La llegada del hombre al satélite natural del planeta el 20 de julio de 1969 fue un evento global y conmocionante. Por aquellos días del siglo XX también resurgieron viejas tendencias conspiranoicas, como el terraplanismo. Ni las misiones rusas que colocaron al primer hombre en la órbita terrestre en 1961, ni el relato de los astronautas o los documentos audiovisuales proporcionados por la agencia norteamericana que envió a la Luna al Apolo 11, sirvieron para aplacar sus argumentos.
En Salta, el clima de esa época quedó plasmado en la sección cables de uno de sus diarios más importantes. Días previos al despegue de la aeronave, publicó una noticia que provenía de una cudad inglesa (Dover). Bajo el sugerente título “Sostienen que la tierra es plana”, los salteños leyeron las opiniones del principal referente de la “Sociedad Internacional de Investigación de la Tierra Plana”, Samuel Shenton. Pero ¿cuántas personas en Salta le creyeron realmente o empatizaron con sus argumentos?
Desde marzo de 2020 el evento global conmocionante es la pandemia. Y en medio de este fenómeno que atraviesa, reaparecieron los terraplanistas en el mundo y en Salta. Muchos de ellos anuncian que forman parte de la tendencia al nombrarla en sus perfiles en redes sociales.
En dos momentos del segundo semestre del año pasado, la consultora salteña ICQ incluyó la pregunta sobre la tierra como un planeta plano. Lo hizo en estudios provinciales de opinión pública realizados en los principales núcleos urbanos. “Es un grupo muy pequeño, representado por el dos por ciento de la población”, respondió Gustavo Acuña a la consulta Salta/12. “Incluimos la pregunta en dos oportunidades cuando medimos humor social y hábitos culturales”, contó.
Para dimensionar su importancia, basta con ubicar el porcentual arrojado por el estudio en la problación proyectada en la provincia por el INDEC para 2020. Sobre una población que ya superaba la barrera del millón trescientos mil habitantes, el dato de ICQ implica que entre junio y noviembre del año pasado, los terraplanistas salteños eran alrededor de 26 mil personas.
Los resultados de ICQ guardan relación con otro estudio realizado por la consultora cordobesa Zuban Córdoba y Asociados. Fue una encuesta estructurada, realizada por plataforma web, con un tamaño de muestra de 1200. Se desarrolló entre el 13 y 15 de setiembre de 2020. Sus resultados arrojaron datos que impactan, siempre en lo que atañe a la creencia de una tierra plana. Solo en la región noroeste, el porcentaje de argentinos que simpatizaban con el terraplanismo alcanzaba el 11%. Si en el contexto regional Salta participa con 26 mil adherentes a la tendencia, en las cinco provincias del noroeste los terraplanistas casi alcanzaron las 590 mil personas.
Antivacunas y vacilación fantasmal
Ana Paola Córdoba, de Zuban Córdoba & Asociados, profundizó con Salta/12 sobre el universo de terraplanistas en Argentina. En el análisis nacional que desarrolló su consultora a mediados de setiembre de 2020, más de un 10% compartía la idea de que la tierra es plana. “Sin embargo, lo preocupante es el 15% que no quiso responder porque tuvo dudas, o no sabía qué responder, o no entendió lo que le estábamos preguntando”, sostuvo. “Tenemos así un 25% de argentinos permeable a éste tipo de noticias falsas o narrativas que penetran muy fuerte en cada uno de ellos”, concluyó.
Siguiendo resultados del mismo estudio, entre las mujeres argentinas el porcentaje de adherentes al terraplanismo fue mayor que entre los hombres: 14% frente al 11%. Los datos desagregados en grupos etáreos, muestran al terraplanismo fuertemente anclado a la base de la pirámide social. En el rango de 16 a 30 años, el 20% de argentinos relevados creía que la tierra era plana. Esos porcentuales descendieron al escalar en la pirámide etárea: 11% de argentinos adherentes a la idea entre los 31 y 45 años; y 8% entre los argentinos a partir de los 46 años.
“Es una minoría intensa y muy activa, sobre todo en Facebook. Son grupos conspiracionistas e individualistas”, explicó Gustavo Acuña. En la opinión del analista salteño, la tendencia del terraplanismo puede ser unida a otras, como veganos y antivacunas. Se trata de adhesiones que explotaron particularmente durante 2020, en pleno apogeo de la pandemia. Sin embargo, la vacunación abierta hace poco en Salta y dirigida a mayores de 18 años demostró que la franja etárea de jóvenes no está compuesta por una mayoría de antivacunas.
