Desde hace miles de años el hombre utiliza la tierra cruda para hacer arquitectura. Se calcula que las dos terceras partes de la humanidad vive en casas de barro. Hay muchos ejemplos de edificios con funciones privadas y públicas construidos con este material.

En charlas en las que se muestran ejemplos de construcciones en adobe, es frecuente escuchar, por ejemplo, comentarios sobre el temor a la aparición de vinchucas en sus paredes; cuando en realidad la limpieza de los espacios interiores siempre evita la aparición de este y otros insectos. Con esto pretendemos concientizar sobre la necesidad de desechar la idea de que construir con tierra cruda es sinónimo de marginalidad.

En la Puna jujeña tenemos el ejemplo del arquitecto Carlos Antoraz; cuya obra reversiona el lenguaje ancestral del lugar, incorporando las ventajas de lo contemporáneo, pero sin perder su identidad regional. El adobe dialoga con la madera, el cardón, la alfarería, la piedra y los textiles, produciendo espacios originales. Cabe mencionar que los servicios profesionales del arquitecto norteño son requeridos por clientes que han aprendido a valorar sus propuestas.

Catamarca tiene el privilegio de contar con la Ruta del Adobe. En el Oeste del territorio, entre Tinogasta y Fiambalá, muy cerca del Paso de San Francisco, este circuito recorre pueblitos perdidos entre las montañas, en los que se puede visitar iglesias y casonas de hasta tres siglos de antigüedad. Estas tienen paredes de adobe de hasta un metro de ancho, tirantes y puertas de algarrobo. Lamentablemente estas rutas temáticas son desconocidas todavía por muchos catamarqueños, a pesar de los esfuerzos por difundirlas.

Con la iniciativa de los emprendedores y el acompañamiento del Estado, este recorrido tiene un gran potencial para desarrollarse sosteniblemente. Sobre todo, considerando que en tiempos pos pandemia los turistas que se animen a salir, van a elegir destinos con características particulares como la Ruta del Adobe. Es oportuno mencionar también, que este camino podría convertirse en un circuito de interpretación de los nuevos paradigmas de la materialización constructiva de nuestra arquitectura, de cara a los desafíos que enfrenta la Humanidad con el calentamiento global.

En un mundo en el que el petróleo se acabará, el uso de tecnologías alternativas para la construcción, permitirá contar con edificios a bajo costo e impacto sobre el ambiente. Así tendríamos una arquitectura con espacios cálidos en invierno y frescos en verano. Esto lo entendemos cuando visitamos asentamientos humanos en los que se usan este tipo de recursos.

Es necesario construir entre todos la idea de contar con una tecnología constructiva apropiada en nuestro medio. Usar materiales disponibles a un máximo de 30 kilómetros de distancia ayudarían a reducir el impacto de la huella de carbono. Sabemos que es difícil, pero hay que comenzar a pensar cómo afrontar estos problemas desde la formación de los futuros arquitectos.

En el quehacer del diseño arquitectónico se tiene en cuenta en su complejidad los fines que se quieren lograr y con que medios se dispone. Por lo tanto, el resultado formal que pretendemos conseguir está unido a los recursos tecnológicos con los que contamos. El adobe no limita la creatividad si miramos la honestidad de la arquitectura que resulta al entender el lugar.

*Arquitecto