El gobierno de Australia sacó a las calles de la ciudad capital a unos 300 militares para que se cumplan las restricciones impuestas frente a la nueva ola de covid-19 provocada por la variante Delta, que llegó a varias ciudades. Los uniformados se sumaron a la policía en tareas de controles por, al menos, seis semanas.
El objetivo es garantizar el "máximo cumplimiento" del confinamiento dictado en medio de un alto número de infecciones comunitarias del brote de la cepa originada en la India, detectada hace más de siete semanas en Sidney, donde se acumulan unos 3.700 casos locales y 15 fallecidos.
La operación, que durará seis semanas, "no debe suscitar preocupación", aseguró el ministro de la Policía de Nueva Gales del Sur, David Elliot, que calificó el despliegue de soldados como "normal".
Los soldados trabajarán desarmados bajo las órdenes de la Policía de Nueva Gales del Sur rastreando contactos, verificando que las personas con covid-19 o considerados como contactos estrechos permanezcan en aislamiento, entre otras labores.
"Tan pronto concluya la operación y ya no nos necesiten, daremos un paso atrás", aseguró el comandante nacional de las operaciones, Mick Garraway, en insistió que las tareas se tratan de una expansión de las operaciones logísticas que se desarrollan en el país.
El temor de una militarización de ciudades de Australia
Las declaraciones llegan ante el temor de que se produzca una militarización de las ocho comunidades del oeste y suroeste de Sidney, con población de inmigrantes y refugiados. Allí se impusieron medidas más estrictas a los desplazamientos en comparación al resto de Sidney, confinada desde el 26 de junio hasta el 27 de agosto.
Las autoridades de Nueva Gales del Sur reportaron este lunes 207 contagios y un deceso tras un fin de semana en el que desplegaron unos mil agentes de la policía para prevenir que se repitieran las protestas contra el confinamiento del 24 de julio en Sídney. Durante la última movilización hubo enfrentamientos y más de medio centenar de detenciones.
Australia tiene una población de 25 millones y que no supera las 34.500 infecciones. Pero a causa de los 925 decesos desde el inicio de la pandemia, intenta acelerar su programa de vacunación. Solo el 19 por ciento de la población mayor de 16 años tiene las dos dosis y la campaña se prevé que terminará a fin de año, dos meses después de lo previsto.