Colón le mostró la chapa de campeón y le ganó 2-1 a River en el Monumental jugando más de 75 minutos con un futbolista menos, por la expulsión de Piovi. El equipo de Domínguez fue superior en el primer tiempo y aguantó atrincherado casi en el área chica en el segundo, cuando River buscó y encontró sobre todo con centros el descuento que merecía, y luego el empate que estuvo a punto de lograr en la última jugada de un intenso partido.

Los dos equipos arrancaron el encuentro sin el máximo potencial. River, porque cuidó a casi todos sus titulares para el partido contra Argentinos por la Copa, y Colón porque varios de sus titulares se quedaron en Santa Fe afectados por el covid, y porque ya no están Escobar y el Pulga Rodríguez. 

Los visitantes compensaron las ausencias con algunos rendimientos notables: el arquero Chicco, Bianchi (que entró por Castro tras la expulsión de Piovi), los volantes Lértora, Aliendro y el colombiano Goez y el delantero Farías, en distintos momentos y circunstancias del partido, fueron los artífices de una victoria trabajosa, elaborada y justa.

Gallardo dispuso una línea de tres con Maidana, Rojas y Pinola y un poco más adelantados Vigo por la derecha y Angileri. Ahí en ese bloque estuvieron los mayores problemas del equipo en el primer período. Una reacción lenta de Maidana después de un centro de Mura le permitió a Lértora girar, acomodarse y cruzar el remate sobre el palo derecho de Armani. Apenas iban dos minutos.

Luego de la expulsión de Piovi sobre la media hora Gallardo entendió que ya no tenía sentido la línea de 3/5, y mandó a la cancha a Brian Romero por Rojas. Casi inmediatamente, mientras los locales trataban de acomodarse Goez le hizo un firulete a Paradela, tiró la pared con Farías, fue a buscar la devolución y completó la obra con un toque suave. Gol de papi fútbol. Una pinturita para trazar las lógicas diferencias entre uno que hacía todo bien, y otro que se proponía ser protagonista pero solo encontraba respuestas aisladas en la gambeta de Carrascal.

El buen juego de Colón en la primera mitad del partido se desvaneció en la segunda con los cambios de River, el cansancio de los jugadores propios y la natural tendencia conservadora en estos casos. Entraron Montiel, Girotti, Suárez y luego De la Cruz por Vigo, Fontana, Paradela y Fernánde,z que no habían aportado mucho, y River, sin claridad pero con mucha polenta trató de revertir las cosas. 

“Queríamos que tiraran centros porque lo más difícil con equipos como River es defender las llegadas en paredes por el medio”, declaró Domínguez al final. River tiró un millón de centros en la segunda mitad del encuentro. Algunos bien ejecutados por Montiel o Angileri; algunos apresurados; algunos frontales facilitando los rechazos de cabeza de Bianchi y de Garcés o de los puños de Chicco. Pero de tanto martillar dio en un clavo sobre la hora. La bajó Pinola, cabeceó Suárez y esa vez, esa única vez, el arquero no pudo hacer nada.

La cara de fastidio de Marcelo Gallardo cuando sus jugadores erraban los pases o desperdiciaban situaciones favorables, debe haber cambiado cuando recordó que, después de todo, River perdió con el equipo de su hijo, Nahuel, que, como todo Colón, jugó un buen partido.