El ultraconservador Ebrahim Raisi fue investido este martes como nuevo presidente de Irán con la misión de levantar una economía hundida por las sanciones estadounidenses y el coronavirus. Raisi, quien triunfó en junio de este año en una elección presidencial marcada por una abstención récord y la descalificación de varios de sus rivales, sucede al moderado Hasan Rohani, el mandatario que en 2015 selló el acuerdo nuclear con las grandes potencias luego de años de tensión.
En la ceremonia de ratificación de su cargo, Raisi aseguró que la población quiere "un cambio" que es "inevitable", al tiempo que apostó por eliminar las sanciones estadounidenses contra Irán "sin condicionar la economía a la voluntad de los extranjeros". El gobierno de Joe Biden ya planteó que las negociaciones no pueden quedar congeladas por mucho tiempo, aunque sigue apostando por la vía diplomática pese al incremento de la tensión en los últimos días luego del ataque del pasado 29 de julio contra un buque petrolero operado por una firma israelí.
"No condicionarse a los extranjeros"
En sus primeras palabras como nuevo presidente, Raisi, de 60 años, dijo que su gobierno va a intentar dejar atrás las sanciones estadounidenses aunque no esquivó su desconfianza hacia las potencias occidentales. "Por supuesto que buscamos levantar las opresivas sanciones, pero no condicionaremos la economía y las necesidades de la población a la voluntad de los extranjeros", declaró Raisi en una ceremonia con un número limitado de invitados debido a la pandemia.
En 2018 el expresidente Donald Trump retiró a los Estados Unidos del acuerdo nuclear de 2015, que establecía límites al programa nuclear civil de Irán para evitar que pudiera desarrollar bombas atómicas, obteniendo a cambio ventajas económicas. Lejos de esa realidad, el gobierno estadounidense reestableció sanciones contra su par iraní, castigando severamente a su economía al frenar, sobre todo, sus exportaciones petroleras. En respuesta, Teherán renunció a la mayoría de los compromisos que limitaban su programa nuclear.
El sucesor de Trump, el demócrata Joe Biden, dijo estar dispuesto a volver al acuerdo de 2015 y se implicó en conversaciones indirectas con Irán en paralelo a las negociaciones en Viena con el resto de los países firmantes: China, Francia, Alemania, Rusia y Reino Unido. Las discusiones parecen bloqueadas hasta la asunción de Raisi, quien aseguró que defenderá los "intereses nacionales".
Más allá del conflicto con Estados Unidos, en el invierno boreal de 2017-2018 y nuevamente en 2019, Irán se vio sacudido por manifestaciones marcadas por un descontento social vinculado a las dificultades económicas que se agravaron con la pandemia, siendo Irán el país más castigado de la región.
Irán reportó este martes más de 39 mil casos de coronavirus, un nuevo récord para la República Islámica que deja en casi cuatro millones el total de infectados desde el inicio de la pandemia. Además la covid-19 causó 378 nuevas muertes y el acumulado de fallecidos llegó a 91.785 según las autoridades, que admiten que las estadísticas oficiales se quedarían cortas.
Mientras tanto, la tensión no se desvanece en Medio Oriente con episodios como el reciente ataque a un petrolero gestionado por un millonario israelí en el mar de Omán en el que murieron dos personas y que Israel rápidamente atribuyó a Teherán sin ninguna prueba. Tanto Estados Unidos como el Reino Unido se sumaron a las acusaciones prometiendo una "respuesta colectiva" contra Irán. Teherán negó cualquier implicación y advirtió que responderá "decisivamente a cualquier posible aventurerismo".
Un religioso ultraconservador
Siempre con un turbante negro y ataviado con un largo manto de religioso, Ebrahim Raisi es un hombre austero que se presenta como el defensor de las clases desfavorecidas. El flamante presidente figura en la lista negra de los responsables iraníes sancionados por Estados Unidos por "complicidad en graves violaciones de los derechos humanos", unas acusaciones rechazadas de plano por las autoridades de Teherán.
Raisi fue elegido el 18 de junio en primera vuelta con casi el 62 por ciento de los votos. Los comicios estuvieron marcados por una abstención récord para una presidencial y la descalificación de sus principales adversarios. El flamante mandatario, antiguo jefe de la Autoridad Judicial, prestará juramento el jueves en el Parlamento, ante el que deberá presentar sus candidatos para los cargos ministeriales.
Atacado por reformistas y moderados por su inexperiencia política, el clérigo ultraconservador dijo en su asunción que quiere formar un "gobierno del pueblo para un Irán poderoso" y promete exterminar "los focos de corrupción".
Para la oposición en el exilio, el nombre de Raisi sigue asociado a las ejecuciones masivas de presos políticos de izquierda en 1988, cuando era vicefiscal del tribunal revolucionario de Teherán. Al ser consultado en 2018 y 2020 sobre este episodio oscuro de la historia reciente, Raisi negó haber estado implicado pero rindió "homenaje" a la "orden" de que se procediera a esta purga, dada (según él) por el ayatolá Jomeini, fundador de la República Islámica.
Partidario de la mano dura frente al "Movimiento Verde", creado contra la reelección de Mahmud Ahmadineyad en las presidenciales de 2009, declaró en aquel entonces: "A quien nos hable de compasión islámica y de perdón, le respondemos: vamos a seguir enfrentándonos a los agitadores hasta el fin y eliminaremos de raíz la sedición".
Su llegada a la presidencia se interpreta como un paso más en su meteórica carrera para suceder al ayatolá Alí Jamenei. En su discurso durante la ceremonia de investidura de Raisi, el líder supremo aseguró que "el cambio de poder crea esperanza" entre la población y urgió a la formación del nuevo gobierno lo antes posible. "Tanto el presidente como el Parlamento deben apresurarse a presentar y aceptar a los ministros", aseguró Jamenei y le aconsejó a Raisi que para mantener su popularidad luche contra la corrupción y "esté entre la gente, sin privilegios de clase o grupo político".