Cielo rojo sangre 5 puntos
Blood Red Sky, Alemania/EE.UU., 2021
Dirección: Peter Thorwarth.
Guion: Stefan Holtz y P. Thorwarth.
Duración: 121 minutos.
Intérpretes: Peri Baumeister, Carl Anton Koch, Alexander Scheer, Kais Setti
Estreno en Netflix.
Con la excepción de Aeropuerto, las películas “de aviones” suelen ser de buenas a muy buenas. La razón, claro, es que de un avión no se puede escapar, algo que los thillers y films de terror en el aire saben aprovechar. Véanse Vuelo nocturno (Red Eye, una de las mejores películas de Wes Craven), la reciente 7500, Avión presidencial (¡donde el presidente de los Estados Unidos era secuestrado por terroristas comunistas!), Plan de vuelo, con Jodie Foster (aunque ésta trabajaba más sobre un enigma aparentemente imposible que sobre el encierro), Vuelo 93 y Snakes on a Plane, tal vez la última resistente de la clase-B, estrenada en Argentina con el título Terror a bordo. Y después está, claro, la farsa desaforada de ¿Y dónde está el piloto?, una catarata de gags antes que “una de aviones”.
Todas menos la última de ellas son films de secuestros. Hay dos razones para ello: 1) los secuestros en vuelo existen (o existieron, en los 70); 2) nada mejor que un grupo de terroristas amenazando con desviar el avión o hacerlo explotar en pedazos para sacarle todo el jugo al sin salida. La alemana Cielo rojo sangre responde a ese modelo, con la peculiaridad de que aquí los terroristas son la menor de las amenazas. El verdadero peligro es, en verdad, la presencia de un vampiro en el pasaje, lo cual asegura una epidemia de contagios que deja empequeñecido al Covid. Con la desventaja de que contra los colmillos demasiado largos la única cura es una estaca clavada a tiempo.
En largas dos horas y un minuto (salvo que la apuesta sea alta, como El exorcista y el Drácula de Coppola, la duración excesiva no suele ser beneficiosa para el terror), la película coescrita y dirigida por el alemán Peter Thorwarth no es, sin embargo, una de terror puro (hace rato que los géneros “puros” dieron lugar a los cruces genéricos). Yuxtapone en cambio thriller con terror, melodrama familiar de tono grave incluso. Cielo rojo sangre tiene una buena media hora inicial, con una construcción de enigmas muy bien dosificada, expectativas que revertirá y la necesaria tensión. La “fase terrorista” es correcta. Pero cuando aparece el vampiro empieza a aflorar lo que se sabe de sobra: la seriedad excesiva no se lleva bien con el cine de género, que pide a gritos sentido del humor para no caer en el ridículo.
El amor materno-filial y el autosacrificio (no se dan más precisiones para no espoilear) no congenia con los mordiscos en el cuello, las conversiones y los estacazos. Cielo rojo sangre tiene otro problema, muy de estos tiempos. Para que los espectadores no se distraigan con el celu, acumula subtramas y pasa de un clímax a otro, con lo cual en lugar de resultar atractiva se vuelve cansadora. Aunque se trate de una versión vampírica de la desfachatada Snakes on a Plane, Thorwarth parece no haber aprendido de su colega David R. Ellis, lamentablemente desaparecido, las virtudes de la síntesis, la simpleza, el sentido del humor.