Claudio Moroni sabe que no es a él a quien van a mirar cuando se pregunte por qué el gobierno no logró bajar la inflación. Pero es el ministro de Trabajo y es a quién buscarán cuando se plantee por qué los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo. Lo sabe y trabaja en eso, en hacer cumplir la consigna "los salarios le tienen que ganar a los precios". La cartera a su cargo impulsa la reapertura de paritarias "para compensar la inflación del primer semestre" incluso, antes de que llegue la fecha prevista para la revisión salarial (cláusula gatillo, le suelen llamar). En general, los gremios y cámaras están cerrando acuerdos en torno al 45 por ciento para el aumento salarial anual, una cifra que el gobierno considera "razonable" para alcanzar su objetivo si logra bajar el ritmo de suba de precios en el segundo semestre. Pero Moroni tiene otro objetivo central: bajar el índice de desempleo joven (18 a 24 años) que supera el 30 por ciento y, entre las mujeres, se arrima al 37 por ciento. Lanzó en la última semana un plan de capacitación y contratación en empresas pymes para jóvenes con secundario completo, que califica como "el programa de empleo más agresivo que se haya propuesto". Su meta es más que crear 50 mil puestos de trabajo como se publicitó el plan: son 680 mil los jóvenes desocupados y quiere poder llegar a la mayoría. Y resolver un problema estructural, la falta de crecimiento del empleo industrial, que no se resuelven sin políticas públicas para crearlo. Porque también hubo políticas públicas para destruirlo, como recuerda, hasta hace menos de dos años. De todo ello habla en este reportaje con PáginaI12.
-Con el cierre de paritarias del gremio de la Sanidad en la última semana, parece que se afirma una nueva pauta de aumentos salariales para el año del 45 por ciento. ¿Es así?
-Muchos gremios están renegociando los acuerdos para recuperar los puntos perdidos contra la inflación en el primer semestre, y desde el Ministerio alentamos que se adelanten las revisiones previstas para más adelante, septiembre u octubre. Cada gremio tiene sus particularidades, Sanidad en especial es muy heterogéneo. Tenés desde clínicas de alta complejidad hasta geriátricos, y la situación es muy distinta en unos y otros. Finalmente llegamos a un aumento del 45 por ciento en etapas, hasta enero. Con encargados de edificios de renta (Suterh) también se alcanzó una renegociación que alcanza a un aumento entre el 41 y 45 por ciento, incluida una suma fija. Bancarios, que venía con un buen aumento al principio de año, firmó por otro 29 por ciento. Ahora vendrán las negociaciones con los estatales de la Administración Central, con ATE y UPCN, no creo que haya inconvenientes en acordar aumentos que estén en ese orden. En general, no veo complicaciones, más allá que cada uno negocia en distinta fecha. Comercio, por ejemplo, todavía no arrancó, pero había negociado por el 37 por ciento y pidió la reapertura.
-¿Cual fue la actitud de las patronales ante el reclamo de reabrir las negociaciones salariales ante la inflación? ¿Hubo resistencias, se vio alguna señal de intentar boicotear los acuerdos?
-No, por ahora no tuvimos nada de eso. Lógicamente, todos se sientan con una actitud de máxima, pero se van alcanzando acuerdos en casi todos los casos. Los más complicados son los de sectores que están económicamente muy sumergidos por la pandemia. Espectáculos públicos que no pueden reabrir. Gastronomía, hotelería, turismo en general. Son actividades a las que les va a resultar más difícil salir de esta parálisis. Ahí se sigue apuntando a cómo garantizar la subsistencia.
-¿Y qué evaluación hace de las herramientas que se utilizaron para sostener el empleo en esos sectores?
