“Vos conocés al San Martín que cruzó los Andes. Pero lo que siguió es importantísimo: una campaña por tierra y mar directa al corazón del poder español en América”, le dice la historiadora Julia Rosemberg a Rodrigo de la Serna. El actor, se sabe, encarnó al prócer de las mil calles en el largometraje Revolución: El cruce de los Andes, de Leandro Ipiña, y ahora se lo ve alistando su mejor acento castizo para ponerle voz a distintos fragmentos de sus cartas, la mayoría escritas durante “lo que siguió”: la avanzada libertadora hacia Lima que, con San Martín como estratega militar y político, culminaría el 28 de julio de 1821 con la declaración de la independencia peruana. De los hechos clave ocurridos entre la aventura cordillera y ese día se ocupa el documental Sueños de independencia. Gesta sanmartiniana en el Perú. Dirigido por Mercedes Córdova y realizado por el Ministerio de Cultura de la Nación y el Canal Encuentro, se verá este miércoles a las 9:30, 17:30 y 22 (luego habrá repeticiones a lo largo de la semana) en la señal pública educativa, en ocasión del bicentenario.
Sueños de independencia sumerge al espectador en un recorrido por los movimientos que llevaron a San Martín desde Chile hasta el puerto del Callao, puerta al Pacífico de Lima. Para eso se nutre tanto de testimonios de historiadores e historiadoras como de material epistolar leído por De la Serna en el backstage simulado de un rodaje. “Sabíamos que necesitábamos hacer un documental que tuviera ilustraciones para recrear situaciones históricas. La pregunta era, entonces, cómo narrar todo eso, y fue la guionista Silvina Kaspin quien propuso hacerlo con sus cartas”, recuerda Córdova, quien contaba en su CV con varios trabajos sobre cuestiones históricas, pero vinculadas a la gastronomía. Disponible en Netflix, su primer largo, por ejemplo, se llama E il cibo va y cuenta el viaje de los inmigrantes italianos rumbo a América en el siglo XIX a través de las cocinas de Buenos Aires y Nueva York. “La historia de las cocinas es la historia de personajes anónimos. Ahora estoy trabajando en un documental sobre la historia del pan y de las mujeres, y no se conoce el nombre de ninguna. Eso es muy diferente a trabajar con grandes personajes que generan mucho interés”, compara.
-Y en este caso no es cualquier personaje histórico, sino el más importante de la Argentina. ¿Hubo algo que te llamara la atención al indagar en su figura?
-Conocí al personaje como no lo había conocido nunca. Mi acercamiento a San Martín había sido en el colegio, pero realmente no lo conocía. Incluso diría que la mayoría de los argentinos no sabemos. Estamos acostumbrados a un tratamiento que lo vincula más con el genio militar, con algunas campañas muy importantes como el cruce de los Andes o la Batalla de San Lorenzo. Pero nunca reparamos en su genio político y su ideología. Acá tratamos de visibilizar eso: su plan continental, la profunda convicción de que había que independizar todo el territorio, su idea de que la soberanía del Sur no podía darse en un contexto en el que el resto de los territorios hermanos no tuvieran la misma suerte. Queríamos mostrar a un San Martín que termina victorioso, pero que tuvo que llevar adelante una gesta casi imposible.
- ¿Cómo fue el trabajo de archivo con las cartas?
-Mucho de ese material es público, notas y proclamas en las que San Martín le habla a la sociedad ya sea del Virreinato del Perú o de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Y después hay algunas de índole muy distinta, como las que le escribe a Belgrano, Godoy Cruz o incluso a un espía que estaba en el territorio. Pero no fue fácil recopilar estos materiales, no hay una Wikipedia de cartas. Fuimos trabajando con distintas fuentes y en colaboración con distintos organismos. No es un material que esté tan sistematizado.
-¿Qué aportaban las cartas como motor narrativo?-Le aportaba una dimensión que jamás hubiéramos podido construir trabajando desde la ficción e imaginando qué hubiera dicho él en determinada situación. Para San Martín, la escritura fue central para persuadir y generar distintos estados emocionales. Poder registrar y trabajar con esos materiales da una dimensión muy rica. San Martín escribía muy bien y sus textos son muy poéticos y contundentes, así que fue como trabajar con material epistolar de un muy buen escritor. Hubo una selección, porque era un personaje que escribía mucho y conocía muy bien cómo usar la palabra.
-¿La idea de simular el backstage de una filmación estuvo desde el principio, o surgió a raíz de la pandemia?
-Eso estuvo desde el principio. Me parecía más sincero ver qué pasaba cuando leíamos las cartas que la idea de pasarlo a un registro en off. No queríamos que la voz de San Martín fuera eso, queríamos un registro directo y ver al actor atravesando esos materiales. Además, Rodrigo era perfecto porque ya conocía al personaje, ya había puesto el cuerpo, la emoción y el intelecto para entenderlo. Cuando nos juntamos a trabajar, lo primero fue charlar de San Martín para entender qué conocía él y qué estábamos pensando con el equipo.
-¿Hubo distintas miradas con de la Serna, o a priori estaba en sintonía con lo que ustedes pensaban?
-No estaba lejos, para nada. Todo el trabajo que había hecho de conocer a San Martín, de interiorizarse en su personaje, fue importante. Una de las cosas que le pregunté fue si a él ya le interesaba desde antes o si fue a raíz de la película. Él respondió que venía desde antes, y se nota cuando se lo ve trabajar. No discrepaban mucho nuestras ideas, pero sí esta parte de la historia era menos conocida para él, que sabía muchísimo sobre los Andes y todo lo previo. Todo el proceso fue un lindo intercambio para potenciarnos, no hubo mucha discrepancia en líneas historiográficas o lo que considerábamos que había contar. Cuando uno lo empieza a estudiar, es un personaje bastante franco que ha dejado mucho escrito en primera persona.
-¿Franco en el sentido de transparente?
-Sí, totalmente, muy claro en sus planes, sus metas, su ideología, sus motivaciones, su cosmovisión. No era un político opaco, sino uno coherente con sus valores.