Con el acento de Córdoba capital –como canta Rodrigo– llegó a Tokio la boxeadora Dayana Sánchez para hacer historia. Su clasificación a los Juegos Olímpicos, la posicionan como la primera boxeadora argentina en participar de una competencia de estas características. La joven de 28 años se va a subir al ring este viernes a las 5.30 para medirse con la turca Esra Yildiz por un pase a los cuartos de final en la división de peso ligero (57 a 60 kg). Después de tanto buscarlo y quedarse en la puerta de Rio de Janeiro 2016, llegó el ansiado debut.
En un principio el pasaje al país nipón era para su hermana menor, Leonela –medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019–, pero tuvo que bajarse por algunos inconvenientes físicos y ahí resonó el nombre de Dayana. El boleto llegó gracias a una invitación que realizó el Comité Olímpico Internacional (COI), producto de un conflicto con la canadiense Mandy Bujold que derivó en la decisión de sumar más cupos para boxeadoras.
“No me lo esperaba, ya lo había descartado después de un sorteo en el que tuve la posibilidad de entrar. Me enteré un viernes. El preparador físico me había dado libre la mañana porque veníamos entrenando fuerte. Ese día el teléfono me vibraba mucho, pensé que era la alarma. Cuando me levanté a apagarlo, vi que era una llamada de Buenos Aires y ahí me dan la noticia. No podía creerlo”, cuenta la cordobesa desde Tokio.
En su trayectoria como púgil, el podio siempre estuvo delante de sus ojos. Ganó dos veces medalla de plata en los juegos Odesur de 2010 y 2014. En 2017 fue campeona continental en Honduras, integró la Selección cordobesa de box y se mantuvo subcampeona de forma consecutiva en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y Lima 2019. Según reveló su hermana en un ping pong de preguntas para un canal de televisión de Córdoba, han intentado bautizarla con algunos apodos (“Diabla”, “Nena”, “Flaca”, “Pantera”), pero ninguno prosperó.
Dayana empezó en el boxeo a los 10 años. Al principio no le gustaba, pensaba que era "un deporte para hombres". El encanto llegó de tanto acompañar a su padre, Hugo –también boxeador–, al gimnasio y sentarse a ver los entrenamientos que le brindaba a jóvenes que aspiraban a cruzar las cuerdas. Un día vio como uno le pegaba a otro y llegó la revelación. "Era chica. Me acuerdo que en un guanteo entre dos compañeros, vi que uno ensangrentó al otro y ahí dije: ¡Guau! ¡Quiero eso!", revela y se cuela una sonrisa en el audio de whatsapp.
A los 14 años hizo su debut. En ese momento las categorías juveniles no existían y se enfrentó a mujeres más grandes. Tuvo que conseguir un permiso en la Federación porque el mínimo de edad era de 15. Su pasión la inclinó a tiempo completo en este deporte y si bien su padre al principio se opuso con la idea de que su hija sea boxeadora ("estudie o sea modelo", eran las opciones posibles) no le quedó más remedio que aceptarlo. "Nací para esto", dice ella.
Su compromiso con cada entrenamiento se fue haciendo mayor. Todas las mañanas, después del desayuno, el destino era el Centro de Desarrollo Deportivo Rafael Núñez de Córdoba. Con la ayuda del Ministerio de Desarrollo Social, la Agencia Córdoba Deportes y el Ministerio de Educación, integró el programa "Formando en el ring"” y siguió con sus estudios un poco más.
"Mi profesor Virgilio Arauz estaba interesado en que termine el colegio, porque solo había hecho hasta la primaria. El trabaja en el Ministerio y gestionó todo para hacer que chicos que estuvieran en el deporte pudieran terminar sus estudios mientras entrenaban. Particularmente por temas de competencias y porque tuve que venir a Buenos Aires, no llegué a terminarlo. Pero muchos chicos sí lo hicieron sin necesidad de dejar de entrenar", amplía sobre aquella experiencia.
Fanática de Muhammad Ali ni bien se adentró en el universo del cuadrilátero, empezó a ver videos con sus peleas y a admirar su técnica. Luego se hizo seguidora de Laila Ali, hija del boxeador estadounidense, y la campeona mundial en 2015 le obsequió una foto firmada, como premio por su rendimiento en los panamericanos de Toronto 2015. Dayana no descansa en los logros. "Sueña tan grande, hasta que te tiemblen las piernas", dice su estado de whatsapp. El desafío está por delante. Agradecida por los momentos vividos, no pierde vista el sueño olímpico y está preparada, como dice en su Instagram, "para defender los colores celeste y blanco". El medallero argentino y un deporte, el boxeo, el que más medallas 24 (7 oros, 7 platas y 10 bronces) le ha dado a la historia olímpica argentina, la esperan.