Pasaron 10 días de la máxima cita deportiva mundial. Si bien quedan algunas chances, Argentina parece encaminarse hacia una de las actuaciones menos destacadas de su historia. Los motivos son diversos, hay casos puntuales, situaciones particulares pero sobre todo hay cuestiones de fondo.
Covid y salud mental
El coronavirus cambió los planes en todo el mundo y este también fue el caso de los deportistas argentinos que estuvieron varios meses sin poder entrenarse. En junio 2020 se habilitó a los atletas clasificados a Tokio, para que puedan volver a su actividad bajo estrictos protocolos. Desde que se postergaron los Juegos Olímpicos, el discurso fue el mismo: era muy difícil entrenarse en medio de la incertidumbre y sin un objetivo claro. Las restricciones a nivel mundial también provocaron que muchos de los deportes de conjunto no pudieran tener roce a nivel mundial. En algunos casos, fueron 18 meses sin competencias internacionales. A pesar de esto, si bien fue un factor influyente, la pandemia no fue determinante.
En Tokio 2020 la salud mental fue protagonista principal. Simone Biles, la mejor gimnasta del mundo, se retiró de las finales por problemas de ansiedad y presión: “Desde que entro al tapiz, estoy yo sola, tratando con demonios en mi cabeza. Tengo que centrarme en mi salud mental".
Los atletas argentinos no fueron la excepción. Delfina Pignatiello anunció que dejará de estar presente en plataformas y redes sociales ya que se sintió muy afectada por las críticas tras su mala actuación en 800 y 1500 metros. A su vez, Belén Casetta, atleta en 3000 mts con obstáculos, se contracturó en medio de la carrera y declaró en conferencia de prensa: “Tuve nervios todos los días para que no me diera positivo. Ahora me vuelvo a casa y quiero olvidarme de todo”, en referencia al positivo de Germán Chiaraviglio quien se quedó afuera de la competencia de salto en garrocha por estar contagiado de covid.
Bajo presupuesto
Otra de las cuestiones de fondo es el desfinanciamiento que recibió el deporte argentino desde 2018, cuando el impuesto del 1% de la telefonía celular dejó de ser direccionado al Enard y así el ente perdió su autarquía para pasar a depender del presupuesto del Estado. Además las becas de los atletas, que dependen del rendimiento durante el ciclo olímpico, quedaron atrasadas por la inflación y la devaluación de los últimos años.
¿Qué pasó y qué queda?
El vóley y el básquet renovaron las esperanzas después de lograr la clasificación a cuartos de final, ambos en el grupo más difícil del torneo. Los dirigidos por Marcelo Méndez enfrentarán a Italia el martes 5 am, mientras que la selección comandada por Sergio Hernández hará lo propio frente a Australia el mismo día a las 9 de la mañana.
Los Gladiadores tenían la ilusión de meterse por primera vez entre los ocho mejores del mundo, después de haber estado cerca en el mundial de Egipto, pero cerraron su presentación sin ninguna victoria. Las Panteras tampoco pudieron ganar ningún partido hasta el momento, pero jugaron de igual a igual con potencias como Italia y Turquía.
Los Leones cayeron con Alemania en cuartos de final 3-1 y no pudieron defender su campeonato olímpico. A su vez, el fútbol volvió a quedar eliminado en primera ronda al igual que en Río 2016.
Sólo Los Pumas Seven consiguieron un bronce histórico para esta disciplina, que fue olímpica por segunda vez. En caso de no sumar ninguna medalla más, el desempeño del deporte argentino por equipos habrá caído en comparación con las últimas ediciones, en las que al menos siempre hubo una cosecha de plata.
El tenis, que entre Atenas y Río consiguió medallas en tres de las cuatro ediciones, tampoco estuvo cerca a pesar de contar con Diego Schwartzman, octavo preclasificado, y Horacio Zeballos, el número 4 del mundo en dobles.
De Atenas 2004 a Río 2016
En los últimos cuatro Juegos Olímpicos la delegación nacional ganó 20 de las 74 medallas que tenía en su haber, y 31 diplomas olímpicos de los 153 que había logrado antes de Tokio 2020. En Río 2016 se ubicó vigésimo séptima en el medallero, la mejor ubicación desde Helsinki 1952 cuando quedó décimo novena.
Lo que viene
Tokio 2020 parece marcar una transición en varios deportes y disciplinas, ya no están Luciana Aymar, Emanuel Ginobili o Juan Martín Del Potro y tampoco estarán Paula Pareto y Luis Scola en el futuro.
El camino hacia París 2024 no se ve muy alentador. Sólo faltan tres años en los que se necesitará un proyecto serio que incluya planificación, inyección económica y crecimiento en la infraestructura, lo que resultará muy difícil en un país en crisis agravada por la pandemia. El deporte argentino, que muchas veces obtiene mejores resultados de lo esperado por condiciones y recursos, está en un momento clave en el que se debería volver a apostar por políticas públicas que lo sostengan y desarrollen. Si esto no es así, sólo quedarán los resabios de las generaciones anteriores que tuvieron, a pesar de todo, apoyo de un ente entonces autárquico, que mal o bien, respondía a sus necesidades.