La descentralización de la campaña de la vacunación contra el covid 19 hace la diferencia por estos días en los barrios empobrecidos de Rosario. Lo dicen quienes trabajan en los centros de salud y conocen a casi todos los vecinos. La estadística dice que hay 621.000 personas vacunadas en la ciudad, pero de ese número hay 39.000 que lo están por haberlo hecho en el centro de salud de su barrio. Y hay otras 9.200 personas que también ahora están vacunadas porque los equipos de salud fueron a buscarlas y las vacunaron en sus casas. De otro modo, estarían afuera. Fuera de la política pública empeñada en proteger la población de la pandemia.
"Cuando el jueves salimos a vacunar en el barrio sentimos que somos el Estado cuidándote. Me lo confirmaron las caras de esas mujeres emocionadas de que estuviéramos ahí, en su casa para vacunarlas porque todavía no habían podido hacerlo. Si fuera un Estado que mira para otro lado, esto hubiese sido un desastre sanitario, se hubiese enfermado mucha más gente y de manera más grave, sin dudas". Esto cuenta la médica Andrea Montaner, directora del centro de salud Ceferino Namuncurá, en José Ingenieros al 8600, barrio Stella Maris.
La descentralización de la estrategia empezó a principios de junio, cuando el comité coordinador de Provincia y Municipalidad atendió la voz de los equipos del territorio y dispuso que se empiece a vacunar en los centros de Distrito y en los centros de salud.
"Hay población que no llega a las propuestas de una campaña de vacunación centralizada, los equipos en el territorio, con vínculo previo, que conocen a la gente y los circuitos de los barrios, empezaron a detectar que muchas personas no se anotaban para el turno porque no tenían modo de hacerlo, o lo veían distante. Con la posibilidad de conservar luego las vacunas a temperatura de heladera, se pudo descentralizar la campaña y avanzar con estas otras estrategias: ir casa por casa, o ir a centros comunitarios, comedores con referentes que convocan a los vecinos", explica Fernando Vignoni, director de Centros de Salud de la Municipalidad.
"Un montón de gente no llegaba al vacunatorio. La razón es multicausal, tiene que ver con la justicia social: hay que tener acceso a internet, un teléfono, condiciones para conectarse, tener plata para el colectivo que acá está muy caro para alguien que vive de changas y en pandemia con muchas economías familiares se han complicado. Hay que tener con quién dejar a les hijes a cuidado. Desde el Stella Maris no hay un colectivo directo al vacunatorio de la Rural. Cuando se empezó a vacunar en los centros de Distrito el acceso mejoró, pero igual seguía quedando gente afuera. Verificamos que de 20.000 pacientes de los centros con factores de riesgo solamente 8.000 se habían anotado. Por eso había que hacerlo de otra manera", señaló Montaner. "La gente –resumió– tiene otros problemas para sobrevivir, otras prioridades. En los barrios la vacuna es una cosa más entre muchas, entonces se complicaba. Y eso nos hizo replantear la estrategia, y hubo que salir a vacunar".
El suministro de listas que el comité "bajó" a los centros de salud contrarió a les trabajadores territoriales. "Nos mandaron listas duras a las que debíamos atenernos y ahí había pacientes ya vacunados, otros que no vivían en el barrio, y hasta muertos. Igual, las dos primeras semanas fue una fiesta y todo el mundo iba a vacunarse, pero esas listas se volvieron más una traba que una ayuda: teníamos pacientes conocidos de riesgo y rango etario acorde a lo autorizado que no estaban en la lista, otros sin factor de riesgo pero que querían vacunarse y había que postergarlos, otros que no tenían los medios para concurrir al vacunatorio asignado...", enumeró la médica Simona Lavarello, del Ceferino Namuncurá, en el boletín Hilo Rojo, de la Asamblea de Trabajadorxs por la Salud Colectiva. "Es desesperante y poco operativo sanitariamente tener personas que en la Rural sí se vacunarían pero en la puerta del Centro de Salud le teníamos que decir que no porque aún no podemos dar cuenta de otres que no encontramos!!!", añadió. La sensación en los equipos territoriales en esos días es que sus pacientes eran ciudadanos de segunda.
Montaner explica la diferencia: "Rosario tiene historia de equipos de salud en el territorio, y entonces sabemos quién necesita antes la vacuna, debe primar la equidad. Vacunamos a muchos pacientes con problemas de salud mental, población que vive de la recolección y está en riesgo aunque no tuviera 70 años. Estas situaciones individuales son importantes y las sabemos nosotros, y en el colectivo se pierden. Esta es la ventaja de estar en el barrio".
Vignoni le puso números al cambio de estrategia: 39.000 personas vacunadas en los 50 centros de salud municipales, y 9.200 vacunadas por el dispositivo ambulatorio. Son cinco equipos de hasta diez agentes sanitarios que salen cada día a las calles de los barrios a vacunar in situ. "Esta semana fue intensiva, vacunamos casi mil personas por día", aseguró.
Hasta ahora hubo vacunación ambulatoria en Las Flores, Godoy, Santa Lucía, Stella Maris, Nuevo Alberdi, Parque Casas, Alvear, Villa Banana, Vía Honda, Tablada, Empalme Graneros y Ludueña, de martes a viernes. Ahora el foco es mayores de 20 años. "Pero todavía nos encontramos con personas mayores sin vacunar y las vacunamos. La franja que más vacunamos ha sido de entre 30 y 40 años", precisó Vignoni.
El director de Centros de Salud cree que "si no vacunáramos así, esta gente podría haberse vacunado tal vez, pero con mucha más demora. En los centros solo el 30% había podido acceder al registro, y mucha gente no había podido ir al turno: por no tener plata para el colectivo, por no poder dejar los chicos a cuidado para ir a la Rural. Hoy no estaríamos con el nivel de vacunación que tenemos ahora".