El 17 de octubre de 1951 fue un día excepcional. Esa tarde de primavera, mientras Eva Perón le hablaba a una Plaza de Mayo colmada de trabajadores, un puñado de afortunados veía por primera vez, desde los hogares o las vidrieras de algunas privilegiadas casas de electrodomésticos, las imágenes de esa celebración plasmadas en un invento fantástico. La televisión llegaba al país con el impulso estatal y el aporte privado a través de la pantalla de LR3 Radio Belgrano TV Canal 7. Hoy, a poco de cumplirse 70 años de aquel hito comunicacional y en medio de un complejo escenario condicionado por fake news, sobreabundancia informativa y banalización de contenidos, el Estado, a través del directorio de Radio y Televisión Argentina (RTA), trabaja junto a representantes de universidades nacionales y miembros de diversos sectores de la ciudadanía en la creación del primer código de ética para esos medios públicos.
Para la directora de RTA y promotora del proyecto, Cynthia Ottaviano, “un código de ética es un compromiso entre quienes trabajan en un medio de comunicación y las audiencias”. “Lamentablemente en la Argentina no hay un solo código de ética en toda la televisión o la radio, ya sean de gestión pública o privada”, señala Ottaviano en el documento “Hacia el primer Código de Ética de RTA”, que sirve de base para los debates.
Por esta razón, y para cumplir con el artículo 3 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que tiene por objeto “la actuación de los medios de comunicación en base a principios éticos”, desde RTA se decidió dar el primer paso en la creación colectiva de una normativa que, según Ottaviano, pueda entenderse tanto “como un instrumento para ser tenido en cuenta de manera cotidiana, como una referencia constante en la labor y como un horizonte que alcanzar con las mejores prácticas profesionales”.
Repensar qué se dice
Desde mayo se realizan reuniones virtuales cada semana con representantes de un amplio abanico de sectores de la sociedad civil con el fin de debatir, reflexionar y, por supuesto, escribir colectivamente un manual de estilo que “recopile un conjunto de principios fundamentales para el tratamiento responsable de una multiplicidad de temas determinados”, tal cual lo define el documento “Ideas y orientaciones para la elaboración de un Código de Ética”, de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Entre los principios fundamentales de esta normativa, concebida a partir de debates y reflexiones intersectoriales, se abordan problemáticas diversas como la discriminación, la violencia simbólica, la despatriarcalización de los medios, el federalismo, el tratamiento de los juicios por crímenes de lesa humanidad, las formas responsables para aludir a la última dictadura cívico-militar, el carácter emancipatorio y no extranjerizante que deben tener los contenidos de los medios públicos, la incorporación de lenguajes propios de los pueblos originarios, la cláusula de conciencia y el derecho de rectificación y respuesta.
Esta labor colectiva, que planea ver la luz el próximo 17 de octubre en el 70 aniversario de la televisión argentina, cuenta con una participación plural: expertos en comunicación de universidades nacionales, representantes sindicales de los medios públicos, dirigentes de organizaciones sociales, referentes del ámbito de los derechos humanos, militantes del colectivo LGTBIQ+, miembros de los pueblos originarios, actores, abogados, migrantes y personas con discapacidades. También se suman representantes de la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes, la Sedronar y el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO). También aportan comunicadores de países latinoamericanos que poseen código de ética, como Brasil, Colombia, Uruguay y México, y delegados de la Unesco.
A partir de estas reuniones, que pretenden escuchar las propuestas de aproximadamente 100 expositores a lo largo de seis meses de debates, se resolvió por unanimidad que la competencia del código afectará no sólo a los periodistas, sino también a todas las personas que trabajen en los medios públicos. Además, se creará un observatorio para velar por el cumplimiento de estos principios fundamentales que, lejos de tener un carácter punitivo, tendrá como objetivo fomentar el debate y las capacitaciones de manera permanente.
Otra idea que se analiza, propuesta por representantes de la Unesco, es incorporar al código los casos de faltas éticas que ya se hayan resuelto para que sirvan de antecedente ante posibles conflictos que puedan ocurrir en los medios. “Esto le daría una riqueza mayor porque a medida que se van presentando las dificultades y los conflictos éticos, las propias resoluciones nos permitirían no volver a caer en la misma falta anterior”, explicó Ottaviano al Suplemento Universidad.
