Desde Londres
Con más de 50 mil contagios diarios en la última semana y cerca de un millón de personas en autoaislamiento, los ingleses celebraron su “freedom day” desde la medianoche misma abarrotando unas 12 mil discotecas que tenían cerradas sus puertas desde marzo del año pasado. En Londres y en Leeds, en Manchester y en Newcastle se repitieron las escenas celebratorias con un conteo similar al del año nuevo en las colas que esperaban las 12 de la noche como si fuera la entrada a una nueva era. “Ha sido la mejor noche de mi vida. He estado esperando desde que cumplí los 18. La vida volvió a la normalidad de golpe”, señaló a la BBC una chica de 20 años, Mollie.
Visto con otro prisma parece una normalidad de locos. La apertura irrestricta de restaurantes, pubs y la industria del entretenimiento, de todos los negocios, la libertad de andar sin tapabocas o ignorar la distancia social convive con una explosión de contagios que el mismo gobierno anticipa que llegarán a 100 mil diarios en agosto y que el reconocido epidemiólogo Neil Ferguson, del Imperial College, estimó que podría duplicar esa cifra en septiembre. En este historia de dos países, están aislados por contagio o por su contacto cercano con un enfermo hasta los que se encuentran a cargo del Titanic: el primer ministro Boris Johnson, el ministro de Finanzas Rishi Sunak y el mismo ministro de Salud Sajid Javid, que dio positivo el viernes.
Las idas y vueltas del gobierno en las últimas semanas, que incluyeron un intento de Johnson y Sunak de escapar el confinamiento este domingo, podrían parecer una escena de sainete inglés si no fuera por la tragedia nacional e internacional de fondo que lo hace más similar a un siniestro experimento colectivo. En las discotecas la fiesta va a seguir y el ejemplo que se vio en las pantallas de gente bailando a centímetros en lugares cerrados y abarrotados, seguramente se propagará a espectáculos deportivos, cines y teatros, restaurantes y pubs. El dueño de Fibre, un night-club en Leeds, reconoció que no había ningún tipo de chequeo para los clientes, ni de vacunación, ni de hisopado, ni siquiera los datos para un rastreo posterior. El gobierno no los exigía, dijo, y tampoco les había suministrado las herramientas para implementarlo.
En un tardío mensaje por video en Twitter el domingo por la tarde, el primer ministro exhortó a la población a manejarse con cautela ante esta nueva libertad. “Recordemos que el virus no ha sido vencido. Los casos están aumentando y vemos lamentablemente que la variante Delta es extremadamente contagiosa”, señaló. El portavoz en temas de salud del laborismo Jonathan Ashworth le contestó que terminar con medidas elementales como el uso obligatorio de barbijos y el trabajo desde casa para los que lo puedan hacer (el “freedom day” significa el regreso a la oficina) era una temeraria receta para el caos. “Lo que menos queremos es terminar en una situación caótica y que las medidas de salud pública que hemos interiorizado se derrumben del día a la noche”, señaló a la BBC.
¿Son suficientes las vacunas?
La principal línea de defensa del gobierno es el programa de vacunación. El diputado conservador Nadhim Sahawi, subsecretario del programa de vacunación, señaló que el 90% de los más vulnerables habían recibido las dos dosis. “Tenemos que hacerlo. Es hora que las personas y las empresas asuman su responsabilidad individual”, dijo Sahawi.
El Reino Unido tiene el programa más avanzado de Europa en términos de vacunación. Un 88% de los adultos han recibido una dosis y un 68,3% tienen las dos vacunas: en septiembre el 100% de la población adulta (con la excepción de los que se niegan), debería estar inoculado. Pero en la comunidad científica y médica nacional e internacional la decisión del gobierno ha causado alarma. En una carta publicada el viernes por “The Lancet” más de 1200 expertos de salud y científicos de todo el mundo, incluyendo autoridades públicas de Italia, Nueva Zelanda e Israel, pidieron al gobierno que frenara este “peligrosísimo experimento”.
En Estados Unidos, que tiene el 48% de la población inmunizada, hubo un aumento del 135% de los casos de Delta en las últimas dos semanas. En Israel, que tiene a la mayor parte de sus ciudadanos inoculados, el incremento de casos graves de coronavirus llevó a la reinstauración de los barbijos a fines de junio y, este domingo, a la inminente re-introducción del pase verde, un certificado de vacunación y de recuperados de la covid que funciona como carnet para el ingreso a bares, restaurantes y otros negocios. La misma cautela se verifica en países de la Unión Europea como Alemania o en regiones españolas como Cataluña.
En el Reino Unido predomina la desunión. El Freedom Day es para los ingleses. En Gales, Escocia e Irlanda del Norte – es decir en el resto del Reino Unido – el levantamiento de las restricciones será más gradual y con limitaciones. En el Servicio Nacional de Salud (NHS) hay un estoico y resignado “deja vu” con este levantamiento de restricciones que en los últimos 18 meses llegó a desbordar en dos oportunidades su capacidad de absorción de nuevos casos y ha producido enormes demoras en el tratamiento de otras enfermedades, incluido el cáncer. En el norte de Inglaterra, centro del mayor número de infecciones, el NHS tuvo que pedir a su personal que cancele las vacaciones en anticipación a la ola de casos que se viene.
Las pequeñas rebeldías
En Londres, en Manchester y Newcastle, en otras importantes ciudades inglesas, las alcaldías han aprovechado su relativa autonomía para mantener el uso obligatorio del barbijo. En lugares como Liverpool, no han podido hacerlo porque no tienen, en un país unitario como Inglaterra, el poder legal para imponer la medida. Empresas privadas, como Uber, han mandado un mensaje por mail a sus clientes señalando que el uro de tapabocas es obligatorio en sus vehículos. Curiosamente el mismo gobierno ha procurado moderar el optimismo grandilocuente de su propia frase, “freedom day”, y recomienda el uso del tapabocas, pero como decisión personal.
Con esta variedad de respuestas y mensajes, no sorprende que el público esté confundido. Un pasajero camino a su trabajo, Mark Dawson, expresó claramente esta situación a la televisión inglesa. “Haré lo que el gobierno me diga, pero si ellos dicen que no es obligatorio, no voy a usar el barbijo”. Otro hombre, que no dio su nombre, señaló su desconcierto absoluto. “Me gustaría que hubiera un mensaje claro sobre si hay que usarlo o no”, dijo.
La variante Delta y la long covid
La variante Delta, que explica el 99% de los casos, es mucho más contagiosa que las anteriores, pero gracias al programa de vacunación (y, quizás a un debilitamiento del virus) es menos letal. El número de hospitalizaciones y muertes vienen en claro aumento, pero todavía están lejos de lo que sucedía a principios de año. Pero hasta en el mismo gobierno reconocen que un incremento desmesurado de los contagios va a provocar un inevitable crecimiento de decesos y un estallido de casos con “long covid”.
Hoy unas 400 mil personas tienen esta persistencia de una variedad de síntomas llamada covid largo 12 meses después de contraída la enfermedad. El estoico NHS ha resistido de todo, pero los 200 mil casos diarios que se pronostican en el peor de los escenarios, pueden terminar desbordándolo. Con este panorama de fondo, muchos ingleses han rebautizado el “freedom day” como “madness day” (día de la locura)