El objetivo de Valentina Raposo en el hockey para este 2021, hasta mediados de enero, era ganarse un puesto en el plantel de Las Leoncitas para jugar el Panamericano junior, torneo que se realizará a fines de agosto en Santiago de Chile y entregará tres plazas para el Mundial de diciembre en Sudáfrica. Ella estaba lejos de Las Leonas. Únicamente se las había cruzado un par de veces en el CeNARD, mientras entrenaba con las chicas del Sub 21.
Pero la salteña de 18 años ahora va a poder ir a ese Panamericano junior, después de haber disfrutado la inolvidable experiencia de participar en unos Juegos Olímpicos. Y no solamente eso. También con la satisfacción de haber convertido el primer gol de Las Leonas en Tokio: el córner corto que abrió la victoria 3-0 sobre España en la segunda jornada, y dejó atrás la amargura de la inesperada derrota 3-0 ante Nueva Zelanda en el debut.
“Estoy viviendo un sueño desde enero. Todo lo que me viene pasando es increíble. Todavía no caigo. Haber hecho el primer gol fue una locura”, dijo Raposo, que sacudió la tabla del arco español con su pegada, y provocó el desahogo del banco de suplentes argentino. El grito de gol, a 13 minutos del cierre, desmuteó al vacío Oi Hockey Stadium y al mismo tiempo conmovió la mañana de Salta, a más de 18 mil kilómetros de distancia.
Se le dio todo demasiado rápido a Valentina. En apenas dos semanas. En enero había viajado de Salta a Buenos Aires para estar en una concentración nacional del junior. El trabajo en el CeNARD se iba a cerrar con dos amistosos frente al seleccionado mayor de India, que había arribado a nuestro país como parte de su preparación olímpica. Raposo arrancó el primer partido como titular, y en el siguiente además metió el gol del empate de Las Leoncitas. Ese córner corto tuvo mucho que ver en su salto a Las Leonas.
Cuando finalizó el amistoso, el entrenador Carlos Retegui se acercó al grupo de chicas, las felicitó en general por su rendimiento y sorprendió a la defensora con una noticia: “No te volvés a Salta”. Gracias a esos amistosos frente a India, el "Chapa" descubrió algo especial en ella y la convocó para la serie de Las Leonas, junto con la delantera Sol Pagella. “Exploto de la felicidad”, reaccionó la jugadora de Popeye Béisbol Club, que el 26 de enero ingresó un puñado de minutos y aún con 17 años debutó en el seleccionado. Un sueño cumplido.
Nacida el 28 de enero de 2003, Valentina es la más joven entre los 12 seleccionados femeninos de los Juegos, y en la Villa Olímpica se mueve con timidez entre sus 18 compañeras, que la bautizaron como "Rapi". Por su edad, lógicamente no vivió el nacimiento de Las Leonas en Sydney 2000, y tampoco festejó el título en el Mundial de Perth 2002, pero sabe bien lo que significa ponerse esa camiseta: “Es un sentimiento inigualable. Ser parte de Las Leonas me genera mucho orgullo, responsabilidad y compromiso”.
Su comienzo en el hockey fue en Popeye, cuando estaba en preescolar. Su mamá la había llevado previamente a probar con danza, natación, tenis y acrobacia. Sin embargo, se enganchó con el palo como su hermana Camila, y enseguida se destacó entre las chicas de Salta. Por eso, a los 14 años empezaron a citarla para las concentraciones regionales en Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja. En 2017 la llamaron para que se sumara al proceso nacional de cara al Panamericano junior, que originalmente iba a realizarse en 2020.
Con el salto a Las Leonas tuvo que instalarse en Buenos Aires. En plena pandemia… “El primer mes, extrañé a mi familia y me costó mucho”, acepta Valentina. Por suerte pudo adaptarse a la ciudad con la compañía de Camila (19 años), que terminó el secundario en Salta, y luego se mudó a Capital para incorporarse a River. Las hermanas además coinciden en Las Leoncitas. Y obviamente, se ilusionan con ir juntas al Panamericano junior de Chile.
La menor de las Raposo viene sumando millas desde febrero, porque de entrada viajó con el seleccionado a una concentración en Mar del Plata, y más tarde le tocó un centro de entrenamiento estadounidense en San Diego, donde creció en lo físico. La renuncia de Silvina D'Elía dejó una vacante en la defensa, así que en abril jugó como titular la doble fecha contra Alemania, en el regreso de la Pro League luego de 13 meses de interrupción por el coronavirus, partidos que significaron su debut oficial y la confirmaron como una agradable sorpresa.
¿La fórmula para no marearse con semejantes cambios? “Pensar en el día a día, aprender cosas nuevas y dejar siempre todo”, explica Valentina. Hubo dos concentraciones más, una en Córdoba y otra en Cariló, hasta que el 21 de junio Retegui dio la lista del plantel para Tokio, con la presencia de la salteña entre las 16 elegidas. Una apuesta pensando tanto en el futuro como en el presente pese a su escaso rodaje internacional.
Ya dentro de la Villa Olímpica, una noche se cruzó con el reconocido tenista británico Andy Murray, lo saludó en inglés y le pidió una foto. Va a quedar como recuerdo para toda la vida al igual que la clásica postal con los anillos. También como su grito de gol en el último cuarto ante España, para cortar la sequía argentina y mantener la ilusión de podio, después de diez cortos desperdiciados desde el debut. “Justo lo vi al Chapa en el banco. Me hizo la seña para que vaya”, cuenta la salteña, que ejecutó por primera vez y no desaprovechó su chance. Todavía no la despierten.