Para la exdefensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y docente de la Universidad nacional de La Plata (UNLP), la norma en debate se trata de “un código de ética único, escrito desde las distintas conflictividades, realidades, necesidades y reflexiones, que irá creciendo a medida que vaya pasando el tiempo y vayan ocurriendo esas situaciones de conflicto. Por eso la búsqueda de crear un observatorio con una integración que sea representativa de los distintos ámbitos de la vida laboral que tiene la televisión pública”.
Dentro de estos debates, en los que ya participaron referentes de las universidades de Buenos Aires, La Plata, Avellaneda, Quilmes y Villa María, y se espera el aporte de académicos de otras casas de estudio en las reuniones siguientes, tomó relevancia la discusión profesional sobre la incorporación en el código de una cláusula de conciencia que proteja al periodista que se niega a realizar una tarea que considere que atenta contra sus convicciones.
Análisis en marcha
“El periodismo se encuentra en su peor momento”, enfatizó el decano del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), Daniel Escribano, uno de los expositores convocados. Si bien aclaró que la responsabilidad no es estrictamente de los trabajadores de prensa, sino de las corporaciones mediáticas, Escribano sostuvo que tanto los medios como las universidades deben trabajar en conjunto para “recuperar el respeto por la materia prima con la que trabajamos los periodistas, que es la información”.
Esta falta de respeto se agiganta, según Escribano, en las pantallas televisivas, donde el sensacionalismo y la espectacularización maquillan los intereses comerciales de los noticieros en base a agendas que desconocen las demandas sociales. “Las operaciones de prensa son de toda la vida, pero hoy estamos en un momento donde eso es todo. El 90 por ciento son operaciones de prensa”, afirmó en declaraciones a este suplemento y graficó: “Hay muy poco espacio para lo que debe ser el rol del periodista, que es contar las cosas que pasan, explicar por qué pasan las cosas que pasan y respetar ese proceso pedagógico de explicarle a la gente qué es lo que está pasando”.
La concepción identitaria de la TV pública, entendida como marca país, fue otro eje analizado por los participantes de los debates. Entre las temáticas abordadas por los expertos surgió el carácter federal que deben tener los medios públicos, no solo desde lo enunciativo, sino como columna vertebral de toda la programación. En ese sentido, la coordinadora de la carrera de Comunicación Social de la UNVM, Carla Avendaño Manelli, criticó la centralidad porteña propia de los medios nacionales, ya que su mirada, según explicó, suele ser “tan parcializada” que, en ocasiones, “excluye” al resto del país. “Nosotros tenemos otras lógicas vinculares, otras territorialidades y, por lo tanto, otras construcciones de subjetividades”, destacó Avendaño Manelli a este suplemento y celebró la modalidad virtual de los debates, que permitió una participación amplia de las universidades públicas.
Para la secretaria de Investigación y Extensión de la UNVM, el proyecto de un código de ética es “fundacional” e “histórico”, y expresó que no solo significaría una mejora hacia el interior de las empresas de medios, sino que además “podría ser un elemento a estudiar” para dictar en las universidades como “el gran manual de la comunicación argentina”.
En esa línea, es clave el rol de los trabajadores de los medios públicos en la construcción de una identidad nacional, que aporte una mirada soberana e intercultural, según se desprende de los encuentros mantenidos.
Un ejemplo a imitar
Para Ottaviano, el proyecto es una “esperanza” para revitalizar la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, nacida en 2009, que, según expresó, “fue el paso esencial para que en la Argentina comprendiéramos a la comunicación como un derecho humano”. Además, destacó que en los debates “surgió como deseo colectivo que ojalá otras televisiones, públicas, de gestión privada con fines comerciales o sin fines comerciales, puedan seguir este camino y ayudar a que se termine generando un movimiento de debate ético constante y permanente en los medios de comunicación”.
A siete décadas de la primera transmisión televisiva, luego de censuras, atentados contra la libertad de prensa, privatizaciones, medidas cautelares y decretos a favor de las empresas, en estos tiempos posmodernos de mucha conectividad y poca interacción, en el que las pantallas intervienen las miradas y los likes reemplazan a los abrazos, bien podría pensarse el respeto a las audiencias como una manifestación de ese amor al pueblo expresado por Evita en aquella tarde de primavera de 1951.