Dentro del ciclo de charlas que presenta Soci@s de Página/12, Romina Calderaro realizó una entrevista abierta al escritor Sergio Olguín en la que las y los lectores del diario también pudieron realizar preguntas.
"La mejor enemiga", la más reciente novela de la saga que protagoniza Verónica Rosentahl fue uno de los temas centrales de la conversación.
¿Por qué elegiste una mujer y no un/a policía para ser el/la protagonista de la saga?
Es muy difícil hacer policial en Argentina pensando en que los policías pueden ser los buenos, los que investigan. En general, en la Argentina, cuando uno piensa en un policía piensa que está más vinculado al delito. En términos narrativos literarios es mucho más cercano al imaginario que uno tiene del papel de la Policía, pero lo que es cierto es que el policial negro sobre todo exige cierta cercanía con la realidad, con cómo se mueve el mundo real y me parece que los periodistas y, en alguna medida, los abogados son aquellos que uno puede pensar más como personajes que se dedican a la investigación o que van a investigar algo vinculado con un delito, con un crimen, con lo que sea…
En el caso de Verónica es una persona que se dedica al periodismo de investigación, pero que también tiene un entorno de abogados vinculado con su padre, con Federico, su amigo - pareja, que le facilitan esta investigación periodística.
En este libro en particular te metes con la historia de Verónica, con su infancia, ¿es un tópico que te interesó abordar específicamente?
Hacía tiempo que quería escribir sobre Verónica en cuestiones más íntimas, del vínculo familiar desde su pasado, su infancia, su adolescencia que, en general, en los policiales uno no tiene mucho tiempo porque está muy atado a desarrollar la investigación, pero me dí cuenta que Verónica era un personaje lo suficientemente complejo como para que hubiera un buen material narrativo alrededor de esa vida. Me pareció que podía contar esa infancia en Villa Crespo y también el vínculo muy especial que establece con su abuelo judío polaco, activo militante comunista, dirigente de Atlanta, que tiene mucho que ver con cómo es Verónica en su vida cotidiana, más vinculada con el barrio, con lo social y que se presenta contradictoria con esa otra vida que ella tiene de “chica de Recoleta”. Me pareció que estaba bueno que eso se vinculara directamente con lo que había que investigar en esta novela.
¿Sentís nostalgia por el periodismo de investigación, ese capaz de ir hasta las últimas consecuencias?
Hemos tenido siempre buenos periodistas de investigación, lo que es difícil es pensar para el periodismo de esta época las condiciones en las que trabaja Verónica, allí es en donde es más difícil pensar un personaje absolutamente real. Hoy se exige inmediatez y Verónica cuenta con el tiempo suficiente para hacer sus investigaciones, es un periodismo a la vieja usanza, como se hacía en otras épocas. Te diría que Verónica es una periodista pre internet en su forma de moverse en el periodismo.
En esta novela hay un giro inesperado con respecto a su vínculo con Federico...
Me pareció que estaba bueno encontrarle una vuelta de tuerca a eso. Federico es históricamente un personaje que está siempre detrás de Verónica. “La mejor enemiga” comienza cuando ellos ya están en una pareja estable, mientras que ellos siempre han sido una pareja de muchas idas y vueltas, de mucha pasió, desencuentros y cortes, pero es en este momento, cuando les está yendo realmente bien como pareja, es que empieza una crisis con respecto a lo que cada uno siente sobre esa relación.
¿Tenés pensado escribir más libros para esta saga?
Mi intención es terminar diez novelas de Verónica en donde ella vaya creciendo, hacer un registro de cómo van pasando los años, que ella vaya cambiando, evolucionando en función de las cosas que van sucediendo. Es un proceso que no solemos ver mucho en las novelas, sobre todo en los policiales que siempre se vinculan más con lo puntual, con el crimen o con lo que hay que investigar, no hay muchas posibilidades de ver la evolución de un personaje. Me parece que es una linda experiencia, la de poder acompañar a Verónica en esos cambios de libro a libro.
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