Mauricio Pineda cumplió todos sus sueños ligados al fútbol. Debutó en Huracán, jugó en Boca -el club del que es hincha-, vivió seis años en Italia, disputó un Mundial, participó de unos Juegos Olímpicos, y se dio el placer de compartir cancha con Diego Armando Maradona y Juan Román Riquelme.
No obstante, sus mejores recuerdos dentro de una cancha están en los 12 partidos que vistió la camiseta albiceleste, entre eliminatorias, Copa del Mundo y JJOO, y convirtió sólo un tanto, el de la victoria frente a Croacia, en el último partido de la fase de grupos de Francia '98. “Fue el gol mas importante de mi carrera”, sentenció el ex defensor.
Previo a ese evento, el ex lateral ganó la medalla de plata en Atlanta '96 como parte de un plantel repleto de estrellas. En la definición por el oro, el equipo de Daniel Passarella cayó 3-2 ante Nigeria, aquel 3 de agosto de 1996. Al respecto, recuerda aquella final de hace 25 años con mucho orgullo: “No es poco haber conseguido esa medalla plateada, ya que para mí era un gran sueño estar ahí luciendo los colores de mi país”, remarca el defensor en dialogo con Líbero.
--¿Qué recuerdos tenés de la final contra los nigerianos?
--Recuerdo la última jugada que habíamos practicado de tirar el offside y nos quedamos sin nada. Nigeria en la semifinal eliminó a Brasil, y tenía un equipo muy bueno, con jugadores de gran categoría, un técnica que sorprendía. Sabíamos que era difícil pero teníamos un equipazo, tuvimos muchas chances pero no pudimos concretar todas. Le habíamos ganado 4-0 a España pero lamentablemente salió mal una jugada y se terminó perdiendo.
--¿Qué valor le das a la medalla plateada?
--El solo hecho de ponerte la camiseta de la Selección es lo más lindo y responsable que te puede pasar. No había nada más importante que dar el 100 por ciento de mí para el seleccionado. La medalla está guardada en una mesita de luz, porque es un recuerdo hermoso. No es poco haber conseguido eso, ya que para mí era un gran sueño estar ahí luciendo los colores de mi país. Con los años se le dio más trascendencia a los JJOO pero no se compara con participar de un Mundial que es lo máximo para cualquier futbolista. No existe una mayor competencia que esa. Fíjate que se lo sigue discutiendo a Messi porque no ganó un mundial, una locura.
--Participaste de Francia '98 y marcaste el único gol contra Croacia. ¿Fue el más importante de tu carrera?
--Si, fue el más importante de mi carrera. Yo ya era feliz de la vida por haber entrado contra Jamaica, a jugar unos minutos. Con eso, ya estaba satisfecho. Pero tuve la suerte de disputar el último partido del grupo con Croacia y metí el gol. Me abracé con Gabriel Batistuta, que lo observaba desde las tribunas de la Bombonera cuando iba a ver a Boca. En su momento, estaba enamorado de él y justo me tocó abrazarlo.
--¿Qué significó Daniel Passarella en tu carrera, que te llevó al Mundial?
--Como técnico fue el que marcó mi carrera. Además, por el trato humano que tuvo conmigo siempre. No solamente por lo futbolístico. Confiaba en mí y me llamó para el Preolímpico, a la Selección mayor, a la Copa América, a las eliminatorias y me llevó al Mundial de Francia.
--¿Cuánto tuvo que ver él en tu llegada a Boca?
--Tuvo mucha influencia en mi pase de Huracán a Boca, porque el entonces presidente Mauricio Macri, le consulta sobre mí y dio buenas referencias. Me abrió puertas y eso es valorable, porque se lo permitió a muy pocos jugadores. Recuerdo que me llamó a mi casa, atendió mi abuela que me dijo: "Te llama Passarella". Y yo creía que era una broma. Entonces atiendo y el entrenador me comenta: "Te llamo porque acabo de hablar con (Mauricio) Macri, me preguntó por vos y le dije que te compre sin dudar". Fueron palabras terribles. Si yo recomiendo a alguien es porque estoy seguro de que esa persona no me va a fallar. Y yo sentí eso, ese respeto y cariño. Y con lo que sabe Passarella de fútbol.
--¿Cuándo estuviste en Boca fue el mejor momento de tu carrera?
--No, cuando llegué al Udinese y también estando en el Cagliari, antes de regresar a la Argentina. En Boca estuve muy bien en la primera época del Bambino Veira.
--Entonces, ¿por qué te fuiste?
--Tuve diferencias después con Veira. No iba a jugar por el resto del contrato del entrenador, le quedaban seis meses. Era noviembre de 1997, y un año más tarde se venía el Mundial de Francia, necesitaba tener rodaje. Justo apareció Jorge Cyterszpiler, mi ex representante, que me dijo que existía una chance de irme medio año a Italia. Y recalé en el Udinese a préstamo, y con una cláusula grandísima para que no me compren. Llegué en octubre de 1997. Pasaron seis meses y no había jugado ni un minuto. No me habían citado ni para ir al banco de suplentes. Faltando 12 partidos, me dan la posibilidad de jugar y fueron los mejores de mi vida. Hicieron uso de la opción y me quise matar, porque no quería que me compraran ya que pretendía regresar a Boca. Entonces, estuve seis años en Italia donde jugué, además, en el Napoli y el Cagliari.
--¿Por qué no te querías quedar en Europa?
--Porque quería volver a Buenos Aires, para estar cerca de mi familia y de mis amigos; amo mi ciudad. En Boca era la vida perfecta. Yo quería ser el Hernán Díaz de River en Boca, jugar de por vida en ese club.
