Empecemos por lo que no significa. No significa que la policía deje de ocuparse de la prevención del delito. No significa descuidar la seguridad en los barrios. No significa desvalorizar el trabajo de chicxs de 20 años que con muy poca preparación salen a la calle a hacer lo que pueden. Y tampoco significa ignorar que la mayoría de lxs policías, sobre todo aquellxs de menor rango, tienen salarios insuficientes y cumplen con jornadas laborales agotadoras.
¿De que sí se trata desfinanciar a la policía? Se trata de darnos cuenta de que hoy en día le estamos pidiendo a la policía que haga todo: que resuelva la inseguridad, que se ocupe de las crisis de salud mental, que intervenga en una discusión entre vecinxs y que se ocupe de la gente sin casa. ¿Un poco mucho no? ¿Que tal si dejamos que se ocupen de las tareas de seguridad para las que están formadas? Las crisis de salud mental (estén o no vinculadas con el uso problemático de estupefacientes) no son delitos sino problemáticas de salud. Por lo tanto, hay otrxs profesionales (específicamente, lxs profesionales de la salud) que están obviamente mucho más capacitadxs para abordar estas problemáticas.
¿Es posible aplicar el sistema de desfinanciamiento de la policía en nuestro país? Claramente no somos Estados Unidos y tenemos otra realidad económica y social. Por otro lado, nuestra situación probablemente no sea tan dramática como la del Norte: allá, en el 50% de los casos de gatillo fácil, la persona asesinada tenía problemas de salud mental. En fin, evaluar los programas ya implementados en Estados Unidos puede servir de referencia para una eventual aplicación en la Argentina, siempre considerando nuestra realidad local.
¿Cómo funciona el programa de desfinanciamiento de la policía en los Estados Unidos? Se trata de programas que disponen que, cuando alguien llama a la policía por un tema social o de salud, la central envía un equipo civil interdisciplinario en lugar de personal policial. Es decir, cuando una persona tiene una crisis de salud mental, está en situación de calle o con una problemática de adicción, lxs que intervienen son personal de salud y trabajadorxscapacitadxs en el manejo de crisis. En Oregon, el programa se llama algo así como Asistencia en Crisis para Ayudar en las Calles (CAHOOTS) y funciona hace 30 años. Los datos de 2019 muestran que sólo se precisó pedir refuerzo policial en 150 de los 24.000 casos atendidos (¡menos del 1%!).
Estos programas no sólo ayudan a evitar la violencia, resolver la crisis de salud mental o sociales, y respetar a la persona en padecimiento. También ayudan a que la policía puede concentrarse en hacer el trabajo para el que está formada. Los casos resueltos por el programa CAHOOTS correspondían a 20% del trabajo policial.
En Nueva York fueron aún más lejos y directamente desarrollaron un programa piloto en el que se derivó el rol de gestión de la policía a equipos civiles. Trabajadores sociales y personal de emergencia atienden los llamados del 911 en todos los casos en los que no haya armas. El programa se llama B-Heard (ser escuchadx) y logró resolver el 95% de los casos sin necesidad de intervención policial. Además, solo la mitad de los casos derivó en internación (ese porcentaje era del 82% cuando la policía era la que intervenía).
Por último: lo de siempre. No esperemos a que un famosx esté en el centro de la escena para prestar atención. Muchos Chanos sufren y mueren en los barrios vulnerados tan seguido que duele. Sin flashes. Sin debate.
Valeria Vegh Weis es docente e investigadora UBA (Argentina) y Universidad Konstanz (Alemania).