El confuso episodio en el que el fiscal Fernando Cartasegna apareció maniatado en su despacho oficial el miércoles pasado se volvió aún más oscuro tras la declaración del jefe de Seguridad del Palacio de Justicia, en La Plata, quien apuntó las sospechas hacia un empleado de la propia fiscalía. Además, la forma en que fue encontrado atado y el hecho de que él mismo hiciera retirar la custodia policial del lugar antes del supuesto ataque generaron más interrogantes. Ayer a la mañana, el fiscal fue dado de alta del Hospital Italiano de la ciudad de La Plata, donde pasó la noche. En tanto, el propio jefe de los fiscales provinciales, Julio Conte Grand, admitió que la versión que dio Cartasegna es una historia que no cierra.

El hombre del sweater

Ayer trascendió la declaración del jefe de Seguridad del edificio, el alcaide Alzamendi, del miércoles a las 20, es decir unas horas después de que se encontrara al fiscal amarrado. En su presentación en la sede judicial ante la fiscal Ana Medina, relató que el día anterior, el martes 2, a las 12.30, durante su recorrida por el edificio, se dirigió a controlar la zona de baños que utiliza el personal judicial. Al llegar al lugar, se cruzó con un “masculino de sweater marrón saliendo del mismo” y “al ingresar al baño constata la puerta abierta, siendo que debe estar cerrada con llave”. Cuando accede al baño, “observa en box 1 un panfleto con foto de Nisman y Cartasegna, con leyenda CONOZCAN AL PROXIMO NISMAN”, tras lo cual sale a buscar a la persona con sweater sin lograr ubicarla.

Luego de fracasar en la búsqueda, el integrante del Servicio Penitenciario Bonaerense dio aviso a la Unidad Fiscal (UFI) 4, la de Cartasegna, y fue recibido por la secretaria de la Fiscalía, a quien le entregó el panfleto.

El jefe de Seguridad continuó con su recorrido y, momentos más tarde, se volvió a cruzar con la persona del sweater marrón, con la que entabló un diálogo. Entonces constató que era el hombre que había estado en el baño, quien le aseguró ser empleado judicial.

“Ante esto –continúa la declaración del alcaide– se dirige nuevamente a la UFI 4 y da aviso a la secretaria. En ese momento aparece el hombre del sweater y Alzamendi lo confronta con la secretaria por lo sucedido.”

Fue la propia secretaria de Cartasegna la que le informó que “el sujeto se llama Matías Romero y trabaja en la UFI 4 junto con Cartasegna”, tras lo cual planteó al hombre de seguridad que se retirara porque “ellos se encargarán de la situación planteada”.

Las dudas

El jefe de los fiscales, Conte Grand, confirmó otro detalle que genera sombras: el miércoles a las 15, horas antes del episodio, Cartasegna envió al policía de consigna en su despacho a que le hiciera un trámite personal. Por eso, en el momento del hecho no tenía custodia.

Fue el propio ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, quien le informó esa situación a Conte Grand. Según el jefe de los fiscales, la declaración del custodio en la que cuenta el episodio del miércoles ya está en la causa y será investigado.

Conte Grand admitió que no hay “nada concreto” en la investigación pero que “es altamente probable que la persona (autora del supuesto ataque) sea alguien que presta servicios dentro del edificio, porque no hubo ningún dato llamativo para quienes controlan el ingreso y egreso al edificio”.

Otro de los datos que dejaron trascender los investigadores es que Cartasegna tenía las manos atadas adelante y que el atacante habría sido una sola persona.

El fiscal que fue encontrado en su despacho cerrado y con la llave puesta del lado de adentro, tirado en el piso con las manos atadas con cinta de embalar, con las piernas con hilos para coser expedientes, un cable de PC alrededor de su cuello y el apellido “Nisman” escrito con azúcar, dijo que nunca llegó a ver a su atacante.

Ayer tras el alta médica, Cartasegna sostuvo que el ataque en su contra  fue “muy bien planeado” y reclamó que se “investigue”. En dialogo con una radio, aseguró que “no hubo una entrega. Lo quiero dejar en claro eso, porque por ahí la gente cree que alguien me mandó... o me entregó. Buscaron la manera de encontrarme así, y así me encontraron. Estaba todo el movimiento previsto para que a mí no me pasara nada. Después, cuando se den a conocer las cosas, si son como yo las recuerdo y la fiscal las reconstruye, se van a dar cuenta de que estaba muy bien planeado lo que han hecho”, sostuvo. 

Pese a estas explicaciones, quedan muchos interrogantes. 

  • ¿Por qué nadie vio ingresar ni salir al agresor del despacho ni del edificio?
  • ¿Por qué en el supuestamente planificado ataque, el agresor recurrió a elementos de la oficina para inmovilizar al fiscal y dejarlo con las manos maniatadas adelante, siendo que lo usual es que sea detrás de la espalda?
  • ¿Es suficiente una sola persona para reducir a un hombre de tal modo sin que este grite ni pida ayuda durante la agresión, como ocurrió con el fiscal?
  • Y, finalmente, ¿por qué un fiscal que tres días antes fue supuestamente amenazado y agredido en la calle decide quedarse sin custodia?

Las posibles hipótesis que se abren a partir de las dudas planteadas son principalmente dos:

1. El fiscal simuló el supuesto ataque. Si fuera así, quedaría por saber cuáles fueron los motivos.

2. La agresión efectivamente sucedió, pero el atacante fue un empleado infiel o fue producto de una interna dentro de su propia fiscalía.

En ambos casos, quedaría diluida la vinculación del hecho al supuesto combate a las “mafias policiales” que estaría encarando Cartasegna.

De todos modos, desde distintos sectores macristas siguieron ayer relacionando el supuesto ataque a las causas que lleva el fiscal, una de ellas la de abogados “caranchos” y su connivencia con policías bonaerenses. El ministro de Justicia y Derechos Humanos nacional, Germán Garavano, exigió que se investigue “a fondo” el ataque porque “son cosas que en democracia no se pueden permitir”. “Es un hecho espantoso. Son cosas que tenemos que dejar en el pasado”, dijo Garavano, quien estimó que el episodio estaría “vinculado a alguna investigación que estaba llevando adelante” el fiscal.

Sin embargo, Conte Grand admitió que la causa no cierra. “No hay antecedentes, ni tampoco lo tienen profesionales y colegas de mayor antigüedad en la provincia de Buenos Aires. Es un hecho absolutamente inédito”, sostuvo Conte Grand.