Franco Carletta (37) concejal y presidente del Concejo Deliberante del municipio de Icaño, Catamarca, fue denunciando por su esposa en 2018 por golpear a la menor de sus hijas y en 2019 por abusar sexualmente de ella, amenazarla de muerte con armas de fuego y violencia de género. Sin embargo, hasta el momento, la Justicia de la sexta circunscripción de Recreo, no avanzó en las causas y quiso archivar una de las acusaciones.
Silvina (35), habló con Catamarca/12 y aseguró que pese a que pudo escaparse y hoy vive en otra provincia junto a sus dos hijas, el miedo por años de haber sido “vulnerada de todas las formas posibles” aún está latente y teme dormir “para no tener pesadillas”.
“Si hoy estoy viva es gracias a una amiga que me ayudó a salir del pueblo. La connivencia de la política con la Justicia impidió que me vaya antes. Él tenía mil ojos y hasta supo cuando fui a radicar a la denuncia en la ciudad. Aquella noche, como él había robado los documentos de mis hijas, tuve que hacer una exposición policial y decir que me iba de vacaciones para poder salir de la provincia”, comienza a contar la mujer.
La historia de violencias de Silvina inició cuando comenzó a convivir con Carletta hace 13 años atrás. Lo conocía del pueblo desde que eran adolescentes y se había enamorado. Sin embargo, la situación se agravó cuando quedó embarazada. “Mi hija hoy tiene 12 años. Recuerdo que me pegaba cachetadas e incluso intentó ahorcarme”, dice.
La mujer asegura que comenzó a entender lo que le sucedía luego de la muerte de su tercer hijo. Antes “yo naturalizaba la violencia. Para mí era normal que él saliera con otras mujeres, que no me permitiera hacer cosas, que me golpee. Yo siempre tenía que entenderlo e incluso hasta lo justificaba”. “Muchas veces intenté separarme y él me volvía de la puerta con la pistola en la cara”, aseguró.
El maltrato y abandono que hizo de ella y su bebé, quien falleció a las pocas horas de nacer, le mostraron que lo que vivía con Carletta “no era normal”. La brutalidad del trato, pese a que ella tenía pocas posibilidades de sobrevida luego del parto, por una malformación de la criatura y de su placenta, la hicieron reflexionar que no quería vivir más así y que sus hijas no podían repetir esa historia.
Comprenderlo fue traumático para ella y lo hizo desde la cama de terapia intensiva de un hospital de Córdoba, mientras tocaba por primera y última vez a su hijo y Carletta “estaba en el casino con su padre y unos amigos”. “Deja de llorar, no me reclames. Te tendrías que haber muerto vos también”, le dijo cuando regresó a verla.
Era 2014. Y, por primera vez, ella sintió fuerzas para comenzar a hacer cosas por sí misma. Incluso inició una terapia y comenzó a estudiar. Carletta la ignoraba, la seguía golpeando cuando ella “le respondía”. No obstante, “notó que mi actitud había cambiado y por eso se puso peor, para él fue terrible enterarse que yo comencé a estudiar el profesorado de historia y se puso tan loco que debieron internarlo en una clínica psiquiátrica un tiempo”.
Fue el médico psiquiatra quien le dijo que ella debía separarse definitivamente. Así lo hizo. En 2017, y como pudo, logró el divorcio, pero Carletta la seguía acosando. El control sobre ella lo ejercía a través de sus hijas a quienes maltaba psicológicamente y trataba de “traicioneras” si no querían abrirle la puerta de la casa cuando a él se le ocurría ir.
“A veces se metía en casa y me miraba dormir. Una vez, que logró convencer a mis hijas para entrar, yo me estaba bañando y él me vio, me golpeó y me violó”, dijo.
Las amenazas eran constantes. “Carletta siempre estuvo armado. Incluso llegó a comprarse un fusil con mira telescópica y decía que era para mí. Una vez le pregunté cómo podía ser que tuviera permiso para portar armas y él aseguró que gente con poder como él esas cosas las consigue”, dijo.
