En la primer vuelta electoral Pedro Castillo fue el candidato más votado, pero algunos canales de televisión no tenían su foto. Ninguna encuesta previó que podría pasar a la segunda vuelta del 6 de junio. No solo lo hizo, finalmente terminó como presidente.
Tras la primera victoria, una imagen empezó a recorrer el mundo: el candidato de Perú Libre se dirigía a una mesa votación de una zona rural con su sombrero de paja de ala ancha y montado en una yegua, que se puso nerviosa por la aglomeración.
La pregunta se hizo inevitable: ¿quién es Pedro Castillo, el candidato que tomó por asalto la escena política de Perú? El propio Castillo pareciera querer responderla con el latiguillo que utiliza para cerrar sus frases: “Palabra de maestro”. Sin embargo, en su biografía hay mucha información útil para empezar a conocer la verdadera dimensión de su figura política.
Breve historia de la vida de Castillo
José Pedro Castillo Terrones nació hace 51 años en Chota, una provincia de la región de Cajamarca, de las más desiguales del país y la mayor productora de oro. Chota es además la cuna de las rondas campesinas, un modelo de organización y autodefensa que adoptaron las comunidades rurales cajamarquinas a mediados de la década del setenta y que luego se expandió al resto del país. El presidente electo se autodefine todavía como “rondero”.
Castillo empezó a trabajar como maestro en 1995; en paralelo, cursó una maestría en Psicología Educativa y comenzó a tener notoriedad pública como dirigente del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP). En 2002 se postuló sin éxito a la alcaldía de Anguía por el partido Perú Posible; entre 2005 y 2017 integró el comité de Cajamarca de esa agrupación política, cuyo principal referente era el expresidente Alejandro Toledo que llegó a la presidencia envuelto en banderas de un suave centroizquierdismo y terminó adoptando todas las recetas liberales.
Sin embargo, el punto más determinante (y político) de su carrera sindical llegó recién en 2017, cuando lideró la huelga docente contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK), al que cuestionaban por incumplir una promesa electoral de aumento salarial para el sector.
A partir de ese momento, la popularidad de Castillo empezó a crecer con la misma velocidad que caían los presidentes peruanos acusados de corrupción. Entre la salida de PPK y la actual gestión de Francisco Sagasti gobernaron el país Martín Vizcarra y Manuel Merino. La aparición de Castillo como una opción política es un emergente de esa convulsión que sacudió al país.
La campaña que lo llevó a la presidencia
El 30 de septiembre de 2020, último día para la inscripción de candidaturas presidenciales, Castillo se presentó ante los organismos electorales y anunció que competiría por el partido Perú Libre. La decisión de presentarse bajo el lema de la agrupación liderada por el alcalde de Junín, Vladimir Cerrón, le trajo desde entonces muchos dolores de cabeza, al punto que se vio obligado en varias oportunidades a tomar distancia del dirigente regional.
Las dos principales razones son las acusaciones por corrupción que enfrenta Cerrón y las definiciones programáticas de Perú Libre, que se presenta como una opción marxista y leninista. “¿Usted se define como marxista”, le preguntó a Castillo el periodista televisivo Diego Acuña, a mediados de mayo. “No, pero hablamos en un lenguaje netamente del pueblo, con una tendencia de izquierda, pero de una verdadera izquierda, que es progresista y lucha por la igualdad”, explicó.
Otro frente de controversia para Castillo es con otros sectores de la izquierda y la centroizquierda, en particular con Juntos por el Perú de Verónika Mendoza, que obtuvo cinco bancas parlamentarias y que decidió respaldarlo para la segunda vuelta. A pesar de ese apoyo, la centroizquierda urbana y limeña tiende a ser crítica con las posiciones más conservadoras de Castillo en temas como aborto o matrimonio igualitario. Está pendiente la unión de las dos fuerzas en una coalición parlamentaria, que sumaría 42 bancas.
El excandidato del derechista Avanza País, Hernando de Soto, que obtuvo 11,63% de los votos y que apoyó a Fujimori en segunda vuelta, dijo que Castillo es mejor “definiendo lo que no es, antes de lo que es”. De Soto hizo ese comentario tras una reunión realizada después de la primera vuelta en la que el candidato de Perú Libre, según aseguró De Soto, le aclaró que no era comunista.
La pandemia en la campaña
El presidente electo realizó durante la campaña electoral un acercamiento particula. “Castillo tiene una riesgosa campaña presencial en medio de una pandemia. Es una campaña sacrificada en la cual él mismo se sacrifica y se contagia de covid-19. Con esto conecta con un pueblo golpeado por la pandemia Una estrategia sacrificada y riesgosa, muy a la vietnamita”, escribió en ssu momento el economista Silvio Rendón.
El panorama que enfrentará Castillo se presenta como una difícil carrera de obstáculos. Además de la oposición de los principales poderes mediáticos y empresariales, y la campaña de Keiko Fujimori para deslegitimar su triundo, Perú Libre cuenta con apenas 37 de las 130 bancas del Congreso peruano, que en el último período ha demostrado que puede ser implacable en su afán de controlar el peso del Poder Ejecutivo.