Una performer comienza su día en Lima (Perú); otra lo termina en Shenzhen (China). El estado de sus cuerpos no es el mismo pero comparten un espacio virtual a pesar de la distancia geográfica y los desfasajes temporales. Así fue el proceso creativo de Con este cuerpo en este mundo, performance colectiva de la Compañía Cuerpoequipaje (Argentina-Chile-Italia) que hace siete años se dedica a la creación e investigación en artes escénicas. Hasta el 29 de agosto podrá verse de manera online todos los viernes, sábados y domingos a las 19. La entrada es a la gorra virtual y puede adquirirse por Alternativa Teatral.
El proyecto fue producido junto a la Escuela de Danza de la Universidad Federal de Bahía (Brasil), cuenta con la participación especial del grupo MUTA Multimedia (Argentina-Uruguay) e invitadxs residentes en República Dominicana, Perú, México, País Vasco, Italia, Francia y China. Con este cuerpo en este mundo traza un mapa de culturas, lenguajes, disciplinas, idiomas, territorios y biografías. “El proyecto se gestó a partir de invitaciones personales. No generamos un casting; el desafío interno fue lograr un intercambio real más allá de la distancia y dejar abierta la invitación para que los integrantes del proyecto pudieran sumar a otros colegas. A partir de esos intercambios se fue armando un circuito de afectividades y convertimos la distancia en otra posibilidad”, dice Tatiana Sandoval, directora de la compañía.
Al encender la cámara, cada performer expone su mundo: en las ventanas de zoom los cuerpos interactúan con instrumentos musicales, fragmentos de la naturaleza irrumpen en el hogar y diversos objetos adquieren significado en esa cartografía colectiva. Angela Babuin, una de las performers, es italiana y hace cinco años se mudó a Buenos Aires; sobre la creación, dice: “Trabajamos mucho con nuestra biografía. Esa fue la manera para encontrarnos y conocernos a distancia; cada uno llevó algo de su historia personal, cosas muy íntimas que para mí son las que le imprimen una poética a todo el trabajo y abren imágenes: un símbolo, un objeto, una canción”. Y cuenta que el idioma es algo que le interesa explorar: “Me intriga cómo la palabra cambia en distintos lugares y se conecta con la vida. En mi caso, cuando parlo en italiano –mi lengua materna–, en castellano o en francés. Y me encanta no poder entender a través de las palabras, ver cómo el idioma pasa por otras cosas, cómo se encarna en el cuerpo y se puede entender aún sin conocer”.
Antrifo Sanches, coreógrafo del proyecto, conoció a Sandoval el año pasado en un foro organizado por sus respectivas universidades. Sanches –quien explora la enseñanza de danza a distancia antes de la pandemia– distingue entre lo multidisciplinar, lo interdisciplinar y lo transdisciplinar: “Acá hay algo transdiciplinar porque no existe un momento específico en el que uno pueda identificar la danza, el teatro de objetos o lo multimedia. Es una obra donde aparece la idea de tránsito; se creó algo nuevo y para nosotros eso era lo más importante. Fue interesante trabajar con historias de personas que estaban dispersas por todo el planeta: en China estaba Mayana, ex alumna de la Escuela de Danza de Bahía; Miguel estaba en Francia. Y también queríamos tener la representación de cuerpos diversos entonces está Vicente, de República Dominicana. Para nosotros acá en Brasil es muy importante trabajar con la experiencia de vida de cuerpos negros”.
De algún modo, esta performance rompe con la percepción binaria del espacio-tiempo. “En los ensayos nos dimos cuenta de que no iba a ser la misma estación ni la misma hora para todos y, en algunos casos, ni siquiera el mismo día. Nos seguimos moviendo con reglas binarias, pero la realidad es mucho más compleja y no siempre podemos capturarla. La naturaleza del proyecto nos invitaba a meternos desde las artes vivas en esa zona de realidad expandida, una experiencia que pudiera hacerse cargo de las complejidades de este tiempo”, dice Sandoval. Sanches, por su parte, alude a la paradoja de los límites en el proceso creativo: “Por un lado, como artistas de danza y teatro registramos límites muy claros en nuestros cuerpos a raíz de la pandemia. Por otro, Internet nos dio la posibilidad de trabajar y conectarnos con alguien en China y, en ese sentido, no hubo límites”.
El coreógrafo cuenta que su trabajo representó varios desafíos: “Partimos de ideas increíbles de Tati, pero los cuerpos no estaban iguales: había algunos muy dispuestos y otros más cansados en esas trece horas del huso horario. Y fue interesante descubrir que el tiempo virtual no es el mismo porque en las plataformas hay un pequeño delay”. Otro de los desafíos fue resignificar el espacio de la casa y los objetos: “Ahora el escenario es este pe-ro igual se puede llenar de vida, movimiento o sentido al igual que un escenario negro, vacío. Nos encontramos con la posibilidad de jugar con todo eso a nuestro favor para explorar profundamente el movimiento o los espacios. La situación llegó como un peso pero, al mismo tiempo, se puede experimentar y usar para construir nuevos lenguajes y nuevos cruces”, dice Babuin, y define los rasgos de un nuevo cuerpo pandémico: “Después de haber pasado tanto tiempo en espacios chiquitos el cuerpo se mueve de distinta manera. Eso no hay que olvidarlo sino transformarlo; como todos los eventos de la vida, entran en el cuerpo, en la memoria y ya son parte de nosotros”.
Con este cuerpo en este mundo resignifica la politización de lo personal y ubica a los cuerpos no como piezas sueltas en un engranaje sino como potencia, testimonio de la fragilidad contemporánea e instrumentos capaces de configurar una poética de lo íntimo: “La poesía me parece clave para sobrevivir en el mundo. Tuvimos algunos ensayos en los que propuse intercambiar poesías; cada uno fue a buscar un libro y compartimos. Pero más allá de los textos y los poetas que nos comunican a través del tiempo, me parece que la poesía es el agua de la cultura, algo sin lo que no se puede vivir. La humanidad puede hacer magia con lo que tiene a mano: el lenguaje, los objetos, el cuerpo desnudo”, dice la directora, y señala la improvisación como otro de los pilares: “Es el elemento más hermoso del estado de creación: al poner tres reglas y empezar a improvisar aparecen cosas maravillosas. Ese es nuestro alimento, algo que aparece de pronto y no existía tres minutos antes”. Babuin, por su parte, concluye: “El título de la obra lleva en sí mismo la poesía. Creo que es el aquí y ahora al que nos enfrentó la pandemia. Estamos acá, ahora, cada uno con su cuerpo, en su casa y en su horario del día. Tiene que ver con despojar el cuerpo de significado para volver a algo muy simple y auténtico, con este cuerpo en este mundo.