Hay lío puertas adentro del castillo más importante del entretenimiento audiovisual. Este jueves por la mañana, los abogados de Scarlett Johansson presentaron una demanda en el Tribunal Superior de Los Ángeles contra Disney, alegando que el contrato de la actriz se rompió cuando la empresa decidió estrenar Black Widow simultáneamente en salas y en la plataforma Disney+ bajo la modalidad Premium Access. Según afirman, este esquema significó una reducción de lo recaudado por la venta de entradas y, por lo tanto, de los ingresos de Johansson, ya que una buena parte de su compensación está atada al rendimiento en la taquilla. “Disney indujo intencionalmente a Marvel al incumplir el acuerdo, sin justificación, para evitar que la Sra. Johansson diera cuenta del beneficio total de su contrato con Marvel”, escribieron los abogados.
Con su fecha de estreno original (abril de 2020) varias veces postergada por la pandemia, Black Widow marcó, a principios de este mes, el regreso de Marvel a la cartelera comercial luego de más de un año y medio sin superhéroes a la vista. Pero cuando las salas empezaron a recuperar fuerza luego del parate, el escenario era muy distinto: Disney sacó provecho del aumento del consumo de contenidos vía streaming durante los aislamientos sociales decretados en gran parte del mundo para adelantar sus planes exploratorios de nuevas posibilidades de lanzamiento. El problema es que ninguno de ellos tiene a las salas como principal fuente de ingresos, algo que ni siquiera las quejas de los exhibidores –maniatados ante un público masivo que repele casi todo lo que no huele a franquicia– pudieron modificar.
Es así que las últimas películas grandes del conglomerado Disney (la excepción son las de Pixar) se lanzan el mismo día en salas y en Disney+ bajo la modalidad Premium Access, es decir, abonando un pago extra de 30 dólares (aquí son 1050 pesos) al abono básico. Así ocurrió primero con Mulan, en diciembre, y luego con Raya y el último dragón, Cruella, la mencionada Black Widow y la flamante Jungle Cruise. Si hay problemas ahora con Johansson, es porque la película centrada en la historia personal Natasha Romanoff recaudó 60 millones de dólares en el mercado hogareño de Estados Unidos y 319 millones en las salas de todo el mundo. Esta nueva lógica, alegan desde el bando acusador, no es viable cuando el contrato incluye regalías extras una vez superada determinada barrera de ingresos en los cines. “Disney optó por aplacar a los inversores de Wall Street y mejorar sus resultados, en lugar de permitir que su subsidiaria Marvel cumpliera con el acuerdo. El incumplimiento alejó con éxito a millones de fanáticos de los cines y los acercó a su servicio de transmisión Disney+”, escribieron sus abogados, según consiga el portal especializado Variety.
El equipo legal aseguró que a los representantes de la actriz les preocupaba la relación entre Black Widow y Disney+ incluso antes de que el coronavirus cambiara los planes. En la demanda comparten emails en los que asesores de la protagonista de Perdidos en Tokio pedían que el estudio garantizara una ventana de exclusividad en salas, algo que el consejero legal de Marvel, Dave Galluzzi, aseguró que ocurriría. Caso contrario, dijo, lo discutirían primero con ella para llegar a un acuerdo que compense las bonificaciones pautadas antes de la pandemia. Según The Wall Street Journal, que tuvo la primicia de la demanda, cerca de la actriz estiman que la simultaneidad significó 50 millones de dólares menos en la cuenta bancaria, una situación que pone a Disney en el mismo lugar donde estuvo WarnerMedia cuando debió compensar a figuras como Will Smith, Denzel Washington y Keanu Reeves tras anunciar que las películas de Warner se estrenarían, durante 2021, el mismo día en salas y HBO Max.
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