“Con respecto a la homosexualidad uno puede contarlo todo con la condición de nunca decir ‘yo’”, sentenció una vez Marcel Proust y de esa manera dictó una regla que perduraría por largos años en el campo literario para representar a los gays y al erotismo entre hombres. 

Con su cuento “El marica”, que además constituye su bautismo de fuego en literatura, Abelardo Castillo rompió valientemente la norma proustiana y puso en el centro de la escena a un narrador que se llama Abelardo, que se presenta como amigo inseparable de un marica y que a su vez puede ser un marica (en todo caso no cumple con el obligado ritual iniciático pueblerino de pasaje a la heterosexualidad al no tener sexo con una prostituta). Y todo en 1972.

Castillo, queer avant la lettre fue pionero en transformar el insulto “marica” en orgullo. César, el marica del cuento, es reivindicado no solo desde el título, sino también en la narración. En su autenticidad sin dobleces el personaje aparece más valeroso que los muchachones del pueblo que lo someten a la injuria constante. El escritor describió así una escena vivida y sufrida por maricas de muchas generaciones. No fue el único cuento en donde Castillo cuestionó las ridículas brutalidades de la masculinidad hegemónica. En “Conejo” narra la historia un adolescente sensible que a punto de dejar la niñez se aferra al que considera su mejor amigo, un conejo de trapo, al cual considera más comprensivo que los chicos del barrio que si “uno no sabe jugar a la pelota en seguida te andan gritando patadura, anda al arco querés, y malas palabras …”.  Y en La madre de Ernesto volvió a la escena traumática del sexo con prostitutas para el “debut” sexual masculino y puso nuevamente en un brete a los “machos”.

“El Marica”, uno de los primeros cuentos argentinos que pone el foco en un adolescente gay es actualmente el cuento más difundido y utilizado en las aulas argentinas para trabajar el tema de las diversidades sexuales en el marco de la Educación Sexual Integral. Aunque fuera tan solo por ello, ante la muerte esta semana de Abelardo Castillo, dan ganas de dedicarle las palabras que él mismo le dedicó a César, el marica, o sea dan ganas de decir “que todos nosotros, juntos, no valíamos la mitad de lo que valía él, de lo que valías”.