A falta de las maratones de aguas abiertas del martes y miércoles, la jornada del domingo deparó la despedida de la natación de los Juegos Olímpicos con dos grandes ganadores: Estados Unidos, de la mano de los 5 oros de Caeleb Dressel, y Australia, con las cuatro doradas y tres bronces de Emma McKeon.

35 medallas repartió la disciplina acuática entre hombres, mujeres y competencia mixta. Y como sucede de manera ininterrumpida desde Barcelona '92, Estados Unidos se situó en lo más alto del medallero con 30 conquistas (11 oros, 10 platas, 9 bronces). Segunda quedó Australia, con 19 (9, 3, 7), por delante de Gran Bretaña, con 8 (4, 3, 1), China, con 5 (3, 1, 1) y Rusia, con 5 (2, 2, 1).

Entre varones la hegemonía estadounidense fue total, con 8 oros; mientras que entre las mujeres, el trono fue para las australianas, también con 8 (3 para EEUU).

Dressel, el mini Phelps

Caeleb Dressel se ganó el derecho a reclamar el trono de la natación mundial, vacante desde la retirada del legendario Michael Phelps tras los Juegos de Río, tras cerrar su participación en Tokio con cinco medallas de oro, una menos de las que aspiraba en la capital japonesa.

Pero aunque el norteamericano, que cumplirá 25 años en apenas un par se semanas, no logró el pleno de victorias que buscaba en el Centro Acuático de Tokio, nadie la puede discutir a Dressel el título de "rey" de la natación en estos Juegos.

No sólo ya por sus cinco medallas de oro, ni por el récord del mundo -49s45- con el que adornó su victoria en la final de los 100 mariposa, sino porque Dressel transmitió grandeza incluso en la derrota. Tardará tiempo en olvidarse su actuación en la última posta de la final del relevo 4x100 estilos mixto.

Pese a la última posición en la que arrancó el último nado, pese a los ocho segundos de desventaja con los que contaba, Caeleb Dressel no dejo de luchar hasta el final pese a ser consciente de que se enfrentaba a un imposible. El nadador redujo la desventaja en cinco segundos y llevó a su país a la quinta posición, acabando con la posibilidad de conseguir las seis medallas a las que aspiraba.

Una decepción de la que el estadounidense se resarció y con creces este domingo en una jornada final en la que arrancó con un triunfo en la final de los 50 libre. El cuarto oro en su cuenta particular lo adornó con una nueva plusmarca olímpica, tras imponerse con un tiempo de 21s07 a dos clásicos del sprint corto como el francés Florent Manaudou, que se colgó la de plata, y el brasileño Bruno Fratus, bronce.

Pero a Caeleb Dressel, ganador además del 50 libre de los 100 libre, los 100 mariposa y los 4x100 libre, le quedaba todavía un último esfuerzo para irse de Tokio, al menos con 5 oros, una cifra sólo superada por dos leyendas como Michael Phelps, ganador de ocho oros en Beijing 2008, y Mark Spitz, que se colgó 7 en Múnich 1972.

Un triunfo que no sólo dependía de Dressel, sino que necesitaba a además de una notable actuación de sus compañeros ante la seria amenaza que representaba el equipo británico, el vigente campeón del mundo, con el formidable bracista Adam Peaty a la cabeza.

Pero en esta ocasión, y a deferencia de lo ocurrido en el fallido relevo mixto, los compañeros no fallaron a un Dressel, que, por si acaso, dejó a su equipo al inicio de la última posta con una diferencia de 60 centésimas. Es que Dressel, que arrancó la posta de mariposa con una desventaja de 64 centésimas con relación al cuarteto británico, no estaba dispuesto a dejarse escapar ni el triunfo, ni esa sexta medalla de oro, que le permite reclamar el trono de Phelps.

McKeon, la coleccionista

Si en la categoría masculina Caeleb Dressel es el indiscutible rey de los Juegos de Tokio, en la femenina habría que hablar de Emma McKeon y las "reinas" australianas.

La juventud de Ariarne Titmus, que hizo tambalear en su pedestal a toda una leyenda como Katie Ledecky con sus triunfos sobre la norteamericana en los 200 y 400 libre, o Kaylee McKeown, que se consagró como la campeona de la espalda con sus victorias en el 100 y el 200, anticipan un largo reinado por delante a las representantes oceánicas.

Forman un grupo de sensacionales nadadoras que tuvo su representante más prolífera en estos Juegos de Tokio en la velocista Emma McKeon, que se despidió de la capital japonesa con un total de siete medallas, cuatro de ellas de oro.

La dos últimas las cosechadas ese domingo en las finales de los 50 libre y en la de relevo 4x100 estilos que reflejó mejor que nada el dominio de las "aussies" en estos Juegos de Tokio.

McKeon llegó a esta final ya con el título de "reina" de la velocidad tras añadir a las victorias que logró en los 100 y 4x100 libre, el triunfo en los 50 libre, tras volver a batir el récord olímpico que ella misma ya había rebajado en las series y las semifinales con un tiempo de 23.81 segundos.

Nueva plusmarca olímpica que el formidable cuarteto australiano, integrado por McKeown, Chelsea Hodges, McKeon y Cate Campbell, también estableció en la final del 4x100 estilos con un tiempo de 3m51s60. El registro permitió a la oceánicas arrebatar por tan sólo 13 centésimas a un conjunto estadounidense, que pese a dominar la prueba llegados los últimos cien metros, tuvo que doblegarse ante la fortaleza de Cate Campbell en la última posta.

La victoria consumó el cambio de guardia vivido en la natación femenina en los Juegos de Tokio en los que Estados Unidos, ganador de ocho oros hace cinco años en Río, tuvo que ceder la corona ante el empuje de la nueva generación de nadadoras "aussies".