* El FdT y Juntos por el Cambio (JpC) se mantuvieron cohesionados desde 2019 aunque no pudieron evitar algunas internas estridentes, minoritarias pero intensas.
* Un primer vistazo sobre las boletas comprueba que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner armonizaron mucho. Alberto condujo desde Olivos, las cabezas de listas en Buenos Aires, Ciudad Autónoma (CABA), Córdoba y Entre Ríos tienen su sello. Cristina consiguió más candidatos “entradores”. Pura lógica porque su sector es más representativo dentro de la coalición y el que más bancas renueva. El albertismo, diría un Gramsci autóctono, no termina de nacer… acaso por decisión presidencial. La mayoría de las fumatas transcurrieron sin rupturas. Los encontronazos en Santa Fe y Tucumán --que oponen a gobernadores contra sus vices nada menos-- son los mayores tropiezos del oficialismo nacional.
* El Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta se erigió en conductor de JxC y en particular del PRO. Desplazó del centro del dispositivo al expresidente Mauricio Macri, una eutanasia asombrosamente sencilla. El presidente Néstor Kirchner precisó una elección para relegar a su predecesor Eduardo Duhalde. Larreta, sin despeinarse, desplazó a Macri y consiguió el “renunciamiento” (en verdad una confesión de impotencia) de la exministra Patricia Bullrich. HRL se quedó con el sabó, valiéndose de la doble legitimidad que combina: territorial y mediática. Lo que lo diferencia de su aliada orgánica, la ex gobernadora María Eugenia Vidal, de su aliada bullanguera (y hábil en la rosca) la ex diputada Elisa Carrió. Y last but not least (más bien first) de Macri y de Bullrich.
* El radicalismo despertó de la sumisión quinquenal ante el PRO para desafiarlo en PASO de distintos volúmenes. La más llamativa enfrenta en Buenos Aires a Facundo Manes versus el ahora ex vicejefe de Gobierno porteño Diego Santilli. Margarita Stolbizer y Emilio Monzó le dan una pátina pluralista a Manes ante una primaria de resultado impredecible.
* En la CABA se abre una lista radical con aspiraciones módicas encabezada por el ex secretario de Salud Adolfo Rubinstein. En Entre Ríos se armó otra para incordiar al ex ministro Rogelio Frigerio nieto que sueña con ser gobernador. Son algunos ejemplos, entre varios. Los radicales, altos promotores de internas… fieles a su tradición en ese aspecto.
* Como prescribe el manual y se sabía de antemano: los boina blanca se hicieron fuertes en las provincias que gobiernan: Mendoza, Jujuy y Corrientes.
* El Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT Unidad) se presenta en 23 distritos, no pudo en Corrientes. Habrá PASO en casi todos.
Otras vertientes de izquierda se empeñarán en pasar el umbral haciendo rancho aparte.
Las terceras fuerzas compiten contra las demás y contra el piso del 1.5 por ciento de los votos exigido para participar en las generales de noviembre.
* La derecha no culposa arma sus trenes fantasma sin rubores. Se coloca a la derecha de JxC, lo que no es tan sencillo. Sueña con sacar partido del malestar, el abatimiento o la furia de sectores medios bajos, del desamparo de jóvenes que padecen las restricciones y la malaria económica de la pandemia. José Luis Espert es un dirigente locuaz, carente de pruritos. Habrá que ver cuanta cabida le dan los medios dominantes que malician que el hombre succiona votos cambiemitas.
* Flota en el aire aroma a polarización aunque las elecciones de medio término (las de diputados, sobre todo) dejan margen para votos expresivos, volcados a terceros partidos. Hay varios provinciales que gobiernan sus terruños desde hace rato: el cordobesismo de Juan Schiaretti, el Movimiento Popular Neuquino (MPN), el Frente Renovador de Misiones, el Frente santiagueño de Gerardo Zamora. Con menos recorrido, el partido ríonegrino del exgobernador Alberto Weretilneck. Cada comarca es particular, diferente su poder local. Tienen en común la necesidad de procurarse representantes en el Congreso para negociar necesidades y exigencias de sus provincias con la Nación.
Otros terceros no gobiernan pero pugnan por hacerse un espacio. Con larga historia, Fuerza Republicana en Tucumán, encabezada por Ricardo Bussi. Con un par de contiendas, el randazzismo bonaerense del exministro Florencio Randazzo.
* En la Cámara Baja se renuevan 127 bancas, la mitad de cada distrito. El FdT expone 51, JxC 60. Para el oficialismo sería ideal elevar el número para tener quórum propio… o arrimarse. En espejo invertido, la ambición cambiemita.
* Ocho provincias cambian sus tres senadores, dos para primera minoría, uno para la segunda. Las proporciones se invierten: el oficialismo nacional renueva 15 bancas, la alianza opositora 8. Peliagudo que el FdT crezca…
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La unidad aunque duela: “Unidad hasta que duela” predicaba en el llano el exgobernador sanjuanino José Luis Gioja. Alberto Fernández destinó muchas jornadas a consagrarla en las boletas. Labor exigente porque hay que compatibilizar ambiciones sectoriales, imaginar cabezas de lista hábiles para convencer cara a cara y en los medios, armar el mosaico de la coalición. El sello personal de AF se percibe en varios primeros candidatos. Tolosa Paz, Leandro Santoro, Martín Gill en Córdoba, Enrique Cresto en Entre Ríos. Estos dos son intendentes en uso de licencia para ocupar cargos nacionales relevantes: atesoran peso territorial propio y se granjearon confianza de la Casa Rosada durante año y medio de gestión. Cresto, alcalde de Concordia, aspira a ser gobernador dentro de dos años. Gill actúa en una provincia hostil al kirchnerismo y al oficialismo nacional en la que priman el cordobesismo y JpC. El mérito de esas designaciones es haber contemplado trayectorias locales sin “exportar” figuras desde la remota Capital.