Silvina temía por su vida y también por la de sus hijas. En 2018, la menor de ellas le dijo que ayude a sacarse la ropa porque no podía moverse. Cuando la desvistió vio las marcas y la inflamación en su espalda. Le había pegado repetidas veces con un cinturón.
Fue entonces que pese al miedo y a las armas de fuego y a las amenazas de muerte que decidió denunciarlo por primera vez. “Ya no era mi vida la que estaba en juego sino la de mis hijas”, señaló.
Carletta se enfureció y concurrió con su padre, el actual intendente de Icaño, Pio Carletta, a amenazarla para que retire la denuncia. Ella no lo hizo. Después pudo huir.
Ya en Córdoba, provincia en donde actualmente reside, Carletta la siguió acosando. Había restricciones emitidas por la justicia y ella lo denunció nuevamente. En Córdoba, una de las juezas que la atendió le dijo que podía denunciar la violencia y el abuso sexual ahí y así lo hizo. Las actuaciones y pericias psicológicas que le hicieron las remitieron a Recreo, porque era lugar donde habían sucedido los hechos.
Con las nuevas denuncias, las amenazas de Carletta no cesaron. “Mi abogado recibió una propuesta del abogado de ellos, con el motivo de levantar las denuncias. Me ofrecían trabajo y una casa en Córdoba. Pienso en eso y me da asco. Ellos actúan así, creen que el mundo y las personas le pertenecen y que todo tiene un precio. Es hasta una falta de respeto, pretende que venda la justicia de mi hija y la mía. No paran de lastimar”, dice Silvina con la voz cortada.
“La pericia psicológica que me hicieron dice que yo no fabulo. Fue terrible para mí leerla, pero tuve que hacerlo. Además, dice que mi trauma es tan fuerte que para mí todo lo que viví, el abuso sexual y la violencia es una sola cosa. Aún hoy me cuesta dormir porque tengo miedo hasta de soñar”, confiesa.
Actualmente Carletta aspira a ser Senador por el departamento La Paz o a ser reelecto en su cargo de concejal.
La denuncia por abuso sexual, sin que se informara a las partes, fue archivada y las denuncias por la violencia ejercida contra Silvina y su hija siguen sin conclusión. “Con mi abogado pedimos que la fiscal de Recreo, Jorgelina Sohb sea apartada de su cargo. Ella actuó a favor de Carletta durante el divorcio y permitió que él se quede con todos los bienes. Pero tampoco queremos que la subrogue Virginia Duarte, porque ella vive en el lugar y no queremos que la amenacen ni exponerla. Pedimos que sea un fiscal de otra jurisdicción quien actué en el caso y que se desarchive la causa”, contó.
Silvina manifestó además que hay una denuncia radicada en la ciudad Capital de Catamarca por las amenazas de muerte que le hizo apuntándola con un arma de fuego en la cabeza. “Pero aunque pedimos informes nos dijeron que se perdió. Esas cosas son las que me hacen dudar de la connivencia de la política y la justicia y tener miedo”, resaltó.
“Me rompí entera estando con él. Pero puede rearmarme. Aunque hay muchas cosas que todavía me duelen, me di cuenta del papel que tengo con mis hijas. Sé que mi función es dar vuelta la historia de ellas. Yo entendí que me dejé hacer todo eso porque es lo que me enseñaron. Y no iba a educarlas a ellas como si eso que vivía fuera la normalidad porque no quiero que reciban lo mismo y cuando venga una basura y las trate mal lo justifiquen”, concluyó.
Antecedentes
En Catamarca, actualmente, hay procesos penales abiertos por abuso sexual contra el presidente del Concejo Deliberante de la Capital, Daniel Zelaya, contra el intendente de Bañado de Ovanta, Elpidio Guaraz y contra el ex candidato a gobernador por la UCR Roberto Gómez. el año pasado, el intendente de Puerta de Corral Quemado, Enrique Aybar fue condenado a 6 años de prisión por abusar sexualmente de una adolescente.