“Si tuviera que hablar de mi estilo, sería el cambalache”, asegura Eugenio Soto, actor, dramaturgo y director, embanderado en la mezcla de estilos de actuación y referencias culturales enfrentadas. Formado en los talleres de Laura Yusem y luego en el Sportivo Teatral de Ricardo Bartis, Soto fue parte del grupo Teatro Berreta de Cámara que dirigía Alfredo Ramos, donde estrenó las recordadas Un amor de Chajarí y Los desórdenes de la carne. Acaba de estrenar su obra La noche oscura, tragedia santiagueña en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636) luego de haber realizado una sola función, justo antes del comienzo del confinamiento por la pandemia. Actúan Pedro León Alonso, Paula Baigorri, Lucas Delgado, Darío Pianelli y Bianca Vilouta Rando. La escenografía, las luces y el vestuario están a cargo de Félix Padrón, Aquiles Gotelli y Silvia Luzuriaga, respectivamente.
En La noche… mientras se realiza el velatorio de Doña Rosa Quiroga, la propia muerta acusa a su hijo de haberla asesinado y se niega a ser sepultada. Pide venganza y para ejecutarla llega su otro hijo, criado en Texas, quien tiene a su cargo administrar la bala justiciera. Si bien la obra parte del eje narrativo de la tragedia, según cuenta Soto en la entrevista con Página/12, otro de los disparadores fue El velador, extenso poema de Guillermo Saavedra centrado en el relato de un hombre que vela a su madre, donde se alterna lo escatológico y lo humorístico. En La noche…también hay resonancias de Sófocles, Shakespeare y Gombrowicz. “Sí, hay varios homenajes, especialmente puestos en la acción escénica”, adelanta el autor y director.
Mirar lo trágico desde lo bufonesco emitiendo guiños cómplices, entrecruzando lenguajes y alusiones, es algo que Soto aprecia en la obra de Leónidas Lamborghini, quien reescribió a los autores de la gauchesca. A Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo y José Hernández, entre otros, el autor de Las patas en la fuente los distinguía como “cultores eximios del remedo, la mezcla y el disfraz en el marco de la barbarie civilizada, fueron (son) paródicos por trágicos y trágicos por paródicos”.
-¿Por qué la elección de Santiago del Estero como escenario?
-Cuando conocí Santiago me llamó mucho la atención lo seco del paisaje, el contraste entre la aridez y la alegría de su folklore. Una combinación paradójica entre una musicalidad dulce y vital y la sequedad y la pobreza
-¿Qué aspectos de la tragedia clásica toma esta obra?
-La sencillez de su trama, además de los elementos arquetípicos. Aquí están presentes el deseo de justicia, el mito de Caronte (el que transporta las almas de los difuntos en su barca), el mito de Caín y Abel. Pero buscando actuar lo trágico desde lo lúdico y vital, para salir de toda solemnidad. Leónidas Lamborghini decía que “tragedia y parodia son los aires de la época”. Nosotros buscamos la parodia, pero no la burla. Lo que nosotros buscamos es la inversión, el contra signo del humor.
-¿Por qué elegiste escribir la obra en verso?
-Yo estaba interesado en encontrar un ritmo musical, y otorgarle una artificialidad al habla para no caer en el tono del realismo. Esto no limita el juego de los actores, quienes aprendieron a rimar ya desde los ensayos. Y es algo que para ellos, que son jóvenes, está muy cercano al rap.
-¿Qué toma La Noche Oscura del poema de San Juan de la Cruz, además del título?
-Como en ese poema, en la obra está el problema del destino del alma, la pregunta acerca de adónde va después de la muerte. También está la idea de la existencia de un sentido último, de la iluminación que implica la trascendencia. Todo eso está, claro, pero aparece desde lo lúdico.
-En la obra hay resonancias de Postales argentinas, de Bartis...
-Ver esa obra fue de algún modo reencontrarme con mi deseo teatral. De adolescente yo había estudiado actuación, pero no le terminaba de encontrar la gracia. De Postales argentinas me maravilló su nivel de juego. De allí mi interés por buscar entre los modelos actorales del pasado para reconocerlos y tomarlos. Y está también mi interés por jugar con los géneros. Acá está la tragedia, la gauchesca y el western. En mi obra anterior, Bufarra, tomábamos el estilo de actuación para cine de Federico Luppi y de Ulises Dumont. Ahora estamos ensayando una obra en la que jugamos con el cabaret alemán y el clown. El cambalache es mi estilo. Revolver, mezclar todo, como para hacer un guiso.
*El espectáculo La noche oscura, tragedia santiagueña, se puede ver en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636), los sábados a las 19 hs.