Si hay que agitar, hagámoslo con toda la fuerza de nuestros cuerpos y palabras para que no queden dudas de lo que estamos queriendo mover. Esta parece ser la impronta que impulsa la versión teatral de Teoría King Kong que, por segunda vez, se re-estrena en el Teatro Cervantes bajo la adaptación de Alejandro Maci. La primera edición fue en febrero del 2020 y poco tiempo después la actividad teatral se vio suspendida por la pandemia.
Con una nueva convocatoria a directoras y actrices, se presentan ahora cuatro espectáculos independientes e interdependientes en donde se plasmarán algunos de los tópicos esenciales de este manifiesto feminista. El libro, publicado por la francesa Virginie Despentes y traducido por Paul Preciado, se planta de forma polémica y contundente frente a la sexualidad, las cuestiones de género, la discriminación, los prejuicios sociales, la jurisprudencia que rodea a la prostitución, el fantasma de la violación y todas las versiones de un machismo que aún subsiste y persiste.
Pero también este libro condensa algunos posicionamientos que aún siguen siendo polémicos dentro de los feminismos, en especial a lo que se refiere al trabajo sexual y la pornografía. Sobre este último tema, Despentes despliega un capítulo en donde advierte los tabúes, moralidades y desinformación en torno al mundo del porno cuando socialmente se lo condena, pero vorazmente se lo consume. En la vereda de enfrente de los movimientos anti-porno, la autora cuestiona el lugar del porno en las sociedades contemporáneas y la victimización que suele recaer sobre las mujeres que trabajan en la industria.
La moralidad con la que se debaten estas cuestiones y el desprecio con el que se trata a las actrices porno, nos dice Despentes, pone en evidencia que la expresión sexual de las mujeres aún molesta y mucho. El espectáculo Porno Brujas recupera este capítulo del libro en una puesta teatral dirigida por Leticia Mazur e interpretada por María Onetto. En diálogo con ellas, repasamos algunas de las ideas centrales de este texto y cómo será la obra que las reúne.
El capítulo Porno Brujas de Teoría King Kong trae un tema muy controvertido al centro de la escena: la pornografía. ¿Cómo fue para ustedes trabajar este texto?
L. M.: --A mí me conmueve mucho como escribe Virgine y fue todo un proceso contar con estas lecturas. En este capítulo ella nos habla de la doble moral que hay en quienes se preocupan por la dignidad de las mujeres. A nadie le importa la dignidad de la mujer al momento de la contratación de las actrices porno o de la edición de las películas cuando ellas tienen poca posibilidad de opinión, cuando los dueños de la producción en la industria pornográfica son siempre hombres. Me parece muy necesario ver este planteo de este modo. También fue muy interesante poder reflexionar con María, leer muchísimas veces el texto, seguir haciéndonos preguntas y ver en qué cosas nos sentíamos interpeladas, en cuáles nos sentíamos representadas y en cuáles no tanto.
M.O.: --Este texto me hizo comprender el tema y esto es central para poder actuarlo, leerlo. No se puede actuar lo que no se comprende. No hay necesidad de que yo disfrute de una película porno para poder hablar del tema, pero si es imprescindible que yo comprenda de lo que estoy hablando. Que haya metido mi subjetividad para ver en qué me interpela, en qué me mueve estructuras este tema aunque en mi vida diaria no tiene presencia porque no detona ningún deseo en mí. Sí me siento más presente cuando Despentes analiza qué nos pasa a las mujeres con la masturbación y la exploración del propio deseo, por qué subordinamos nuestro deseo al partener de turno, por qué no somos protagonistas, por qué no conocemos más de nosotras mismas. También cuando revisa cómo es la producción porno en Europa y el poco cuidado que hay hacia los actores y actrices.
¿De qué modo las ideas de este capítulo entraron en diálogo con sus propias opiniones acerca de la pornografía?
L. M.: --Me parece de una lucidez brillante cómo Virginie parte de la pornografía para hablar del deseo y del poder. Por ejemplo, dice que en los años 70 en Francia se prohíben las películas XXX en los cines no porque el pueblo pidiera que se paren sino porque eran demasiados exitosas. Se decide quitarle al pueblo esa liberación psíquica que implica el porno porque pareciera que demasiada lujuria les quitaría su potencial de trabajo. También cuando habla del deseo y cómo en el porno se lo apropia desde una mirada masculina. Se toma a la mujer con todo su potencial de generar deseo, pero se anula el enorme poder que puede generar una mujer deseable. Pasa, entonces, a ser objeto de una industria en donde quien saca partido es el hombre dueño de esa situación. Me resulta una lectura compleja y muy valiente.
M. O.: --De todos los temas que se tocan en este libro, jamás había reflexionado ni indagado sobre el porno. Creo que sólo vi una película en mi adolescencia que no produjo ningún efecto. Intenté ver alguna película porno cuando estábamos preparando este material y comprobé que ahí no hay nada convocante para mí en términos de deseo. El material de Despentes me hizo pensar si, tal vez, he mirado siempre películas de baja calidad. Pero estas indagaciones me aparecieron como consecuencia de la potencia que tiene el texto en su análisis de la pornografía patriarcal y el desconocimiento total de la sexualidad femenina y del placer desde el punto de vista de las mujeres.
La pregunta en torno a la pornografía sigue despertando acaloradas discusiones dentro de los feminismos. ¿Cómo ponerle el cuerpo a un texto tan provocativo como el de Despentes y aportar algo nuevo a esas discusiones?
L. M.: --Porno Brujas está planteada como un semi-montado desde el Teatro Cervantes. Es el texto leído y puesto en el espacio, con la simpleza y complejidad que implica eso. Por momentos está la voz de Virginie presente interpretada por María; y luego está presente María leyendo el texto. No hay un yo que emite la totalidad del texto desde un único lugar, sino que hay un movimiento entre Virginie interpretada, María leyendo y los infinitos yo que pueden haber ahí en el medio. Esa construcción tiene que ver con lo que los feminismos nos invitan a experimentar en relación a una identidad que no está definida ni anclada en un lugar específico, sino que es abierta. Además, en la obra hay un trabajo visual importante donde el papel aparece en la escena poniendo en valor la palabra escrita. Lo hemos hecho junto a Micalea Sleigh, escenógrafa de este espectáculo. Queríamos traer esta experiencia de los feminismos que se nutre de las palabras, del pensamiento, de la reflexión, pero que necesariamente implica el cuerpo, la acción, los hechos y actos, el espacio real.
Teoría King Kong se presentará en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes de jueves a domingos hasta el 8 de agosto a las 20 hs.