Dentro de una obra teatral o cinematográfica es posible encontrar aspectos secundarios que tienen el poder silencioso de lograr una presencia que transforma a la obra en algo único y posible. El primer recuerdo de una película que me causó una sensación indescriptible a la que ahora puedo entender como “fan” fue Gritos y susurros de Ingmar Bergman, además de ser una maravillosa película por todas las temáticas que encierra en si misma, su complejidad, el momento creativo de su autor/director y las actrices, hay un aspecto que llamó por demás mi atención y esto fue la luz y la espacialidad. En los años en lo que esto sucedió la información corría más lenta y no existía internet, o sea que todo lo que uno podía averiguar sobre el equipo creativo o algo anecdótico sobre el proceso de una película u obra, era a través de la lectura de alguna crítica o de un texto específico. Así fue que llegó hasta mí un libro, que fue un regalo de mis padres por la celebración de algún motivo, y este libro encerraba la historia de la luz de Gritos y susurros.

Culto a la luz es un libro escrito por un director de fotografía, es un relato en una línea temporal, humano y sensible, sencillo y humilde en donde se pueden apreciar desde anécdotas hasta los pensamientos íntimos de uno de los mejores fotógrafos del cine, Sven Nykvist, quien acompañó y aportó sus conocimientos y técnicas de trabajo con la cámara y la luz a directores como Ingmar Bergman, Andréi Tarkovski, John Huston, Woody Allen y muchos otros.

Sven Nykvist con Ingmar Bergman

Las preguntas en las que aun indago y construyo una respuesta en desarrollo son los ejes que me acompañaron y siguen formando parte de mi trabajo: ¿Qué es formar parte de una obra? ¿Qué es acompañar un proceso creativo? ¿Qué es aportar ideas? ¿Qué es trabajar para que la obra sea única e irrepetible? ¿Cómo se trabaja en equipo? En los estereotipos del mundo del teatro o del cine, existe la idea del director o autor o actor supremo, como un sistema único de producción que atrae todas las miradas y es el generador o motor principal de estos hechos artísticos. En el caso de Sven Nykvist y en el relato de su libro, se puede apreciar como lentamente su propio lenguaje sobre el punto de vista y la luz puede inmiscuírse entre los pensamientos mas profundos de los creadores dándoles una impronta visual inmensa y única.

“Menos es más” dice una y otra vez y llega a rodar un film en interiores solo con luz natural: “toda la luz tenía que ser auténtica” … “Confiar en la luz otoñal” …” en el otoño desaparecen los violentos contrastes del sol, una luz atenuada y hermosa… Gritos y susurros primero fue un sueño que atormentó a Bergman durante años y que pudo ser plasmado como película con un manejo magistral de la luz, el color y el espacio.

El libro atraviesa una linea temporal que va desde la historia de su padre, un viajante y misionero en Africa a principios del siglo XX que fue documentando sus viajes a través de la fotografía, pasando por sus experiencias como ayudante de cámara en Suecia y Alemania, el vínculo con los directores con quien trabajó y que lo marcaron para siempre en su estética, hasta trabajar en Estados Unidos en diversos estudios donde tendrá que reeducar su forma de trabajo y acomodar sus ideas a la industria poderosa y poco amistosa con su forma artesanal de involucrarse en cada película. “No podía parar, no debía parar porque mi mirada se atrofiaba como los dedos de un pianista que no toca su instrumento por un tiempo.” Además del mundo de las anécdotas y de las experiencias, Sven Nyksvit nos transmite sus ideas más íntimas de cómo es el trabajo del fotógrafo/iluminador, su fascinación por la problemática y la magia de la luz. Su afán de sencillez que fue surgiendo en la búsqueda de la luz lógica, real y verdadera y redujo al máximo todo artificio.

Este pequeño relato fue un gran regalo que tomé y sigo tomando como una guía, un símbolo, una forma de pensar, una manera de ser cada vez que se presenta una nueva y única experiencia, la forma de vincularse con los procesos creativos y con las demás personas que conforman el equipo de cada proyecto. Aunque por estos tiempos suena utópico, épico, idealista, creo que es la mejor forma de crear junto a otros.

Dedicado a Luis Biasotto.

Matías Sendón es diseñador de iluminación, y escenógrafo. Nació en Buenos Aires en 1973. Realizó estudios vinculados a la iluminación teatral, al cine y sobre la utilización del color en el arte. Se especializó en iluminación teatral. Realiza trabajos en su país, en el exterior y participa en diferentes festivales internacionales de artes escénicas. Realiza diseños lumínicos para obras de teatro, danza, ópera, música, cine, televisión, exposiciones de arte y moda. Por su labor como diseñador, recibió los premios: María Guerrero (Teatro Nacional Cervantes); Florencio Sánchez (La casa del teatro), Teatro XXI (Universida de Buenos Aires) y Teatros del Mundo (Centro Cultural Rector Ricardo Rojas UBA).