Hace largos años, por los pasillos y las aulas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA conocimos a Susana. Su inserción en ese espacio, que sería el lugar de trabajo de toda su vida, se produjo durante la transición democrática, al retorno de su exilio en Perú. Un seminario sobre salud integral, dictado con Graciela Biaggini en las aulas de la Facultad de Arquitectura de la Ciudad Universitaria, fue el puntapié para un trabajo de campo en un barrio y la ansiada tesina de grado para muches que habíamos quedado en suspenso durante la dictadura militar. Bocanada de aire fresco luego de un clima tan enrarecido y la posibilidad de debates que habían quedado olvidados. Después vendría la importancia trascendental del Seminario de Investigación sobre salud y derechos sexuales y derechos reproductivos con perspectiva de género donde muches transitaron, en principio como alumnes y luego como docentes. Esa materia fue el reflejo del interés de Susana: la salud integral, la salud pública, los derechos sexuales y reproductivos, la salud sexual en la adolescencia y el aborto. Sobre todos ellos investigó durante muchos años y produjo materiales pioneros que hoy son de consulta para quien quiera adentrarse en esas temáticas. En su larga y promisoria carrera académica también dirigió una serie de Proyectos de Investigación UBACYT en la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de Buenos Aires. Fuimos parte de esos equipos, desarrollando trabajos de campo en hospitales, principalmente, y elaborando documentos como devolución productiva a los equipos del campo de la salud, muchos de los cuales repensaron la calidad de la atención desde la mirada de los proyectos coordinados por Susana.
De su prolífica carrera académica, desarrollada también como Directora de la Especialización en Gestión de Políticas para la Infancia y Adolescencia de la UNTREF, dan cuenta sus textos, la enorme cantidad de colegas formados por ella y las numerosas tesis de doctorado bajo su dirección.
Susana fue una persona con una enorme vitalidad y compromiso. Desde muy joven, como estudiante de sociología y luego como docente formó parte de las Cátedras Nacionales de los años 70 lo que le significó un largo exilio. Al retornar, integró, en los años 90, el Foro por los Derechos Reproductivos desde donde desarrolló innumerables acciones. Luego participó en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, a la que apoyó explícitamente durante todos estos años.
Llegar a la casa de Susana era subir las escaleras donde tenía su estudio, mirar en la lejanía los árboles y el río y tomar un exquisito café con ricas cosas dulces. En ese entorno cálido y ameno se desarrollaban las reuniones de equipo donde debatíamos, intercambiábamos y muchas veces acordábamos y tantas no. Susana era una persona muy generosa, muy amiguera y su biblioteca estaba siempre abierta para quien la necesitara así como su firma para acompañar becas y/o estipendios a alumnes, colegas o quien le solicitara. Del mismo modo era vehemente, firme en sus convicciones, casi testaruda muchas veces y no era fácil moverla de sus ideas. Pero aun así se podía trabajar en un clima amigable y alegre. Cultivaba la amistad, con amigues entrañables con quienes compartió militancia, exilios y retornos, y también dan cuenta de ello las numerosas visitas de distintos lugares que siempre habitaban su casa. Era una amante de la buena comida y buena cocina, especialmente la peruana. Era coqueta, pilchera y siempre lucía sus hermosos anillos de plata. La vida compartida con su compañero Jorge, su hija Agustina y sus nietes Mateo, Javier y Sofía eran parte de su ocupación y placer.
Susana fue una excelente académica que hizo honor a su generación, una activista comprometida, buena amiga y una mujer jugada por sus principios, deseos y disfrute de la vida.