Desde Brasilia
Jair Bolsonaro está herido, aunque no de muerte. En los últimos días el presidente de Brasil formuló declaraciones asombrosas que tal vez sean síntomas del deterioro de su estado de salud política.
Este miércoles puso en duda su postulación a la reelección en los comicios de octubre del año que viene cuando es probable que deba enfrentar al favorito en las encuestas, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT). "No me he lanzado, todavía no sé si voy a ser candidato" dijo el jefe de Estdo en un reportaje radial. El inesperado y nada creíble desinterés en pelear por un segundo mandato va a contramano de lo que el propio Bolsonaro ha declarado en los dos últimos años cuando habló a menudo, explícitamente o con insinuaciones, de su vocación por permanecer en el Palacio del Planalto.
El martes Bolsonaro había formulado otra declaración desopilante. Aseguró que Dilma Rousseff, también del PT, fue reelecta gracias a un fraude en el ballotage disputado en 2014 frente a Aecio Neves, candidato del conservador Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). El capitán jubilado prometió presentar pruebas la semana próxima de esa alegada maniobra petista. Se trata de una denuncia tan descabellada que hasta el propio Neves, partícipe del golpe contra Dilma en 2016, declaró a la cadena CNN no tener conocimiento de indicios sobre el robo de votos en 2014.
Emulo de la versión más delirante Donald Trump cuando el republicano denunció un fraude de Joe Biden en las presidenciales de noviembre de 2020, Bolsonaro habla frecuentemente sobre la posible manipulación de las elecciones brasileñas de 2022 a través del jaqueo de los sistemas de acopio de datos. Basado en esa suposición exige una reforma constitucional por medio de la cual se restablecezca el voto impreso. Debido a lo injustificado de la propuesta, el presidente no ha tenido respaldo, ni siquiera del oficialista bloque de partidos derechistas conocido como "Centrao".
El domingo, a poco de recibir el alta en un hospital privado de San Pablo donde estuvo internado poco más de tres días, Bolsonaro aseguró que el exministro de Salud Eduardo Pazuello, su hombre de confianza, no cometió ninguna irregularidad en los contratos millonarios por las compras de vacunas sospechados de coimas investigados en el Senado.
Horas antes de este espaldarazo al general Pazuello, el diario Folha de San Pablo divulgó un video donde el militar afirma haber cerrado un acuerdo por la compra de vacunas chinas contra el coronavirus, Coronavac, a 28 dólares la unidad, siendo que el precio de mercado es de 10 dólares la dosis.
Protesta en puerta
Las evidencias de corrupción salpican tanto al ocupante del Planalto como al staff de militares instalados en el Ministerio de Salud durante la pandemia que costó la vida de 545 mil brasileños.
La opinión pública parece haber comprendido que cuando el líder ultraderechista se pronunciaba contra la compra de vacunas a los laboratorios -atrasando la inmunización y causando muertes - por lo bajo estaba ordenando o consintiendo que generales y coroneles negociaran millones de dosis con intermediarios a cambio de coimas.
Quien observe este el escándalo de las vacunas en perspectiva llegará a la conclusión de que el actual gobernante trasladó al Planalto las operaciones dolosas (apropiación y lavado de dinero, trafico influencias, pactos con paramilitares, etc) que caracterizaron sus 28 años de diputado federal. Por eso las encuestas muestran que el candidato Bolsonaro tiene cada vez menos intención de voto de cara a 2022, y el presidente Bolsonaro tiene cada vez menos credibilidad.
Frente a ese cuadro político adverso este miércoles anunció cambios en su gobierno con la posible designación del senador Ciro Nogueira como jefe de gabinete. El congresista comanda el poderoso grupo parlamentario "Centrao" del cual Bolsonaro espera apoyo para impedir la aprobación del impeachment en Diputados y obstruir las investigaciones de corrupción en el Senado.
Paralelemente dejó trascender la recreación del Ministerio de Trabajo (extinto tras el golpe de 2016), ahora con el nombre de Ministerio de Previsión y Empleo como forma de responder a la demanda de 14,8 millones de desocupados y 6 millones de "desencantados", que son los trabajadores que además de estar sin empleo dejaron de procurarlo.
Son iniciativas que pueden servir como pulmotor para dar sobrevida a una administración doliente que confía en recuperarse en los próximos meses a caballo del crecimiento del Producto Bruto del orden del cinco por ciento y de un retorno a la normalidad con el avance de la vacunación. De todos modos ese oxígeno llega tarde para revertir el descontento popular creciente: este sábado se realizará la cuarta movilización, desde fines de mayo, reivindicando el impeachment y en repudio del genocidio. La convocan los movimientos sociales, el PT y partidos del campo democrático, popular y de izquierda.