Dani Díaz solía presentarse como youtuber y activista transgénero. Pero apenas se sienta en un bar de Palermo, advierte: "Me estoy retirando del activismo. Hay una frase que se dice mucho, que es que 'el activismo te saca del activismo'. En un momento me sirvió serlo, porque era lo que quería. Pero ahora no". Ningún factor externo la llevó a esa decisión, solo se le quitaron las ganas de poner tanto el cuerpo. "De todas formas, ser activista depende de la percepción del resto", aclara. "No siento que esté haciendo cosas como activista, y sin embargo recibo un montón de comentarios de la gente acerca de que mis videos le sirven. Capaz que no lo busco, pero lo soy."
--¿Por qué te retirás? Justo es una época militante
--Es horrible admitir eso. En mi primer video de YouTube, la motivación era que había algo de lo que nadie estaba hablando, y yo tenía mucho para decir. Siento que llegué y dije un montón de cosas. Me expuse públicamente. Milité no sólo en YouTube, sino también con un grupo de Rosario, Asamblea No Binarie. Estuve bastante al frente, y eso implicó un desgaste re grande. Te enfrenta a muchas situaciones. Eso fue lo que pasó.
Antes de convertirse en icono de la red social estrenada el Día de los Enamorados de 2005, Dani fue noticia por iniciar los trámites para tener un DNI sin género definido. "Un compañero y yo hicimos el pedido, y en el Renaper nos dijeron que no", recuerda. "Hubo bastante amarillismo en torno a eso". Sin embargo, esto cambió la semana pasada, luego de que el Presidente presentara el DNI para personas no binarias. "Fui al registro una vez más, y ahora figuro como mujer", explica sobre el resultado de la experiencia que atravesó en 2019. "El DNI es un reflejo de lo que somos. Hasta ese momento, sólo se podían cambiar las partidas de nacimiento."
Las puertas abiertas del placard
Literal y geográficamente, Dani Díaz es una border. Nació hace 22 años en San Francisco, ciudad cordobesa fundada en el límite con Santa Fe. "Es un lugar que no empieza ni termina", describe una de las más personales creadoras de contenido de la Generación Z argentina. "Cruzo la calle y estoy en otra provincia." Ahí, padeció en carne propia la expresión pueblo chico, infierno grande, pero nunca dejó de contar con el apoyo de sus padres. "Aunque ambos son del campo y tienen una educación limitada, desde muy chica me dijeron que podía dar mucho. Por eso siempre pienso que tengo que hacer todo excelente."
--¿Cómo llevaron el qué diran?
--Ese fue el problema, eso es muy tóxico. Nunca me prohibieron cosas con malas intenciones, siempre fue desde el cuidado. Cuando empecé a explorar mi feminidad, mi madre me decía que tenía miedo de que me hicieran algo en la calle. Siempre estuve a la altura de las situaciones, y les expliqué que no me importaba eso sino mi felicidad. Y lo supieron entender.
--¿Fue traumática tu salida del clóset?
--Antes de descubrirme trans, me reconocí como no binarie. Cuando se los transmití, tenía 18 años. Se los conté porque quería hacerlo, y a partir de eso les expliqué que debían usar este nombre y estos pronombres. Así fue mi salida del clóset. Sin dramatismos. En ese sentido, soy muy afortunada de tener una familia buena onda.
--Pero alguna reacción tuvieron…
--La reacción de mi papá fue decirme que me admiraba por contárselo. Mi primera salida del clóset fue a los 15, cuando les dije que era gay. Ahí me pidió que una vez que tuviera novio, se los presentara. Quería ser parte. Mientras que mi madre viene de un contexto de mayor desconocimiento. Su respuesta fue que me iba a morir de sida. No la puedo culpar: a sus 14 años la sacaron del colegio para que limpiara casas. Siempre los miré con esa óptica de entender su contexto.
--¿Cómo le fuiste poniendo palabras a tus sensaciones?
--Internet me salvó la vida. Un punto de quiebre fue haber visto la serie Glee. Había un personaje trans llamado Unique, que me tocó de cerca. En YouTube descubrí gente trans angloparlante, y gracias a esos videos aprendí sobre la transición. Si bien pensé que lo veía por militancia, en realidad lo aplicaba a mi transición. Aunque pasaron años para que incorporara ese discurso. Mi escuela era muy conservadora, y no podía explorar nada. A los 17, tenía un rechazo enorme por San Francisco. Siempre sufrí el bullying por ser femenina, y era muy castigada. Y como al finalizar la secundaria la mayoría se iba a estudiar a Córdoba capital y no quería cruzármelos, me fui a otro lado.
¿A Rosario?
--Ya tenía el vínculo con Lichi, porque una vez lo fui a visitar allá. Además, había leído que Rosario era la Meca gay de Latinoamérica. Cuando fui la primera vez, tras leer esa nota, yo era estereotípicamente más masculino. Mientras caminaba de la mano con Lichi, nos decían de todo. Capaz no es la Meca gay, pero existe mucho apoyo para la gente de la comunidad. Es la ciudad más friendly que me encontré. En ese sentido, Buenos Aires no es tan diferente.
YouTube tu veneno
Después de vivir cuatro años en Rosario, Dani Díaz se mudó hace cuatro meses a Buenos Aires junto a Lichi (Lisandro Ruiz Díaz), uno de los youtubers más potentes de Argentina, además de uno de los artistas referenciales de la nueva avanzada musical rosarina. Se conocieron en 2017 a través de Facebook, y desde entonces son una pareja enamorada. Vínculo que recrearon en la cuarentena en la playlist youtuber Full Lichi y Dani, donde abordan tópicos como la sexualidad, lo queer y la identidad de género.
