Con cuatro goles convertidos en seis partidos jugados (cuatro por el campeonato de Primera y dos por la Copa Libertadores), Braian Romero viene justificando largamente la decisión de Marcelo Gallardo de traerlo a River en reemplazo del colombiano Rafael Santos Borré, transferido al Eintracht Frankfurt de Alemania. Pero lo que resulta llamativo no es la rotunda eficacia goleadora de Romero: lo que verdaderamente sorprende es que sólo el técnico de River haya reparado en él.
Romero ofrece goles, el bien que más escasea y por el que más se paga. Hizo 21 en 34 partidos jugados para Defensa y Justicia. Y en el plano internacional, sus marcas son asombrosas: anotó 20 tantos en los últimos 20 encuentros que disputó (18 para Defensa y dos para River). Y con diez goles fue el máximo artillero de la última edición de la Copa Sudamericana. Sin embargo, ninguno de los otros cuatro equipos grandes de la Argentina y ninguno de los del exterior se fijó en él. Romero tiene 30 años y su poder de reventa es bajo. Desde una lógica económica no es un jugador apetecible para los mercados. Pero el fútbol es bastante más que una simple operación de compra y venta. Muchas veces, el negocio se conjuga en tiempo presente y con esa idea, la de tener un jugador que ayude a ganar partidos aquí y ahora, Gallardo lo mandó a buscar a Florencio Varela. Los resultados de su elección están a la vista de todos.
Porque además de su eficacia, Romero ha demostrado un entendimiento notable con Matías Suárez. Cada uno le sirvió un gol al otro en la llave copera de octavos de final ante Argentinos Juniors, y el delantero cordobés volvió a asistir a Romero en el primer gol que River le anotó a Unión en la goleada 4-0 en el Monumental. Si Borré era un delantero de área que definía en la última puntada, Romero es un jugador más completo, capaz de tirarse hacia atrás y a los costados para generar fútbol, sin que resigne eficacia por ello. También fue eso lo que Gallardo advirtió cuando pidió su contratación por un valor estimado entre los 2,5 y tres millones de dólares. El mismo precio que Boca abonará por el 80 por ciento del pase de Norberto Briasco, quien jugó la misma cantidad de partidos que Romero y todavía no ha podido gritar un gol.
Los grandes directores técnicos no son sólo los que ganan más campeonatos y copas. Son los que miran más allá y descubren jugadores que otros no ven o les pasan de largo. No siempre les resultan sus apuestas, pero en el balance final los aciertos son más que los desaciertos. Braian Romero vino a continuar una saga de muy buenos centrodelanteros (Alario, Pratto, Scocco, Borré) que River ha tenido en los últimos siete años. Sus goles estaban a la vista de todos. Y no era prohibitivo conseguirlos. Pudo haber llegado a cualquiera de los otros grandes, incluso hasta irse al exterior. Pero sólo Gallardo se jugó por él. Por eso, River sigue teniendo lo que casi nadie tiene: un delantero que hace goles, ni más ni menos.