La cineasta salteña Daniela Seggiario estrenó su segundo largometraje, Husek, en el Festival Internacional de Cine de Marsella (Francia). Esta nueva propuesta narra una historia que pone en tensión diferentes perspectivas acerca de los usos históricos, presentes y futuros del Gran Chaco, territorio en el que una serie de ruinas vinculadas a las ideas de progreso occidental esconden fricciones con las maneras de habitar de sus pobladores indígenas.
Esta película bilingue, que une el Wichí Lhämtes y el castellano, fue escrita por Seggiaro y Osvaldo Villagra, escritor wichí oriundo de la comunidad La Puntana, del departamento de Rivadavia. El proceso se inició en una visita que la directora realizó a la comunidad, donde Valentino Díaz les contó una historia vinculada a una matanza que se dio hace décadas en el lugar.
Desde ese momento "empezamos a pensar cuestiones vinculadas a lo que va quedando en el territorio (después de determinados sucesos) y cómo eso va a afectando la vida de las comunidades". Esto se debió a que en la misma zona se dio un nuevo ordenamiento territorial por las "marcas que van dejando las ideas del progreso", sostuvo la cineasta.
Ambos guionistas se abocaron a un proyecto ficcionalizado que les "llevó bastante tiempo", según contó Seggiario, porque además de la reescritura constante propia de cualquier película, también se dieron reflexiones profundas que les permitieron tener una idea más fiel de lo que se estaba planteando.
La filmación se produjo en 2019 en la misma comunidad, en la costa del río Pilcomayo, y en la capital salteña. Toda la producción se realizó con fondos del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Para la realizadora audiovisual, "fue una experiencia grande de trabajo en conjunto que tuvo mucha participación".
La película es actuada por la potente cantante y actriz Verónica Gerez, el maestro
wichí Juan Rivero, el joven de La Puntana Leonel Gutiérrez y la participación de la
reconocida actriz del teatro under Carla Crespo, junto a un gran elenco de actores
profesionales salteños, del Pueblo Wichí y diversas personas que se animaron, en algunos casos,
a su primer experiencia en el cine. El equipo técnico también tuvo un gran
componente intercultural integrando a trabajadoras y trabajadores de Salta, Buenos
Aires, y la rivera del Pilcomayo.
La película contó también con el apoyo del Distrito Audiovisual de la
ciudad de Salta, empresas locales y de la Secretaría de Cultura de la Provincia de
Salta. Como trabajo en proceso, Husek participó en la sección Cine en Construcción
del Festival de Cine de Toulousse en 2021 y de Películas en tránsito del Festival de cine
de Mar del Plata en 2020.
Este nuevo film espera poder estrenarse en Argentina a fines de este año. Antes, y con su estreno en Marsella, se dará inicio a su recorrido internacional en el que Seggiario señaló que este tipo de películas están siendo valoradas. Esto también ocurre en el país, aunque todavía no haya un reconocimiento pleno a la diversidad cultural.
"Creo que con mucho trabajo y con la fuerza de la gente de las comunidades, se va tratando de pensar de otra manera la identidad nacional", señaló la directora. Por ese motivo anhelan llevar la película a las comunidades para su estreno nacional, pero son concientes de que eso dependerá en gran medida por la situación sanitaria a causa de la pandemia y del equipamiento con el que cuenten.
Seggiario estudió cine en la Universidad de Buenos Aires, y desde el inicio de su profesión trabaja en proyectos que la acercan al mundo indígena, la documentación, la experimentación cinematográfica y las colaboraciones con otros lenguajes artísticos. Ahora está llevando a cabo su proyecto de ensayo documental Senda India/Our demand (FID Lab 2020), que se realiza en comunidades cercanas a la localidad de General Mosconi, también en el Chaco salteño.
Un corpus propio
Seggiario fue reconocida a nivel internacional por su primera película “Nosilatiaj” (la Belleza), estrenada en 2012, conviertiéndose en uno de los largometrajes salteños más galardonadas. Este primer proyecto relata la historia de Yolanda, una joven de 15 años de origen wichí, que trabaja como empleada doméstica en una familia criolla del Chaco salteño.
A través del Wichí Lhämtes la joven va contando cómo le cortan injustamente su largo cabello, un rasgo característico para las mujeres del Pueblo Wichí, ya que forma parte de su propia belleza. En la película justamente se vislumbra el cruce cultural entre originarios y criollos, y se destaca como estos últimos terminan definiendo, al parecer, su destino.
Al ser consultada por las similitudes con Husek, la cineasta aseguró que se trata de películas cercanas, pero "muy diferentes". "Parece que estamos formando un corpus de películas pero con miradas desde distintos lugares", aseguró.
La característica principal sin duda es la indagación de la relación que se da entre el mundo blanco y el mundo indígena. "Conservan un poco la misma mirada que pone el foco sobre ese diálogo que parece tan lastimado y roto, pero se trata de poner el eje en ese lugar", precisó.
Otro punto en común es el trabajo que se hace en torno al lenguaje, destancando la "potencia que tiene la lengua Wichí Lhämtes y la importancia que tiene" en las comunidades. Seggiaro aseguró que en Nosilatiaj empezó a instalarse el concepto de la lengua como refugio, y que en Husek se manifiesta "como un territorio a cuidar que no sólo genera sanación, sino también es un refugio". "Es otro punto importante que motoriza la historia", agregó.
Una parte de ese trabajo puede verse hasta fines de septiembre en la muestra colectiva La escucha y los vientos. Relatos e inscripciones del Gran Chaco, curada por Andrea Fernández e Inka Gressel en el Museo de Bellas Artes de Salta como parte de Bienal Internacional de Arte Contemporáneo del Sur - Bienalsur.