“La revolución del dinero digital debe funcionar para todos y los países deben guiar en lugar de dejarse guiar por las transformaciones tecnológicas”. Así lo planteó el FMI en dos publicaciones de este jueves profundizando en el estado de situación y los desafíos que plantean las nuevas formas de dinero digital. Se hizo un análisis detallado de los distintos modelos de monedas virtuales que empiezan a ganar protagonismo en el día a día de las sociedades.
Por el lado del sector público se analizó a las monedas digitales de los Bancos Centrales. Se mencionó que suelen denominarse como CBDC, y pueden pensarse como dinero en efectivo digital, aunque no necesariamente ofrecen el mismo anonimato para evitar transferencias ilícitas.
Se indicó que las iniciativas privadas también están proliferando. Desde sistemas más tradicionales de dinero electrónico como el servicio de transferencia de dinero móvil de Kenia MPesa hasta las stablecoins, que son tokens digitales respaldados por activos externos como los proyectos de USDC y de Diem. Se trata de representaciones digitales de valor que pueden transferirse con solo hacer click en un botón, en algunos casos a través de las propias fronteras nacionales, y en una forma tan simplemente como enviar un correo electrónico.
El Fondo plantea que estas innovaciones ya son una realidad y están creciendo rápidamente. Según datos del organismo, las CBDC se están analizando de cerca, se están probando o es probable que se emitan en al menos 110 países.
Los ejemplos van desde el modelo de la moneda “sand dollar” de las Bahamas, que ya está en uso, hasta el proyecto piloto del yuan digital del Banco Popular de China, y países como los Estados Unidos, donde aún se están estudiando los beneficios y los inconvenientes de un dólar digital.
En el caso de las stablecoins, es decir los tokens o monedas estables con respaldo en algún activo externo como puede ser el dólar norteamericano, parecían “esotéricas hace dos años”. Pero todo avanza a paso acelerado y en los últimos seis meses triplicaron su valor (pasando de tener una capitalización de mercado de 25 a 75 mil millones de dólares).
Por el lado de los criptoactivos, el Fondo Monetario Internacional consideró que también hubo un importante aumento en la capitalización del mercado al pasar de 740 mil millones de dólares a más de 1400 mil millones. En el organismo aseguran que la adopción de la tecnología además es global.
Las cuentas virtuales, es decir de dinero electrónico de los sistemas más convencionales, también crecen a paso acelerado y se destaca que su expansión ocurre a un ritmo más acelerado en países de ingresos bajos y medianos respecto de la velocidad de adopción de los países ricos. África, en particular, es uno de los líderes en la incorporación de estas tecnologías.
“Las oportunidades son inmensas. Un artesano local puede recibir pagos de forma más barata, posiblemente de clientes extranjeros, en un instante. Un gran conglomerado financiero puede liquidar las compras de activos de manera mucho más eficiente”, consideró el FMI.
Los ejemplos siguen: “los amigos pueden dividir las cuentas sin llevar dinero en efectivo. Las personas sin cuentas bancarias pueden ahorrar de forma segura y crear historiales de transacciones para obtener microcréditos”.
Y existen elementos aún más potentes. El dinero puede programarse para que sirva solo para ciertos fines y puede usarse sin problemas desde distintas aplicaciones financieras y de redes sociales. Los gobiernos pueden tenerlo para gravar y redistribuir los ingresos de manera más eficiente y transparente.
Oportunidades y desafíos
Para el Fondo todos estos beneficios de la revolución digital del dinero deben aprovecharse, pero siempre manteniendo consciencia de los riesgos y además de las implicaciones de política. “Los desafíos a los que se enfrentan los responsables de formular la política económica son complejos”, menciona.
Entre los principales problemas que pueden aparecer figuran tensiones sobre la estabilidad del sistema monetario internacional. “El dinero debe diseñarse, regularse y proporcionarse para que los gobiernos mantengan el control sobre la política monetaria para estabilizar los precios y los flujos de capital para estabilizar los tipos de cambio”, se precisó.
El FMI agregó que los sistemas de pago deben integrarse cada vez más entre países, en lugar de fragmentarse en bloques regionales. “Y es esencial evitar una brecha digital entre quienes se benefician de los servicios de dinero digital y quienes se quedan atrás. Además, la estabilidad y disponibilidad de los pagos transfronterizos pueden respaldar el comercio y la inversión internacionales”, concluyó.