Las cooperadoras de los colegios de la Ciudad de Buenos Aires piden al Gobierno local la distribución de medidores de dióxido de carbono en las escuelas como medida de protocolo para la presencialidad en el marco de la pandemia por covid-19. Paralelamente, ante la negativa del Gobierno, la Asociación Cooperadora del Mariano Acosta impulsa la producción de sus propios medidores. Para eso lanzó una campaña de recaudación de fondos y en agosto hará una jornada para la producción de los aparatos.
La solicitud al gobierno de Horacio Rodriguez Larreta está firmada por la Red de Cooperadores de la Ciudad de Buenos Aires, Comisiones Directivas adherentes de Cooperadoras escolares, docentes e integrantes de la comunidad educativa. Se pide la distribución de medidores de dióxido de carbono en las escuelas como medida de protocolo de la presencialidad. "Numerosos estudios han comprobado que una de las principales formas de transmisión de covid-19 ocurre a través de los llamados 'aerosoles' presentes en la respiración cotidiana, y que a través de la adecuada ventilación y del uso de medidores de dióxido de carbono es posible mejorar la calidad del aire en espacios interiores. Estas dos simples acciones tienen un impacto verificable en la reducción de contagios de enfermedades respiratorias", comunicaron desde la Red.
La nota no solo remite a la evidencia científica sino a lo que han hecho otros gobiernos como el de la provincia de Buenos Aires, que en junio compró 33 mil medidores de dióxido de carbono (CO2) para los más de 13.700 establecimientos educativos de gestión estatal de la provincia y los envió a las escuelas con una "Guía para la adecuada ventilación y distribución de medidores de dióxido de carbono" y recomendaciones sobre el conjunto de medidas de cuidado para reducir el riesgo de transmisión de covid-19 y de otras enfermedades respiratorias.
Además, las cooperadoras piden que el gobierno garantice al menos un medidor de CO2 por escuela para que las aulas puedan ser espacios cuidados. Según explicaron, se trata de una inversión moderada para una política pública de alto impacto: “El costo promedio de medidores de CO2 que puede conseguirse realizando compras por mayor es de $7000 (siete mil pesos) por medidor, lo que hace un total de $8.869.000 (ocho millones ochocientos sesenta y nueve mil pesos) destinados a una política pública que ofrece una herramienta científica de cuidado para las 1267 unidades educativas”.
Hace unos meses el Gobierno de la Ciudad había sacado una resolución en la que trasladaba la responsabilidad de la compra de los insumos necesarios para los cuidados contra la covid-19 a las cooperadoras de las escuelas. En ese momento las cooperadoras se pronunciaron en contra y el Gobierno tuvo que dar marcha atrás con las medidas. Desde ese mismo impulso esta solicitada intenta lograr que el Gobierno invierta en los cuidados necesarios para que las aulas no sean foco de contagio, no solo de covid-19 sino de otras posibles infecciones.
Paralelamente, la cooperadora del Acosta impulsa la producción de medidores de dióxido de carbono para las aulas de sus cuatro niveles educativos: inicial, primario, secundario y terciario. Con una matrícula total de 3139 alumnes, “la presencialidad plena que exige el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires supone un riesgo incalculable para la salud de nuestra comunidad. En tanto el GCBA no distribuya medidores de CO2 para las aulas como parte del protocolo de la presencialidad, somos las comunidades educativas quienes tenemos que resolver la emergencia que supone tener alumnes y docentes en las aulas, en pandemia”, dijeron desde la Cooperadora.
En el mes de febrero, con fondos propios, la cooperadora inició el proyecto de producción. A partir de la información que el físico e investigador del Conicet Jorge Aliaga difundió en su página web y la ayuda del profesor de la escuela Alberto Falabella construyeron 3 prototipos. Dos familias se sumaron al proyecto con donaciones: la familia Varone Arias donó sensores de dióxido de carbono MH-Z19c (el componente más caro del medidor), y la familia Genoud Rique está diseñando e imprimiendo en 3D las cajitas de los medidores. Mientras tanto se lanzó la campaña de recaudación de fondos para comprar los componentes necesarios para construir seis medidores de CO2, de manera que haya disponibles medidores para cada nivel y en todos los turnos.
El planteo es que esta medida pueda dar tranquilidad para la convivencia en el aula. “Hay que pensar el aula de nuevo para hacerla un espacio salubre. También en algunas escuelas están poniendo micrófono a los profes para reducir la emisión de aerosoles”, dijo Luz Pearson, madre e integrante de la cooperadora del Acosta a este diario. ¿Por qué el Gobierno de la Ciudad no lo hace? En febrero, cuando comenzó este proyecto, no había insumos ni medidores en el país, pero ahora sí los hay. De hecho en la página de la Campaña Ventilar del Gobierno nacional no solo los recomienda sino que da cuenta de la producción local de medidores. Desde el Ministerio de Educación de la Ciudad informaron a Página/12 que se decidió realizar una importante inversión en la instalación de purificadores de aire con filtros hepa. Que llevan instalados más de 1260 en distintas aulas con poca ventilación: “Este tipo de filtros, que se utilizan por ejemplo en los aviones o en las unidades de terapia intensiva, son el único método que proporciona una purificación segura del aire”. También informaron que no tienen previsto por el momento comprar los medidores de CO2. “Hay escuelas que tienen muy mala ventilación, entonces esto los pone en jaque –apuntó Pearson-. El medidor es más barato que el aparato que mide la temperatura. El Gobierno de la Ciudad instaló en algunos espacios sin ventilación filtros que salen 5000 dólares, gastó 80 millones de pesos. El purificador no soluciona el problema del aula. La cuenta que hicimos es que si entregara un medidor por escuela gastaría 8 millones, el 10 por ciento de lo que gastó”.