Ser presionado para sostener al bebé recién nacido de un conocido lejano, llegar a una reunión social donde no se conoce a nadie y estar obligado a conversar sobre el clima, un round de citas a ciegas en un bar con temática rockera o tropical. ¿No son todas pequeñas situaciones absolutamente insoportables que están demasiado normalizadas en la sociedad? Oficinas, funerales, cenas con desconocidos en la mediana edad, baby showers ¿No son todos esos ritos considerados normales altamente extraños si se los piensa apenas dos veces? I Think You Should Leave with Tim Robinson, el programa de sketches disparatados que acaba de estrenar segunda temporada en Netflix, toma estas pequeñas situaciones mundanas, estos consensos sociales, y los estira al absurdo, la vergüenza ajena y la deformidad hasta extremos casi insoportables, solo para develar el disparate que es realmente estar vivo y ser parte de una sociedad.
Heredero de otros programas igual de escatológicos y lisérgicos como Tim and Eric Awesome Show, Great Job!, todo lo que provenga del Upright Citizen Brigade -el club creación de Amy Poehler- y una tradición de improvisación y comedia absurda norteamericana, el guionista Tim Robinson es el protagonista y creador de este show de sketches producido por el todopoderoso trío de The Lonely Island, famoso por sus cortos digitales en Saturday Night Live. Para conseguir caldo de cultivo, Robinson no lo ha tenido nada difícil: no es necesario mirar dos veces para saber que la normalidad de la sociedad norteamericana es altamente bizarra. Con sus eventos de recaudación de fondos y sus concursos de niños modelos, sus competencias de comer panchos a cronómetro y sus buffets kilométricos. En su show, Robinson toma todo eso y lo convierte en un set de situaciones tan extrañas que inquietan, y a la vez, son demasiado reconocibles en la vida cotidiana. ¿Te tocó sentarte junto a una persona parlanchina en un avión? ¿Te quedó una gotita de pis en los pantalones beige durante un día eterno de oficina? Todo puede convertirse en una gran épica surrealista, complicada y asquerosa para Robinson, que se ha convertido en algo así como el rostro del costado más vergonzoso de la identidad estadounidense.
Tim Robinson es un comediante de 40 años que confiesa ser un tipo hipocondriaco y ansioso de más. Realmente, es un tipo tan fóbico que, después de un año como estrella del legendario Saturday Night Live -La Meca para cualquier comediante- decidió renunciar como rostro para quedarse en el programa solo como guionista. Ahí conoció a su amigo Zach Kanin, con quien co-escribe hoy su nuevo programa, y que recuerda el primer personaje que escribieron juntos con potencial de show propio: “Lo hicimos en el mismo Saturday Night Live y era sobre un multimillonario obsesionado con construir una réplica a tamaño real del Titanic. Decíamos: nos encanta este personaje, este tipo de hombre. Hay que explotarlo. Es tan seguro de sí mismo y, sin embargo, está al borde de las lágrimas esperando que nadie le pregunte ¿por qué haces esta estupidez?". Robinson cuenta que empezó a hacer comedia yendo al club Second City, conocido semillero de comediantes norteamericanos, en su Detroit natal, y reconoce que muchos de estos personajes extravagantes, vienen de su vida y su experiencia en el interior de Estados Unidos, otro tipo de vida y otro tipo de problemas, muy lejos del glam de Los Ángeles donde ahora vive, y por supuesto, muy lejos del glam abrumador de Nueva York, donde entró por la puerta ancha y así mismo fue expulsado.
En los dos años transcurridos desde la aparición de la primera temporada de I Think You Should Leave, el rostro de Robinson además se hizo medianamente viral en Estados Unidos. Si bien, la serie se hizo rápidamente popular entre los aficionados a la comedia de sketches, Robinson alcanzó un reconocimiento más transversal a través de la mememización de su propio rostro en las redes sociales. I Think You Should Leave no tiene una impronta de crítica social declamatoria en absoluto, sin embargo, la resonancia entre algunos de esos chistes absurdos y la etapa más estrafalaria y lisérgica del Trumpismo, era evidente. En la secuencia del show que devino en meme inevitable de esa era, Robinson -que en el sketch acaba de destrozar una tienda estrellándola con su auto en forma de hot dog-, está vestido, justamente, como un hot dog, mirando a cámara a la manera del Tío Sam, con un slogan que dice: "Todos estamos buscando al tipo que hizo esto".
La escena se hizo tan popular y tan retuiteada cada vez que Trump cometía algún exabrupto, que llegaron a aparecer notas en la prensa hablando del programa con titulares como: “Tim Robinson: el hombre hotdog es mucho más que un meme”. Se puede decir que igualmente Robinson estaba destinado a viralizarse: su rostro es un espectáculo. Los secundarios de la serie también lo son. Si hablamos de diversidad -y no la diversidad cooptada por Benetton y sus sucedáneos- sino la diversidad de la experiencia humana, con toda seguridad, se podría decir que estos son rostros, cuerpos, movimientos, maneras de actuar que simplemente jamás se verían en televisión, ni siquiera en las comedias más tradicionales. Además de cameos altamente espectaculares como el de su colega Tim Heidecker o Bob Odenkirk, otro pionero de este tipo de sketches de comedia bizarra, aunque ahora se le conozca más como Saul Goodman. Y por qué no, también Julia Butters, la niñita extraordinaria de Once Upon A Time in Hollywood, que aquí aparece fumando habanos y explotando su mejor costado de comediante.
"Siempre me preguntan por el nombre del programa. Y siempre hablamos de eso con el equipo, sobre cómo en todos los sketches que hacemos llega un punto de la escena demasiado insoportable donde alguien se ve obligado decir algo como: 'Mirá, viejo, la verdad, creo que deberías irte', dijo Tim Robinson, muy breve, un poco críptico, en una entrevista por la salida de la serie. Generalmente se lo ve poco en las entrevistas, no tanto porque él las odie, sino más bien al revés: tiene fama, dicen los periodistas, de “hundirse en un mar de nada” cuando le hacen preguntas.