--Ser youtuber, ¿es un trabajo o un estilo de vida?
--Hoy en día es mi trabajo porque la circunstancia me lo permite. En YouTube ganás por los anuncios que les ponen a los videos. Pero necesitás tener cierta cantidad de vistas y de público. Antes me mantenían mis papás, lo que siempre me pareció una carga. Si bien son buena onda, no dejan de ser chapados a la antigua en ciertas cosas; como que estudiara en una ciudad más grande. Estudié Letras, y la dejé al año. Estudié Periodismo, y la dejé al año. Así que seguía dependiendo económicamente de ellos. En el momento que vi podía no depender económicamente de alguien, se me fue la culpa.
--¿Competís contra los medios tradicionales?
--No lo pienso como una competencia, aunque sé que lo es. No veo televisión ni leo diarios. Los medios tradicionales no pueden contra la masividad de YouTube y Twitch. Siento que hay naturalidad en las cosas que están ahí. Amo mi trabajo. Cuando tengo que pensar en un video, busco una idea interesante para mantener mi público y sumar nuevo. Hay gente que no lo concibe así. Pero, en lo personal, busco ser creativa.
--Comparado con el auge de Twitch, ¿YouTube no pasó a ser anacrónico?
--Estoy confiada en que YouTube no se va a ir. Es LA plataforma de videos, por más que cambie el interés de la gente en el consumo. Quiero mantenerme ahí.
--¿No te jode tanta opinología gratuita?
--Cuando hago un video hablando de algo, hay gente a la que no le gusta. Y me hacen un montón de comentarios negativos al respecto. Como nací con las redes, estoy muy acostumbrada a que todos opinen, positiva o negativamente.
--¿Qué harás cuando abandones la militancia?
--No lo sé, y está bueno no saberlo. No me quiero morir sin hacer un montón de cosas diferentes. Hice un disco en cuarentena para no perder la cabeza. Fue un side project. Surgió porque pintó de forma espontánea.
Liminal mambo
Mientras sigue produciendo contenido visual para YouTube, la sanfrancisqueña armó un canal que contiene su faceta musical. Ahí, el pasado 21 de mayo, estrenó su disco debut, Liminal, un trabajo tan expresivo como experimental. Y que resultó una sorpresa. Tanto que, si ella lo desea, puede presumir de ser la artista revelación local de 2021.
"Varias de las canciones son poemas que escribí en la adolescencia, en un blog que tenía, llamado Vómito verborrágico", evoca. "Lo escucho y me da un poco de vergüenza. Pero realmente vomitaba palabras. Me salía así nomás. Tiene mucha relación con mi salud mental, porque soy una persona muy impulsiva. Ahora estoy medicada por eso. Mi cerebro va demasiado rápido. Tengo ansiedad generalizada. No puedo poner en palabras todo lo que pienso."
--Hasta la tipografía del disco representa esa angustia…
--La parte visual comenzó con un creepypasta de terror llamado Backrooms. A partir de eso, conocí la palabra "liminal". Empecé a googlear y vi un montón de imágenes que me pusieron nerviosa. Fue el disparador para pensar en hacer música que representara esas sensaciones. Cuando se le conté a una fotógrafa que sumé para trabajar, me dijo que el concepto más cercano que tenía sobre eso eran los "no lugares". Me gustó la idea, pero ambientada en Rosario, que fue donde nací de nuevo.
--Rosario no parece una ciudad triste…
--No, pero logramos hacerla medio oscura. Mi intención con el disco era hacer una catarsis personal. Nunca pensé en el impacto que podía tener. Es lo más genuino que hice, y a lo que más esfuerzo mental le dediqué.
--¿Lo tocaste en vivo?
--No. Ya me retiré. No soy ni seré música. No me concibo así. Aunque lucho contra esa idea. Lichi y todos mis amigos, que sí son músicos, tuvieron que ver con este disco, que es consecuencia natural de mi entorno.
--¿Recordás tu primer flirteo con la música?
--Me gusta la música desde siempre. Sobre todo el pop. A los 5 años compré Sin restricciones, de Miranda! Cuando elegís tu música, es un punto de quiebre.
Trans nacional
Interpretado básicamente en inglés, Liminal salta del punk al pop, usando como pasarelas el folk, los ambientes escapistas y hasta el dembow gótico. "Mientras lo hacía, mi referencia era Anima, de Thom Yorke", revela. "También banco mucho a los artistas que se cagan en los géneros musicales como Rima Sawayama. Era mi momento de probar cosas diferentes."
--Tu disco coincidió con un momento de exposición para músicos trans en todo el mundo.
--Así como en un momento todo fue gay… Algo que me pasó en el proceso es que no me gustaba el disco. No se acerca al estándar de la música que escucho. Lo hice porque me pintó hacerme la punk, pero lo publiqué porque sentía que debía haber una piba trans en la escena musical de mi país. Al menos soy la primera que conozco.
--Es tu oportunidad para el desquite…
--Lo hago. Todos mis videos tienen la etiqueta "trans". No me siento mal por hacerlo. Es una reparación histórica. Las vidas de todo el mundo son un camino que llevan a algo. Y en particular la mía. Cada día que pasa, me acerco más a algo.