“Cuando empezó la pandemia”, explicó Acuña, “entre un 60 a 70% de la población salteña adhería a las vacunas. Con los meses, ese nivel de apoyo se derrumbó, sobre todo por quienes adherían a teorías conspirativas. En ese momento fue subiendo el número seguidores a la vida sana, como los deportes individuales, y también comenzaron a alejarse de la medicina tradicional”. Para el titular de ICQ, “ese burbujeo separó a la familia tradicional de la vacunación”. Acotó este proceso entre marzo de 2020 hasta principios de 2021, meses en que los salteños permanecieron en cuarentena y comenzaron a consumir fake news en redes sociales. “Hoy tenemos un nuevo sujeto social”, adelantó Acuña. Se trata de un salteño que mezcla valoraciones: “sostiene una conducta de alimentación, lleva una vida sana y naturista, quizás es terraplanista, pero se vacuna. Es decir, adhiere a preceptos de la medicina tradicional”, concluyó.
Para Bejmamín Gebhard, de la consultora salteña WE, los adherentes al terraplanismo atraviesan todas las clases sociales. “En un cuestionamiento dirigido a las inequidades. Hay preguntas que llegan a principios indiscutibles de nuestra sociedad, como que la tierra es redonda”, opinó. “Es absurdo, pero también es distintivo y desafiante. Incluso revolucionario. Implica buscar injusticias y conspiraciones de las qué hay que liberarnos”, sostuvo en diálogo con Salta/12. “Todo tiene un patrón común: la idea que hay un orden establecido bajo conspiración nos mantiene confundidos. Hay quienes lo hacen para lograr sus intereses”, concluyó al finalizar la entrevista.
Facundo Cattáneo, de la consultora Droit, no analizó la variable terraplanismo, aunque sí realizó mediciones sobre las emociones de la población provincial. “En estos momentos encontramos que los salteños quieren tener la certeza de un futuro cercano. Quieren que alguien les diga o les explique qué va a pasar mañana: si van a recibir alguna ayuda o si van a conseguir trabajo. La gente quiere saber cómo nos vamos a reactivar. Es la principal incertidumbre de la agenda social. Es el desafío de las elecciones”.
En el análisis de Cattáneo, desde el comienzo de la pandemia, no hubo un componente irracional en los salteños, sino otro más bien emocional. “Al principio de 2020 hubo miedo porque nos encerramos mucho tiempo. Luego apareció la tristeza por la complejidad de la situación que generó el covid y la necesidad de trabajar. Ahora registramos mucha ira contenida. Cualquier causa que se valore como medianamente justa, la enciende. Por eso necesitamos una persona o un grupo que nos dé certidumbre en el futuro cercano”.
La puntada final sobre los terraplanistas como parte de un fenómeno social que circula en Argentina la dió el analista cordobés de opinión pública Norman Berra. Es un tema que desarrolla en sus publicaciones con cierta frecuencia y desde el punto de vista político. Utiliza un concepto que toma de la psicología de Lacan: vacilación fantasmal. Berra explicó que circulan discursos que construyen una falsa conciencia. Ellos “se emparentan con la derecha más recalcitrante y tienen a las redes sociales como cámaras eco: entrás y creés que tenés razón porque hay muchas personas que piensan lo mismo”, opinó. “Es una gran mentira que incluso realimenta los algoritmos de redes sociales porque no muestran a quienes piensan distinto”.
En el análisis de Berra, existe un núcleo que no tolera la irrupción de la pandemia. “Así circulan discursos muy agresivos donde están los terraplanistas y los adherentes a tesis conspiranoicas. Todo abonado por comunicadores que toman dióxido de cloro en televisión y después lloran por los muertos”. Al concluir la entrevista, Berra marcó una clave. “Hay que entender que no se puede contar con estos sujetos para un diálogo racional. Cuando se los reconoce como legítimos, ingresan en el debate público y cuestionan todo. Un ejemplo son las vacunas. No se puede colocar en un mismo nivel a Ernesto Resnik y a los antivacunas. Hay una diferencia entre quienes sostienen una veracidad para debatir y quienes no la tienen”.