Una sensación agridulce embarga al visitante asiduo en busca de historietas en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Por un lado, es innegable que las viñetas ganaron visibilidad en los pabellones –especialmente el Azul– de una edición a otra. No sólo hay cómics en los stands de editoriales especializadas o comiquerías tradicionales, sino que se sumaron varios emprendimientos vinculados al fandom (comiquerías que sobreviven vendiendo merchandising de laxa legalidad) y, por otro lado, algunas editoriales más tradicionales ampliaron el noveno arte en sus catálogos lo suficiente como para exhibirlos en algún rincón accesible de sus espacios. Sin embargo, no todas son buenas noticias.

Al mismo tiempo, la oferta de novedades estrictas vinculadas a la historieta nacional mermó de un año a otro. Y en ninguno de los stands consultados se mostraban muy entusiastas por las ventas que veían hasta el momento. Salvo excepciones, ni siquiera la Noche de la Feria resultó satisfactoria. En lo que hace a los catálogos, los que sostienen la renovación son Ediciones de la Flor y los sellos del colectivo editorial Nueva Historieta Argentina, que llegaron a la Feria con distintas novedades. El tradicional reducto del humor gráfico nacional lanzó para esta ocasión el segundo volumen de Y, viste cómo es, de Szoka, de notable éxito en las redes sociales y que ya en sus primeras sesiones de firmas convocó a numerosos lectores. De la Flor (Pabellón Amarillo, stand 1509) también cobija ahora a La Brunella, la tira de Javier Rovella con contenido social, que antes era publicada por Comic.ar.

Si bien ya no publica a Rovella, Comic.ar encontró otras novedades para lanzar. A esta edición de la Feria porteña trajo las dos partes de Colder, originalmente publicada en el mercado norteamericano (con dibujos del cordobés Ferreyra). Hasta ahora sólo la primera parte de Colder había visto la luz en la Argentina, de manos del ya extinto sello mediterráneo Llantodemudo. Otras novedades del colectivo editorial NHA (Pabellón Azul, stand 434) incluyen Byron P.D. (Alberto Moreno y Rodrigo Luján) y Subcomandante Marcos (Ian Debiase), ambos por Historieteca Editorial, y Borges, inspector de aves (Lucas Nine) y Tango cruzado (Max Aguirre, Sebastián Dufour), de El Hotel de las Ideas. Maten Al Mensajero, en tanto, trajó para la ocasión El bar de la mesa tres, del patagónico Chelo Candia; Pip y Pep (Paula Sosa Holt) y Los desamparados (Fabián Zalazar). La oferta de los NHA se completa con Zok!, publicado por Agua Negra a finales de 2016, después de un largo período de inactividad editorial.

El resto de las editoriales dedicadas a publicar autores nacionales, aun sin tener stand propio, solían canalizar sus presentaciones a través del puesto de Moebius Editora. Este año, la mayoría de ellas optaron por apuntar sus cañones a Dibujados, postergaron lanzamientos, o se concentraron en el lector especializado a través de preventas y venta online. De modo que Moebius este año cambió el enfoque de su oferta y de paso se alió en el pabellón amarillo (21-23) con los pequeños sellos Limonero y Galería Editorial. Sólo Galería aporta una novedad y de humor gráfico: Todo bajo control, de Fulana Who. Pero Moebius no presenta novedades, aunque sí organiza cantidad de actividades. Pictus (Azul, 218) tiene como último lanzamiento el Escuela de monstruos vol. 7, que en rigor data de octubre pasado. A4 Editora ya hace años que limita su actividad ferial a conseguir saldos de distinto tipo y ponerlos a la venta con –hay que reconocerlo– cierta curaduría en su selección. Ahí se pueden obtener, por ejemplo, varias colecciones completas del manga Hiroshima y un libro de Max Cachimba (Un cuarto de pollo - Llueve). Ni siquiera Larp, la editorial de manga con presencia constante en la Feria del Libro, hizo anuncios rutilantes, como era su costumbre en ediciones anteriores, y se limita a continuar con sus series regulares, como One Piece o Naruto. Ivrea, que abandonó el predio palermitano hace algunos años durante su confuso caso de fundición y resurrección, conserva presencia en los stands (Pabellón Azul, 173 y 231) de La Revistería, meca de los importados españoles de Norma, La Cúpula y Yermo, saldos ibéricos y rarezas.

Los únicos de festejo son los fanáticos del cómic de superhéroes. No sólo porque la distribuidora Plan T (Pabellón Azul, 320) tiene cuantiosas novedades y stock de cómic mainstream estadounidense, sino porque la llegada de la Feria coincidió con el relanzamiento de las ediciones de DC Comics a través de ECC. El derrotero de ECC hasta el momento fue, como mínimo, sinuoso, aunque ahora la cosa promete un poco más, porque relanza las colecciones desde el último megaevento de DC Comics en adelante, con un nuevo equipo de producción editorial integrado, curiosamente, por los responsables de OvniPress, licenciataria por su parte de los cómics de Marvel y títulos como The Walking Dead, lo cual supone una concentración de la producción que hace rato no se veía en el medio local. Esas novedades (y las de Marvel también) aparecen rutilantes en ambos stands de OvniPress (Pabellón Azul 210, Amarillo 1910). Allí también hay una edición a precio razonable ($480) del manga de Ghost in the Shell.

¿Otras historietas que valga la pena chusmear en la Feria? El stand de Waldhuter Libros (Azul 410) siempre tiene el catálogo de la española Astiberri, que vale cada peso; en el Grupo Planeta (Pabellón Verde 917) tienen la colección de Astérix y la flamante de Lucky Luke, coproducida con Libros del Zorzal. Y finalmente, el stand de la provincia de Santa Fe (Ocre 3014) tiene gran parte de la producción comiquera provincial, que viene creciendo fuerte gracias a la consolidación de los distintos sellos rosarinos. No se trata de la edición más gloriosa de la Feria para las editoriales locales, pero aún así hay cosas que vale la pena rescatar. Cuestión, como siempre, de estar atento a dónde señalan los globos de diálogo.