La última semana al menos 8 personas perdieron la vida en siniestros viales, y hubo muchos otros eventos de este tipo que por milagro no provocaron más pérdidas de vidas humanas.
En ese contexto, Salta/12 habló con Laura Salado, periodista e investigadora del Observatorio Vial e integrante de la Fundación Salvemos Vidad, quien aclaró que no se puede hablar de “accidentes” porque no lo son, sino que se trata de situaciones evitables que en 9 de cada 10 ocasiones están relacionadas con la imprudencia de los y las conductores.
El jueves último, en la ruta nacional 9/34, pasando la estación de peaje de Cabeza de Buey, una familia entera perdió la vida por el choque de frente entre dos automóviles, allí murieron seis personas. Ese mismo día se reportó el deceso de un joven motociclista, tras caer cuando circulaba por la avenida ex Combatientes de Malvinas. Y un día más tarde, en la ruta nacional 68, entre Coronel Moldes y Ampascachi, un hombre chocó tras perder el control de su camioneta y su acompañante murió.
El sábado y domingo últimos, hubo otros incidentes que, a pesar de la violencia, no generaron más muertes, uno de ellos fue el del conductor de una camioneta Toyota Hilux que chocó una moto sobre la ruta provincial 21, en la localidad de La Merced. Si bien el vehículo menor quedó literalmente debajo de la camioneta, su conductor salvó la vida, aunque resultó herido. Fue trasladado con lesiones a un centro de atención hospitalario de la zona.
Mientras que en la ruta nacional 34, a la altura de Río Piedras, volcó un camión cargado de verduras, pero afortunadamente su conductor resultó sin lesiones de gravedad.
Para Laura Salado, según los análisis de los profesionales del Observatorio de Seguridad Vial, que integran psicólogos y abogados especializados en criminología, “este fenómeno lo vemos creciente desde principios de año, y viene creciendo desde la salida del aislamiento en el mes de septiembre del año pasado”. Y concluyen que sería uno más de los efectos que provocó la pandemia en cuanto al encierro, generando cambios en los patrones de conductas “que también se trasladaron al sistema vial”.
“Vemos de golpe mucha gente circulando, que se pasó un largo período sin hacerlo, y que de repente volvió a manejar con todos los sentidos y percepciones modificadas”, detalló, y sostuvo sus dichos en estudios que indican que “la gente está más alterada, con cambios en la forma en que ve la vida, con miedo al contagio, a la enfermedad, con muchas pérdidas familiares producto del covid, y todo eso afecta la psiquis de las personas”.
A esas condiciones personales se suman otras del contexto. Una gran cantidad de conductores volvió a circular cuando había perdido la costumbre de encontrarse con centenares de vehículos en las calles, y hasta se registraron más casos de lo habitual de amaxofobia, que es miedo a conducir. Pero sobre todo, indicó Salado, durante la peor parte de aislamiento provocado por la pandemia se incrementó el consumo de alcohol en la población en general, “y cuando volvimos a circular y comenzaron a habilitarse actividades, ese consumo de alcohol se trasladó también a otros ámbitos de la vida”.
La especialista aseguró que más allá de los inconvenientes en las rutas, la falta de señalización, baches e iluminación, que son fundamentales y un factor de riesgo más, lo que falta es “conciencia social y colectiva”, que se venía construyendo de a poco antes de la llegada de las restricciones de circulación, “y la pandemia también vino a irrumpir en esto que teníamos adquirido como hábito de conducta, y se vio reflejada en la vuelta a la circulación con esa convulsión social que generó”.
Sin embargo, la periodista hizo hincapié en que culpar a los factores externos no ayuda a realizar el cambio cultural que necesita la sociedad para tomar conciencia “de cuál es el rol de cada uno”. “No tenemos que justificar las acciones”, añadió. Y recordó que no hay que hablar de accidentes, que son situaciones inevitables, como un alud, la caída de un árbol sobre algún automóvil o sucesos por el estilo, sino de siniestros viales, “que son prevenibles y que representan 9 de cada 10 situaciones, como la del uso del cinturón, respetar las velocidades en las avenidas en donde hay que ir a 60 pero van a 80 porque llegan tarde, todas cosas cotidianas que están mal”.
La percepción del cuidado de la vida
Salado resaltó que se ha perdido la “real percepción del riesgo” que significa manejar, tanto en adultos como en los jóvenes. Y aunque la estadística indica que los conductores de menor edad son los que toman más riesgos, han aumentado también los siniestros entre los mayores de 25 años, algo que a quienes trabajan en el Observatorio Vial les preocupa debido a que hubo un retroceso en cuanto a la conciencia y el conocimiento de las correctas conductas de circulación.
Según los datos que manejan desde esa organización y la Fundación de la que es parte, y que fueron corroborados por la Policía de Salta, en los siete primeros meses de 2021 hubo 101 víctimas por siniestros viales en rutas y calles de Salta. De ésos, 55 involucran a motociclistas. Y del total de pérdidas de vidas humanas, 12 fueron menores de 17 años. Estos datos revelan que se sigue repitiendo la trágica constante en cuanto a que más de la mitad de las muertes son de motocicletas.
Solo en julio, 21 personas murieron por esa causa, mientras que en 2019 fueron 11. Aunque Salado relativizó ese dato, ya que en junio de ese mismo año se contabilizaron 21 víctimas, “y este año tuvimos 8” en igual mes. Comparando los siete primeros meses: en 2019 hubo 87, 14 fallecidos menos que en 2021, lo que implica un incremento del 16% en ese mismo período.
Allí, la investigadora relató que un fenómeno que viene creciendo es el del uso de las motocicletas, y que está comprobado que en el interior provincial los adolescentes llegan a utilizarlas antes que en la ciudad, “son niños que llevan a otros”. Y lo asoció también al incremento de sucesos en los que el conductor pierde el control y terminan impactando contra vehículos estacionados, postes, paredones o el cordón, que tiene que ver con la inexperiencia, la falta de masa corporal para manejar y hasta la presencia de alcohol.
Causa de muerte evitable
“Los siniestros viales son la primera causa de muerte evitable de menores en nuestro país”, afirmó. Y responsabilizó a los mayores que les permiten su uso, “somos nosotros los responsables y tenemos que pensar en eso porque la vida de un hijo vale mucho más que cualquier sistema de cuidado y prevención”. “No son cuestiones del destino, sino de cuidado”, agregó.
También subrayó que la construcción de las masculinidades aporta a esa pérdida de la percepción del cuidado, y eso se traduce en números, 8 de cada 10 siniestros son protagonizados por hombres. A lo que se suma que las licencias de conducir entre las mujeres no supera el 40%, lo que demuestra la alta masculinización aún persistente en cuanto a esa actividad.
Ante la noticia de que el municipio incrementará los controles de cámaras y radarizacion en toda la ciudad y su periferia, muchos acusaron la medida de punitivista y recaudatoria. Para Salado, son indispensables todo tipo de controles, “porque está demostrado que lo necesitamos, cuando nos dejan in ellos, volvemos a infringir”.