Ni Darkseid, ni Doomsday, ni las huestes de Apokolips. A veces el principal desafío que puede enfrentar Superman son el desempleo y dos hijos adolescentes. De esa premisa parte Superman & Lois, que acaba de ser incorporada a la plataforma HBO Max. La serie –que en Estados Unidos ya lleva emitidos doce capítulos- se incorpora así al universo televisivo de DC Comics (que incluye Arrow, The Flash, Supergirl, Doom Patrol y varios otros), ahora con uno de los héroes más icónicos de la franquicia. Aquí Tyler Hoechlin es Superman –ya había tenido algunos cameos en Supergirl, que en la ficción es su prima, y otras series de ese universo-. Elizabeth Tulloch, en tanto, interpreta a Lois Lane.
Detrás de todo ese andamiaje está el omnipresente Greg Berlanti, cerebro detrás de todas las ficciones televisivas de DC Comics, y su sello es fácil de advertir: la cuestión familiar es central al relato y en este caso es directamente el núcleo argumental de la primera temporada, pues todas las tramas, no importa cuán secundarias, hablan sobre legados familiares o relaciones entre padres e hijos. La principal, claro, es la de la pareja protagonista con sus dos hijos adolescentes, los mellizos Jordan y Jonathan Kent. Pero también sobrevuela el legado kryptoniano del Hombre de Acero, el recuerdo de la madre terrestre (¡Martha!) del campeón de la Tierra y la relación de Lois con su padre, el general Lane, a cargo de la agencia del Departamento de Defensa que supervisa la actividad alienígena en el planeta. Pero otro tanto podría decirse del resto del entorno de la “superfamilia”, como la ex novia de Clark, Lana Lang.
Pese a lo que esto podría hacer suponer, Superman & Lois es menos lacrimógena que otras series de Berlanti (en The Flash la familia que había adoptado a Barry Allen se la pasaba de llanto en llanto, por caso). Quizás tercie ahí la fuerza del propio protagonista, que se supone es el faro de optimismo y esperanza para la humanidad, y que en su candidez, Hoechlin interpreta el rol muy bien.
Desde luego, hay un mundo que salvar –las aventuras de Superman nunca son chiquitaje-, aunque esa trama se empieza a develar más avanzada la temporada. En lo inmediato, el espectador se encuentra con que la pareja maravilla del diario Daily Planet se muda a Smallville, el pueblo de crianza de Superman/Clark Kent, tras la muerte de su madre y el despido de Kent –resiste balas, pero no la reducción de personal, parece-. Además, el hijo más retraído (candidatazo a causar un Columbine) descubre que heredó poderes de su adn kryptoniano y la vida familiar empieza a ponerse entretenida.
De esa combinación surgen dos elementos interesantes. El primero es que retrata muy bien la decadencia de los pequeños pueblos del interior estadounidense, algo que permite comprender, en perspectiva, el ascenso de una figura como Donald Trump. Si el magnate llegó a la presidencia prometiendo reactivación económica, aquí el villano de turno hace otro tanto. La otra faceta interesante del relato así planteado es que Superman no es el encapotado invulnerable que sostiene el imaginario. Tiene dudas, mete la pata cuando cría a sus pibes (y Lois lo tiene que aleccionar un capítulo sí y al siguiente también), y exhibe sus debilidades. Pero además, ayudando a su hijo a descubrir sus poderes el guión ayuda a mostrar que ser la criatura más poderosa del planeta es mucho más complicado de lo que parece.
Pero la serie lleva dos nombres en su título y Lois es una figura a la par de su contraparte masculina, y no sólo sosteniendo el peso de la estructura familiar. Aquí por momentos va muy por delante de su marido en la investigación del villano de turno –la serie apunta varias veces que no sólo es más famosa que Clark como periodista, sino mejor profesional que él-. Pero sobre todo, juntos conforman un equipo casi sin fisuras, de enorme apoyo mutuo. De eso se trata, en definitiva, ser una “superfamilia”.