Habitualmente oímos quejas acerca de la débil institucionalidad argentina y falta de continuidad en las políticas pero pocas veces los análisis enfocan el problema en torno a la disputa entre alianzas de clases y más bien se lo atribuye a un voluntarismo político discrecional aislado de los intereses sociales en disputa. Sin embargo, el rápido desarme del modelo kirchnerista a partir de la asunción de Cambiemos nos recuerda que el famoso péndulo al que aludía Guillermo O’Donnell no se detuvo. 

La alternancia entre regímenes dictatoriales y democráticos durante el período 1956-1976 que acompañaba la puja entre distintas alianzas de la burguesía –ciclos del “stop and go– se reeditaría en democracia impidiendo la instauración de un modelo económico relativamente estable en el tiempo. 

Entre 2003-2015 la gran burguesía urbana internacionalizada mantuvo un comportamiento pendular, apoyando hasta 2011-2013 al modelo kirchnerista y a la fracción más débil de la burguesía con políticas de sostén al mercado interno, y luego aliándose a la burguesía pampeana presionando por medidas de liberalización económica y promoviendo alternativas políticas opositoras cada vez más en 2011, 2013 y finalmente obteniendo la victoria en 2015. 

Hoy la base de apoyo político de la gran burguesía transnacionalizada a Cambiemos es significativa. Su gabinete se conforma por un número importante de CEOs provenientes mayoritariamente de bancos transnacionales y del sector energético (petróleo principalmente), seguidos en cantidad de cargos por representantes del agro y la agroindustria. 

En relación a los márgenes de acción y autonomía de decisión del gobierno para avanzar con un plan económico liberal podríamos diferenciar tres escenarios de negociación.

Por un lado, la negociación de la deuda con los holdouts que benefició principalmente a los bancos y la negociación con las empresas de servicios públicos, principalmente las energéticas convalidó al mismo tiempo los intereses de estos sectores y la agenda del gobierno, aunque tarde descubrieron los impactos inesperados de los exorbitantes aumentos en los niveles de inflación. 

El segundo escenario de relaciones con los actores grandes y pequeños del campo convalida los intereses de los primeros subordinando a los últimos, afectados por el aumento del maíz producto de la baja de las retenciones. La única pelea que sí pretende dar el gobierno con los grandes, pero que resigna en muy poco tiempo, es la definición del plazo para liquidar divisas que termina flexibilizándose. 

El tercer escenario con los actores de la industria, que gira en torno a la administración del comercio divide a la fracción transnacionalizada de la mercado-internista. Durante el primer año, pero en especial a partir de enero 2017, el gobierno avanza sustantivamente en el desarme de los mecanismos de protección incluso en un escenario de recesión sostenida y despidos masivos.

Los realineamientos sociales son significativos: los reclamos de los sindicatos, las cámaras empresarias representantes de pequeños y medianos productores agrícolas e industriales, frente a la embestida del gobierno, indican la existencia de un importante poder de resistencia.

Cabe preguntarse hacia dónde virará este vínculo de resistencia subordinada de los actores ligados al mercado interno que una vez, no hace mucho, empoderó el kircherismo y hoy ven reeditar el histórico péndulo de alianza de clases en la Argentina de la era de Macri. 

* Investigadora docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Magister en Política Comparada, LSE, Reino Unido.
** Estudiante y becario de docencia de la materia Estado, Administración y Políticas Públicas de la UNGS
Documento completo: http://www.ungs.edu.ar/ms_idh/index.php/documentos-de-coyuntura-del-area-de-politica-primer-ano-de-gobierno-de-macri/