-La prohibición de despidos y suspensiones así, masivamente y en forma prolongada, es la primera vez en la historia que se aplica. Fue muy resistida por algunos sectores empresarios, pero paralelamente se le dieron muchas herramientas a las empresas para compensar ese sostenimiento del empleo. El resultado del ATP (Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción) es a mi juicio excelente. No tenemos otro instrumento en Argentina para proteger los contratos de trabajo de forma masiva, y hay que tener en cuenta que era algo nuevo. Lo resolvimos casi al comienzo de la pandemia y en 45 días estaba funcionando. El esfuerzo administrativo que hicieron los trabajadores de la AFIP, Anses y el Ministerio de Trabajo fue descomunal. Y logramos llegar a 1,9 millones de trabajadores.
Hoy ese resultado también se puede verificar en los sectores que empiezan a recuperarse. En una de las fábricas que visitamos, un empresario me decía: "si hubiera echado gente, hoy no tendría capacidad de producción para atender a la recuperación de la demanda, ni posibilidad de reponerla rápidamente". Y esa experiencia particular, es generalizable. ¿Cómo hacés para poner a trabajar tres turnos, como ya ocurre en muchos sectores, si te desprendiste del personal? Yo creo que hay que poner en valor también las crisis que se evitan, y el ATP como herramienta para proteger los contratos de trabajo fue fundamental.
-¿Y en los sectores más golpeados, los que no logran recuperarse?
-Hoy ya no existe el ATP, pero para esos sectores se mantiene el Repro, que es otra forma de asegurar una parte del salario. Se fueron incrementando los valores, también fuimos incluyendo a los independientes que trabajan en actividades críticas. Llegamos a tener 800 mil inscriptos, pero ya en los últimos meses eran unos 600 mil, aproximadamente, por sectores que van saliendo de la parálisis. Pienso que a medida que sigan aflojándose las restricciones, iremos hacia los 300 mil trabajadores que habrá que seguir sosteniendo.
-Pero hay amplias franjas de trabajo informal que siguen en situación alarmante y ya no existe el IFE...
-El IFE tuvo sentido, como política masiva, cuando no se podía hacer nada, la cuarentena era total. Si se llegó a 9 millones de personas es porque era un problema masivo. Pero la actual no es la situación del año pasado. Como se dice habitualmente, "en el barrio hay laburo", "reapareció la changa". Se mantienen todos los planes sociales para atender a los más vulnerables, pero en materia laboral comienza a notarse ese movimiento de demanda de trabajadores para reparaciones o algún arreglo en el hogar. Pero tampoco nos engañamos. Si tenemos esos niveles de informalidad es porque hay un problema estructural no resuelto. Tenemos que mantener políticas económicas que alienten el desarrollo por un tiempo prolongado para tener respuesta a esos sectores. No hace falta que recuerde que venimos de cuatro de destrucción del empleo y cierre masivo de fuentes de trabajo.
Desempleo joven
-Las estadísticas no marcan una suba del desempleo. Y sin embargo el tema aparece como un tema central entre las preocupaciones de la sociedad. ¿Cómo lo precibe el gobierno?
-El nivel de desempleo, en general, quedó en niveles apenas por encima del 10 por ciento, y a pesar de la pandemia y una caída importante del PBI no creció tanto el año pasado, porque nos dimos políticas muy potentes de protección del contrato laboral. Donde sí hay un problema grave es en la población más joven. En las personas entre 18 y 24 años tenemos un registro de desempleo del 30,7 por ciento. Entre las mujeres es peor, del 36,9 por ciento, contra el 26,7 entre los varones. El problema es, entonces, no tanto de gente que pierde el trabajo, sino de los jóvenes que no pueden insertarse, no consiguen su primer trabajo.
Visto este panorama, la respuesta que estamos dando con el Programa Empleo Joven, Te Sumo, es intentar readaptar la forma de contratación. Alentar con incentivos o subsidios a las empresas, particularmente a las pymes, a que contraten personal joven, y a la vez solventar el proceso de capacitación o adaptación de los conocimientos o capacidades que tengan los pibes a las necesidades del trabajo que le ofrecen.
