchos casos ensancha mitos que solo pueden ser cotejados por testimonios orales e indagaciones cruzadas que llevan a conclusiones más o menos certeras.

En este sentido agregó De Ponté: “El pasado en Salta, y más tratándose de cuestiones no oligárquicas, es difícil, difuso, se pierde en el mito. Muchas cosas entran dentro del mundo de la anécdota porque no hay nada documentado”.

Los relatos orales muchas veces ensanchan a tal punto los mitos que, como relata Fernández, “dicen que a la noche se escuchan cosas, es que en el Palacio se veló mucha gente... Por ejemplo, máquinas de escribir antiguas, o también se ven personas. A mí nunca me pasó nada, pero, por ejemplo, la policía no quiere subir al primer piso de noche”.

Fernández agregó otra de las tantas anécdotas: “Un presidente de la Cámara de Diputados, de no hace mucho tiempo, un día abre una puerta del salón de reuniones para ir al baño. Ve una persona mayor con sombrero y lo saluda ‘buenas tardes’, le dice, y se da vuelta. Cuando vuelve a mirar, ¡no había nadie! Por la descripción que daba, al que vio fue a uno de los primeros presidentes de la Cámara de Diputados cuando volvió la democracia. Esa misma persona se le apareció a uno de los mozos de presidencia”.

¿Presencia anarquista en el Palacio?

Es sabido que hacia fines del siglo XIX el movimiento anarquista se encontraba consolidado en Argentina. Ejemplo de ello son las Sociedades de Resistencia, hoy conocidas como sindicatos, como el gremio de panaderos, que ya en 1887 se encontraba constituido y en su mayoría por italianos.

En tanto, en Salta se puede afirmar la presencia de esta tendencia ya que en 1901 se funda en la capital el Club Libertad.

Tanto los colores rojo y negro, tomados de la bandera del anarco-sindicalismo, como testimonios citados en el libro “La historia contada por sus protagonistas”, de Myriam Corbacho y Raquel Adet, dan cuenta de ello: “Los anarquistas salteños se esforzaron por educar y organizar a los trabajadores. Para evitar las medidas represivas consiguieron un espacio de acción ideológica a través de la fundación, en 1901, del Club Libertad”, relata el libro.

Al mismo tiempo, el libro afirma que en este Club se juntaban obreros y artesanos de diferentes ramas. Esto lleva a pensar que alguno de ellos podrían ser albañiles contratados para la edificación del Palacio Legislativo, ya que el arquitecto italiano Francisco Righetti buscaba obreros calificados.

Esta situación da fuerza a otro de los grandes mitos que giran alrededor del Palacio: En una de las tres molduras que representan el ideario masónico (ciencia, justicia y trabajo), se encuentra una figura que representa la justicia con los ojos totalmente destapados, la balanza inclinada y la espada en posición descendente.

Esta imagen poco común trastoca los tres valores fundamentales que representa la imagen de la justicia: ojos vendados, espada el alto y balanza perfectamente equilibrada.

Al respecto el investigador De Ponté contó: “a Righetti lo echan porque se demoraban en los pagos, entonces reclama. De ahí viene esa imagen que hacen, en una especie represalia”.

En este sentido Julio Fernández agregó: “Se dice que no les estaban pagando el sueldo y los obligaban a terminar el edificio. Pero no quedó documentado ni sabe sabe mucho. En esa época estaba floreciendo el anarquismo, así que es factible que haya sido eso”.

Si bien hay quienes lo atribuyen solamente a una represalia salarial, no sería descabellado pensar que a esto se le pueda sumar una sutil manera de mostrar el ideario anarquista en una fastuosa obra representante de la oligarquía gobernante, moldeando una imagen de justicia que represente el sentido poco ecuánime e intencionado del poder judicial.

Lo cierto es que el edificio del Palacio Legislativo condensa tensiones que, a principios del siglo XX, asolaban el país. Un Estado Nación embrionario que necesitaba emparentarse con las clases dominantes europeas, mostrando con estas obras que la ciencia positivista superaba con creces lo originario y autóctono.

Sin embargo, las nuevas olas migratorias traerán también ideologías políticas que pondrán en jaque al poder, en más de una oportunidad.

Estas tensiones no serán resueltas y persistirán durante el siglo XX (y el XXI), ensanchando silencios y dejando apenas algunos rastros para decodificar la historia.

Lo que pareciera ser un simple edificio, dice y habla si buscamos en sus huellas. Difusas, confusas, engañosas, pero llenas de simbolismos y mensajes que muestran el devenir histórico de una provincia y de una nación.