--En tu etapa en Boca fuiste compañero de Maradona. ¿Cómo era él?
--Cuando yo llego a Boca, Diego ya no estaba. Se había peleado con el entrenador de ese entonces, Carlos Bilardo, y se fue. A mitad de año, contratan al Bambino Veira y lo convencen para que vuelva. Como persona, lo escuchaba hablar y no estaba muy de acuerdo en sus ideales, parecía una persona prepotente y con mucha personalidad. Pero al conocerlo, no lo podía creer, era totalmente diferente: humilde, buen compañero y siempre pensando en los demás. Fue lindo conocer a ese Maradona. Tuve la suerte de jugar en el Napoli, y estaban los mismos empleados que cuando estuvo Diego. Si nosotros los argentinos lo queremos, estoy seguro de que los napolitanos lo quieren más todavía. Es un ídolo más allá del fútbol.
--Siendo argentino, ¿como te trataban en el Napoli por el recuerdo que dejó Diego?
--Te hablaban de Diego con un orgullo, con una pasión increíble. Se le caían las lágrimas al recordarlo. El napolitano común siente mucha culpa de cómo se fue Maradona de Nápoles, y lo mal que lo trataron. Los argentinos no le llagamos ni a los talones a los napolitanos en la manera de querer a Diego, lo aman.
--Hace unos años contaste sobre partidos arreglados en Italia, ¿fue motivo de tu alejamiento del fútbol?
--No, para nada, sólo de desilusión, de cómo se vivía el fútbol en ese momento. Me alejé porque el deporte me fue apartando un poco. No fui superprofesional cuando debía de serlo. Me di mis gustos. Y para un jugador de élite es imposible hacer esas cosas. El fútbol empezaba a ser un poco más físico y si no te cuidabas, cambiaba bastante. Los arreglos de los partidos lo viví, tuve la mala suerte de estar ahí metido. No me gustó pero era algo que uno pasaba, lo veía y seguía su camino.
--¿Te sucedió en los tres equipos donde estuviste?
--Si, es increíble. En los tres tuve alguna cosa parecida. No se llegó a concretar en uno, pero en los otros dos sí. Hoy por hoy, cambió muchísimo el fútbol italiano. Pero en su momento era algo normal. En Italia son dueños, no hay asociaciones sin fines de lucro. No fue ameno lo que viví.
--Te retiraste muy joven. ¿Por qué tomaste esa decisión a los 29 años?
--Había regresado al país desde Italia para jugar en Lanús, que tenía una dirigencia espectacular. Llegué bien físicamente, pero cuando me tocó debutar tuve un problema en uno de mis tobillos que terminé operándome. Entonces, apareció el "Coco" Basile con intenciones de llevarme a Colón. Me convenció para irme pero no me fue bien.
--¿Qué pasó?
--No jugué ni un minuto porque el equipo estaba sólido. Me costó ponerme a punto físicamente luego de la lesión. Fueron seis meses que la pasé mal. Traté de volver a Huracán que estaba en la B, pero nunca lo cerramos.
--¿Por qué?
--El entrenador de ese entonces, Antonio Mohamed, me dijo que estaba todo bien. Yo iba a ir gratis, pero no terminábamos de firmar. Un día agarré y dije: 'Si no me quieren, aun estando en el ascenso, chau'. Y todos mis sueños ya los había cumplido: Huracán, Boca, del que era hincha, viví en Italia seis años, había jugado en la Selección, un Mundial, los Juegos Olímpicos. No iba a mejorar mi carrera a esa edad. Justo se dio de comprar el campo y di vuelta la página.
--¿A qué te dedicas ahora?
--Soy empleado de la Municipalidad de Santo Tomé. Cuando me retiré del fútbol a los 29 años me dediqué al campo. Tuve la suerte de invertir en ganadería y me fue bien, una nueva vida y diferente. Primero, fueron la vacas y ahora, tengo la idea de la forestación que llevará tiempo pero va a funcionar.
--Te cambió la vida por completo…
--Si, totalmente. Vivía en Buenos Aires y jamás estuve detrás de las vacas ni pensaba hacerlo. Pero me casé con una correntina en octubre de 2004. Su papá me insistió para que invirtiera en campos que valían la pena y mal no me fue. Me vine para Santo Tomé, Corrientes, y me adapté a este hermoso lugar. Tenía 29 años y había vivido todos los sueños que pensaba que el fútbol me podía dar. Aposté a una nueva vida, me gustó y tuve la suerte de tener la cabeza desocupada en otras cosas.
--¿Qué es lo que más disfrutas de vivir en el campo?
--Fue una decisión por la crianza de mis hijos. Tengo uno de 15 y otra de 12. Crecer en un lugar libre, donde puedan ir a un club, juntarse con amigos y salir a andar en bicicleta sin problemas es impagable. Por eso decidimos venir a un pueblo con 50 mil habitantes. Es una vida distinta y se disfrutan otras cosas.
--¿Te quedó alguna deuda pendiente?
--No, para nada. Yo jugaba al fútbol de salón en Boca a los 16 años y me fui a probar a Huracán sin haber jugado en cancha de 11. A esa edad, me probé de delantero por derecha y quedé. Debuté de casualidad porque estaba suspendido el lateral por izquierda. Jugué de tres. Me adapté a jugar ahí y nunca más salí. Jugué en el Globo y pasé luego a Boca, siendo más maduro y profesional. Compartí plantel con Blas Giunta, Diego Latorre y Maradona. Y después estuve seis años en Italia.