Una militante de La Cámpora encabeza la lista de diputados rionegrina, que solo puede conseguir uno de los dos que renuevan. Es un modo de ir sumando para “la Orga”, no el más habitual. En general, los cuadros de la Agrupación se esparcen en distintas listas “por abajo”. Complicado presagiar pero todo indica que La Campora aumentará su número en Diputados, comparado con el relativamente escaso que consiguió cuatro años atrás.
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Senadores en provincias tripartitas: En Córdoba y Santa Fe disputan los curules del Senado y 9 diputados. En comicios nacionales la Docta es un bastión para el macrismo que topa con un límite: no logra desbancar a Schiaretti en la gobernación. Los cambiemitas llegan fragmentados a las PASO, cuatro listas, too mucho.
Los baqueanos mediterráneos comentan que el Gringo Schiaretti se ve segundo en la porfía. Que su real pretensión es quedarse con un senador, contra ninguno que le responde ahora. Alfredo Caserio, el saliente, se sumó al oficialismo nacional y va por la proeza de sostener el espacio. Schiaretti garantizó candidaturas a intendentes para hacerse fuerte en el Interior provincial, contra Caserio y Gill. También para contrapesar a JxC, acostumbrado a arrasar en la capital de la provincia.
El FdT defiende una banca en Diputados, según los antecedentes sería una proeza que se alzara con dos.
Provincia tripartita, entonces, con predominio de dos facciones opositoras a la Casa Rosada.
En Santa Fe contienden asimismo tres coaliciones aunque con otras correlaciones de fuerzas. Dos senadores del FdT, uno cambiemita. Cinco diputados amarillos, tres del FdT, uno del Frente Progresista que gobernó durante años. El gobernador Perotti aspiraba a que revalidaran los dos senadores salientes: Alejandro Mirabella y María de los Ángeles Sacnún. Como comentamos en esta columna la semana pasada AF y CFK preferían medir otros candidatos considerando que ambos senadores son casi desconocidos. Así surgieron las precandidaturas del ministro de Defensa Agustín Rossi junto a la vicegobernadora Alejandra Rodenas. Hasta el miércoles pasado, cuentan allegados al “Chivo” Rossi, parecía haber acuerdo entre la Casa Rosada y Perotti, pasando a Mirabella y a Sacnún para encabezar la boleta de diputados. El mandatario se empacó, los adversarios rompieron lanzas, habrá PASO. La nota de Leo Ricciardino a la que remitimos describe con precisión las vicisitudes de un conflicto que no se pudo encarrilar.
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Espinas en el jardín de la República: Tucumán inaugura PASO en serio por primera vez desde que rigen, en oficialismo y oposición. Con internismo extremo, dientes apretados. El gobernador Juan Manzur se enfrentará en las primarias con el vice Osvaldo Jaldo. Cuitas añejas que se renuevan porque el primer candidato para senador es el actual diputado Pablo Yedlin, posible delfín de Manzur a quien Jaldo desea suceder.
El mismísimo Jaldo va como aspirante a primer diputado. La PASO será ardua, se presume que el gobernador la ganará pero, sistema D´Hondt mediante la lista final será un mix entre los dos rivales. Tal como sucede en Santa Fe, jamás es ideal que el gobernador sea desafiado, si cayera en la interna sería peor. Feo escenario, que contradice la unidad que primó en Escobar.
A su vez JxC se fragmenta en tres facciones. Para todos los gustos porque una es “pata peronista”, liderada por el intendente de San Miguel de Tucumán Germán Alfaro.
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Recuerdos del pasado: Se desmintieron las denuncias agoreras de la oposición: el Gobierno no suspendió las PASO. El cronograma electoral no se mancha. Seguirán vigentes las polémicas sobre su funcionalidad. Los años electorales son desaconsejables para cambiar las reglas.
En esta ocasión las PASO serán contadas pero muy relevantes. Abundarán votaciones con listas de unidad.
El kirchnerismo padeció las elecciones de medio término, solo se impuso en la del año 2005. Cierto es que en 2009, 2013 y 2017 el peronismo concurrió muy dividido. Ahora la unidad es la regla y los desgajados como Randazzo una excepción, confinada en un distrito.
La participación electoral, elevada en la Argentina, podría menguar por la pandemia. Si se reiteran los antecedentes históricos crecerá en las generales de noviembre.
Otro dato que deberá observar el oficialismo: habitualmente los frentes encabezados por el kirchnerismo disminuyen su porcentaje relativo entre las PASO y las elecciones generales. Les ocurrió, en trances disímiles al exgobernador Daniel Scioli en 2015, a Cristina en 2017, al propio Alberto en 2019. El FdT deberá imaginar dos campañas para evitar ser perjudicado por la polarización que incita.
Con las listas armadas, los encuestadores tendrán margen para hacer sondeos serios. La gente común empezará a discurrir, a ir pensando, maquinando su voto. Revivirán las rutinas democráticas, menospreciadas por tantos formadores de opinión y cruciales para sostener el sistema.
A los dirigentes y candidatos les cabe el reto de levantar el nivel, de mirar y escuchar aparte de hablar, de crecer en el contacto con la ciudadanía, de enriquecer el discurso. La previa distó de ser promisoria, la verdadera competencia acaba de empezar.