La idea es que estos chicos se puedan capacitar en la misma planta, con una capacitación de hasta seis meses que cubrimos con una beca de 15 mil pesos. Y después de ese período, con la contratación por tiempo indeterminado asistimos por dos años a la empresa cubriendo el 50 por ciento del salario en el caso de las microempresas y del 20 al 30 en el caso de las pequeñas y medianas. Además, hay una disminución del 90 por ciento en las contribuciones patronales por un período, que sube al 100 por ciento en el caso de contrataciones de mujeres y personas no binarias.
-¿Cuántos son esos jóvenes desempleados?
-Son 680 mil, de los cuales 360 mil varones y 320 mil son mujeres. El programa que acabamos de lanzar está orientado exclusivamente a los que tienen secundario completo, porque estamos pensando en una capacitación complementaria para adaptarlos al trabajo. Por eso es importante que la capacitación se haga en el mismo establecimiento donde van a trabajar. De esos 680 mil, son unos 420 mil los que tienen secundario completo. Posteriormente pensamos en un programa de formación y capacitación más intenso, necesariamente, para quienes no completaron el secundario. Por ahora vamos por esa primera franja y esperamos que haya mucho interés. Recién abrimos la inscripción y ya tenemos, en 48 horas, cuatro mil jóvenes inscriptos y unas 80 empresas interesadas.
-¿Cómo va a funcionar la captación y la asignación de becas y cursos de capacitación?
-Por ahora, hablamos de cifras de los inscriptos en el Portal Empleo del Ministerio. Pero pensamos tener una estrategia muy dinámica en la que participen las autoridades locales, municipios, que ya tienen oficinas de empleo. Son unas 400 habilitadas. Están las agencias territoriales del Ministerio también, algunas dentro de los parques industriales. Todo ese mecanismo se va a poner en marcha para tener un contacto más directo con las pymes. Con cada pyme que se sume al programa se va a firmar un convenio con sus obligaciones y compromisos.
-Se habló de una meta de crear 50 mil empleos con este programa. ¿Por qué esta cifra?
-En realidad, surgió de una estimación presupuestaria de cuánto habría que asignar por inscripto y los fondo disponibles. Pero no me cabe duda de que si el programa funciona, la partida se ampliará par que llegue a muchos más. La idea es que sean muchos más de 50 mil. Vamos a estar en todo el país con este programa, no hay cupos ni vacantes limitadas. Los que se inscriban, se buscará ubicarlos en alguna de las empresas que se anotan y ahí se firma el convenio para que arranque la capacitación.
-Llamó la atención la adhesión que manifestaron algunos sectores pymes ante el programa, ¿Por qué no se lanzó antes?
A mí también me entusiasma mucho, de hecho es el programa de empleo más agresivo que se haya propuesto. Apostamos todo a crear ese puente entre los jóvenes sin trabajo y empresas pyme que empiezan a producir más y no se animan a tomar un nuevo trabajador. Tiramos toda la carne al asador. Y por qué no se hizo antes, tiene una explicación. No podíamos ofrecer este programa cuando no había empezado la recuperación. La lógica del empresario es: si no vendés, no contratás a nadie. Y hoy tenés a sectores pymes en electrodomésticos, textiles, hilados, en los que ya se disparó la recuperación. El momento de largar era éste. En el último año se crearon 84 mil empleos, pero seguramente no para esta franja de jóvenes. Tenés sectores como programación e informática con una demanda de empleos no cubierta en unos diez mil puestos de trabajo. Pero en otros, como me pasó en estos días en una fábrica de heladeras, me decían que no consiguen soldadores para determinados trabajos que parecen ser muy específicos. ¿Cuántos pibes egresados de escuelas técnicas tenemos desocupados? Nosotros tenemos cómo financiar esa capacitación y promover la contratación. Por supuesto, a cambio de un compromiso de la empresa: no echar gente, no reemplazar con el trabajador nuevo subsidiado a otro anterior. Y además, vamos a crear un mecanismo de certificación de esa capacitación, que el joven que la hizo pueda demostrarlo. Hay que empezar a reconocer esa otra formación del trabajador. Magia no hay: si queremos tener más empleo, hay que utilizar los instrumentos para facilitar ese acercamiento entre empresa y el joven desempleado. Y los tenemos.